Aprendí que hay que enterrar los fantasmas del pasado para dar paso a los temores del futuro
Aprendí a respetar a aquel que no sabe leer entre líneas
Aprendí a escribir las entrelíneas
Aprendí que el apropiarse de la palabra es peligroso y puede causar daño
Aprendí a compartir los brazos de la mujer amada con mis nietas y no sentir celos
Aprendí que esos brazos que sostienen mi pensamiento tienen la fuerza necesaria para salir a las calles y sostener un cartel con el pensamiento colectivo
Aprendí que el odio roba preciosos minutos a la vida
Aprendí a ver sin abrir los ojos y que en esa ceguera se encuentra la hermosura
Aprendí a escuchar el sonido del sufrimiento de otros y sus entre bemoles que en sus compases me decían al oído: la compasión no es solución
Aprendí a abandonar mi cama sin abandonar mis sueños
Aprendí que los míos son de otros y que la propiedad del ser humano no existe
Aprendí con orgullo a ser humilde y a ser orgullo en la humildad
Aprendí que la soberbia es tentadora
Aprendí que es preferible no tener que pedir perdón
Aprendí que los siete pecados capitales son siete veces infinitos
Aprendí que la palabra como el amor no son inocentes
Aprendí que la risa fácil hiere al que la provoca
Aprendí a compartir lo que no tengo y a atesorar lo que tengo
Aprendí que hasta el miedo es un tesoro y se desgasta
Aprendí que la palabra tiene tantos significados y tan pocos destinatarios
Aprendí que la palabra no es bella
Aprendí que la belleza es traicionera
Aprendí que la palabra no es pura
Aprendí que en la impureza está el placer
Aprendí que existen aquellos que intentan apropiarse de la palabra
Aprendí que la palabra no pertenece a nadie y que aquel que se la apropia la asesina
Aprendí que cárceles y carceleros se visten de distintos pelajes
Aprendí que el poder exige aduladores para retomar fuerzas y seguir dominando
Aprendí que la ignorancia corre por los caminos de este mundo
Aprendí que fuimos nosotros quienes liberamos la ignorancia
Aprendí que a veces el culpable se encuentra en nosotros y no en el otro
Aprendí que culpa se escribe con silencio
Aprendí que el amor existe más allá del tiempo y sus barreras
Aprendí que para algunos la cuarentena es parte de sus vidas
Aprendí que hay que saber callar para que la palabra de otros resuene
Aprendí que hay que saber renunciar para ganar
Eran tiempos de pandemia y aprendí tantas cosas
Aprendí que tengo que seguir aprendiendo
* Escritor y director de teatro chileno, miembro correspondiente de la Academia Norteamericana de la Lengua Española (ANLE). Reside en Nueva Jersey, EE UU.