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“Que los protagonistas de la trama sean guardias civiles contribuirá a dar otro aire a la novela que actualmente se lee en España”. Entrevista a Eduardo Martínez

jueves 23 de octubre de 2014, 13:23h

Por Alberto Pertejo-Barrena

Eduardo Martínez Viqueira
(Pontevedra, 1963) acaba de publicar La Conjura de Siboney, su primera novela, con De Librum Tremens Editores. Realmente se trata de un escritor singular, por cuanto no es habitual encontrarnos a todo un teniente coronel de la Guardia Civil haciendo uso de una ya acreditada pluma en el campo literario y, lo que es más difícil, sacar tiempo del escaso que le resta, tras su absorbente trabajo profesional y las obligaciones familiares (está casado y tiene tres hijos), para sentarse ante el teclado de su ordenador y plasmar sus vivencias, su trabajo de investigación o sus facultades narrativas.


Esta novela no es su primera experiencia literaria: en 2005 había ya publicado Recuerdos de Irak, un interesante ensayo en el que exponía sus experiencias a lo largo de los cuatro meses –entre agosto y diciembre de 2003- que permaneció de misión en Irak; en especial, todo lo relacionado con la seguridad de aquel país en aquellos convulsos momentos y su labor de supervisión de la Policía iraquí; pero donde más ha volcado su conocimiento profesional de la Institución a que pertenece, y que dice “amar profundamente”, es en el Atlas Ilustrado de la Guardia Civil, que acaba de publicar Susaeta, y que pretende ser un completo compendio de carácter divulgativo sobre la historia, organización, uniformes, armamento y cómo ha evolucionado el Cuerpo en el cumplimiento de todas las misiones que tradicionalmente se le han encomendado.

Pero volvamos a La Conjura de Siboney: una compleja trama policíaca en el ambiente bélico de la Guerra Grande de Cuba, un oficial de la Guardia Civil que recibe el encargo de investigar una serie de asesinatos, una peligrosa organización secreta, y todo ello contado con una pluma muy ágil, que sorprende por su frescura y, al mismo tiempo, la hondura de los diálogos y el rigor de la ambientación histórica.

La primera pregunta parece obligada: frente a los otros dos libros que ha escrito, de carácter más profesional, ¿por qué se decidió a escribir esta novela?
Hacía tiempo que me apetecía escribir novela y, más concretamente, sobre algo relacionado con la Guardia Civil, el Cuerpo al que pertenezco. Quería insuflar vida a esos guardias que han escrito la gran historia de nuestra Institución y, recreándome en el ambiente de una determinada época histórica, desarrollar una trama en que se pusieran de manifiesto su forma de prestar el servicio, la forma de enfrentarse a las diferentes situaciones y su vida cotidiana, con toques costumbristas. Aquella irregular guerra colonial en Cuba, que se extendió entre 1868 y 1878, con sus intrigas, sus intereses e ingerencias, me pareció un telón de fondo adecuado para el desarrollo de la novela; de modo que me lancé a escribirla.

Parece sencillo, pero, ¿realmente lo fue?
En absoluto. Téngase en cuenta que, pese a haber escrito los otros libros, son muy diferentes de una novela como ésta. Es preciso adaptar tu estructura mental a la hora de coger la pluma para construir una historia y dar vida a unos personajes que la van a protagonizar; utilizando un estilo literario específico de la narrativa. Realmente, estaba acostumbrado a leer y escribir mucho, pero en un ámbito muy profesional, completamente diferente.

El aporte de documentación a la novela parece importante. ¿Empleó mucho tiempo en documentarse para escribir La Conjura de Siboney?
Ciertamente, la inversión en tiempo y en trabajo de investigación y consulta para construir la novela fue muy grande. La propia trama y las características de los personajes exigían un gran rigor en el aporte de datos históricos, geográficos, etc. Pero, además, se recrea una época histórica sobre la que se ha escrito poco y no existe demasiada documentación. Suponía todo un reto escribir una novela con esa ambientación histórica, pero lo asumí, trabajando con método y constancia durante más de un año para culminarla.

Y, ¿cómo llevó a cabo ese trabajo de documentación?
Para empezar, leí varios libros, tanto de ensayo, como novela, que guardaran relación con la época y el ambiente que quería recrear. Detalles como los uniformes, las unidades militares, la descripción de las haciendas azucareras y un largo etcétera, no podían dejarse a la simple imaginación. Por ejemplo, para describir La Habana o Nueva York tal como eran en el siglo XIX, ciudades en las que nunca he estado, tuve que leer muchos documentos, ver planos y estudiarme centenares de fotografías antiguas, hasta que conseguí meterme en ese ambiente. Sólo entonces, me decidí a describirlo.

La novela comienza con el atentado que costó la vida al general Prim. ¿Es cierto que existía un complot de origen cubano detrás de su asesinato?
Aun contando con que nunca se supo de forma fehaciente quién fue el brazo ejecutor que llevó a cabo aquel magnicidio, también es cierto que los historiadores coinciden en señalar que hubo varias tramas en su planificación y organización, cada una con una motivación diferente para eliminar a Prim. Una de aquellas tramas guardaba relación, sin duda, con el conflicto cubano que en aquellos años mantenía enfrentado al Ejército español con la insurgencia, debido a la idea que Prim tenía sobre el futuro de Cuba. Ésta se puso de manifiesto, por ejemplo, en alguno de los encuentros que tuvo con el embajador norteamericano, como se escenifica en la novela. En boca de uno de los personajes se pone una frase que se hizo popular en la época, y que parece suficientemente esclarecedora: «A Prim lo mataron en Madrid, pero el gatillo se apretó desde La Habana».


Entonces, ¿qué hay de verdad y qué de ficción en la trama que se recrea en la novela? Una novela es siempre ficción, o deja de ser novela. Los elementos históricos que constituyen su telón de fondo son auténticos, y por ello, muchas de las conversaciones, aun en los personajes no reales, responden a los diferentes criterios y pareceres que, sobre distintas cuestiones políticas o coloniales, existían en la época. Los personajes reaccionan como, razonablemente, lo habrían hecho personas reales en aquel momento. Por ello, la trama es perfectamente creíble, hasta el punto de que es muy probable que algo así llegara a existir. No obstante, y objetivamente hablando, la trama de la novela es, repito, ficción.

¿Quién movió los hilos para la independencia de Cuba?
Los criollos cubanos, cada vez más decepcionados por la falta de sensibilidad de la Metrópoli hacia sus demandas y la ineficacia de la Administración española, fueron cada vez más proclives a la emancipación. Con ese caldo de cultivo, no faltaron las instigaciones de las logias masónicas, tanto en Cuba como en la Península; la manipulación de las sociedades negras, esperanzadas en la completa abolición del esclavismo, las graves ingerencias norteamericanas, deseosas de acceder a las riquezas de la Isla e, incluso, grupos de españoles interesados en hacer de Cuba un territorio independiente a su antojo. Ciertamente, no supimos conservar Cuba y Estados Unidos nos dio la puntilla.

También se narran los comienzos de la Guardia Civil en Cuba…
Así es. La recreación que se hace de ello está de acuerdo con los datos históricos de que se dispone, como histórico es el personaje del comandante Jiménez, artífice de esos primeros pasos, y su relación con el Capitán General, Gutiérrez de la Concha. Consideré que un hito de tal importancia debía responder, dentro de la ficción, a personajes y datos reales.

¿Qué significado tuvo Cuba para la Guardia Civil?
La Guardia Civil nace en Cuba en 1851 por la vía de los hechos y gracias al empeño personal del general Concha, gran amigo del duque de Ahumada. Pasarán años hasta que se complete el despliegue con guardias profesionales procedentes de la Península y la plena integración de los Tercios cubanos en la estructura del Cuerpo, pero desde el primer momento se hizo notar su presencia, y su buen hacer trajo consigo un incremento progresivo de la seguridad. Tuvo una participación muy relevante en la Guerra de los Diez Años, sobre todo al principio, y posteriormente en el conflicto con Estados Unidos que nos costó la pérdida de la isla caribeña; pero ante todo, la Guardia Civil en Cuba, como en el resto de nuestras posesiones en Ultramar y en África, fue esa fuerza de seguridad que, cumpliendo su misión de proteger a personas y bienes, generaba confianza en el ciudadano y era garantía de orden.

Y, ¿qué puede decirnos del Capitán Castillo, el protagonista principal de la novela? ¿Tiene algo de usted?
Decía Chesterton que una buena novela es aquella que nos dice todo sobre su protagonista y una mala novela, la que nos dice todo sobre su autor. Independientemente de que esto sea más o menos cierto, al personaje de un capitán de la Guardia Civil, que además es el protagonista principal, había que revestirlo de unos valores humanos y profesionales en los que, indudablemente, ha tenido influencia mi pertenencia a ese mismo Cuerpo que pretendía representar. Fuera de esta natural semejanza, no he pretendido hacer del capitán Castillo un personaje semejante a mí, sino que sirviera como contrapunto, a modo de contraste, con el mundo que le rodeaba.

Habló antes de la dificultad de obtener documentación sobre la época y el lugar en que se desarrolla la novela, pero, además, no es frecuente encontrarse con una historia de guardias civiles haciendo de investigadores.
No es frecuente en absoluto. Se han escrito algunas novelas sobre la Guardia Civil en la época actual, pero no en la que se desarrolla La Conjura de Siboney y, sobre todo, conteniendo todos los ingredientes de una novela bélica, una trama policíaca, un thriller de intriga e, incluso, una historia de amor. De todos modos, el hecho de que los protagonistas de la trama sean guardias civiles, en lugar de estereotipados detectives anglosajones, estoy seguro de que contribuirá a dar otro aire a la novela que actualmente se lee en España.





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