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Salman Rushdie
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Salman Rushdie (Foto: Javier Oliaga)

Salman Rushdie visita España para presentar su último libro, “Dos años, ocho meses y veintiocho noches”

“La característica de todos esos fanáticos es el no gusto por la cultura”
Por Javier Velasco Oliaga
miércoles 07 de octubre de 2015, 11:04h

Dos años, ocho meses y veintiocho noches” es el título de la nueva novela del escritor indio Salman Rushdie que está ahora promocionando en España por varias ciudades. Quien haya echado la cuenta de ese tiempo, sabrá que la suma no es otra que 1.001 noches, aproximadamente; estamos, pues, ante un homenaje muy sui generis de una de las grandes obras de la literatura universal.


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  • Salman Rushdie y Elena Ramírez

Salman Rushdie
Salman Rushdie (Foto: Javier Velasco Oliaga)

Acompañado de la directora de Seix Barral, Elena Ramírez, ha presentado la novela en un conocido hotel madrileño de la Gran Vía, ante la presencia de numerosos medios de comunicación y con grandes medidas de seguridad, aunque la fatua con la que fue señalado parece que ya no es tan agobiante como hace unos años, cuando se tuvo que ocultar por haber sido amenazado de muerte a perpetuidad. Sin embargo, su buen humor no parece haberse visto afectado. “Éste es el libro más gracioso que he escrito hasta la fecha”, declara sonriente y, por lo que cuenta, parece que no va a ser el último.

Ha dejado atrás sus libros biográficos y los ensayos, también los libros juveniles y ha vuelto a la ficción para adultos con una “comedia negra”, según él mismo la califica, que tiene mucho humor, algo de ciencia ficción y mucho de las historias orientales que su padre le contaba cuando era niño y que él ha contado a sus hijos. Esas historias donde la ficción y la realidad se dan la mano para confluir en un texto fantástico, tanto en el fondo como en la forma.

“La razón y la imaginación son dos armas muy poderosas cuando están juntas y muy peligrosas cuando van por separado”, expone el escritor nacido en Bombay. El fanatismo tanto político como religioso sería su exponente más destacado. De ahí que crea en la necesidad de hablar de la realidad de otra forma diferente y para ello utiliza un modo fantasioso, creando un mundo único y personal.

Dos años, ocho meses y veintiocho noches tiene mucho que ver con España. La novela empieza a finales del siglo XII en Lucena (Córdoba) donde estaba exiliado el filósofo Averroes”, cuenta al inicio de la presentación del libro. Está narrada como si fuera un texto sagrado descubierto siglos después de los hechos. Propone una guerra de demonios entre dos facciones irreconciliables donde participan algunos humanos. “En el libro transcurren esos hechos a lo largo de 1000 años, en un mundo que ha ido cada vez peor”, explica el autor indio y que acaba, según el escritor, de forma mucho más alegre de lo que tenía pensado. “Yo soy muy optimista respecto al futuro”, subraya con una sonrisa.

Con eso, Salman Rushdie no pretende hacer de adivino, “creo que los futurólogos se equivocan siempre; lo que he pretendido es dar una visión optimista del mundo con mucho sentido de humor”. A él le gustan los libros que tengan sentido del humor. “La gente que no ha leído mis libros se sorprenderá, aunque cualquiera que los haya leído lo tiene que saber y este es mi libro más gracioso hasta la fecha”, especifica y amenaza con seguir escribiendo libros en este registro indicando que “este tipo de escritura viene de una forma mucho más natural”. Todo ello sin menospreciar su producción autobiográfica. “Si no me hubiesen ocurrido los eventos que me ocurrieron a partir de la fatua, no hubiese escrito estos libros. Me alegro mucho de haberlos escrito pero lo que a mí me gusta hacer es el tipo de escritura de Dos años, ocho meses y veintiocho noches”, subraya con énfasis.

La novela trata sobre una guerra sobrenatural, pero que está basada en elementos de actualidad. “El motivo es que quería hacer algo que fuese más allá de lo que vemos en los noticias. Quería decir algo más universal sobre esa guerra entre la razón y la no razón, entre la tolerancia y la no tolerancia”, concreta y para ello se basa en la discusión de dos filósofos que encarnan esa polaridad, en la parte positiva está Averroes o Ibn Rushd y en la otra Al-Ghazali, con sus dos visiones del mundo radicalmente diferentes. Algo que ocurrió realmente pero que trata como si fuese un cuento de hadas y todo ello en los mil años que transcurren en la novela, y que en ocasiones, estas dos formas de pensar pueden ocurrir dentro de uno mismo.

Como siempre, se muestra contrario a toda clase de fanatismo y lo que conlleva. “Parece que el placer es el enemigo y una característica de todos esos fanáticos es el no gusto por la cultura”, señala rotundo. La libertad de expresión parece que es lo que más odian, por eso aboga por la defensa de ella. “Hay que defender la libertad de expresión, es lo que hace posible que exista el arte y podamos seguir con nuestro trabajo. Cuando la atacan, la mejor reacción es emplearla, utilizarla. Escribir los libros o las columnas periodísticas que tengas que escribir, dibujar los cómics que tengas que pintar, etc”, indica en clara alusión a lo ocurrido con Charlie Hebdo.

Las historias orientales que utiliza para su libro, siguen estando muy vivas en Oriente. “Tienen mucho que ver con la literatura surrealista de Occidente”, menciona y también con el realismo mágico de Latinoamérica que cree que está muy influenciado por Las mil y una noches, confluyendo en un mismo objetivo que es en contar la verdad de otra manera.

Su novela tiene algo de ciencia ficción. Cuando se le pregunta por ello, señala que es una categoría más, pero que lo realmente importante es que una novela sea buena o mala. “Hay escritores de ciencia ficción entre los mejores del mundo como Ray Bradbury, Philip K. Dick o Ursula K. Le Guin, lo que importa es que sean buenos, no qué género escriban”, comenta.

Sus opiniones sobre el nacionalismo o sobre la religión las ha dejado bien claras desde hace mucho tiempo y su opinión no ha variado. Lo que sí ha cambiado es el modo de tomarse la vida, de una forma más optimista y positiva, y, sobre todo, lo que se muestra es muy contento de haber vuelto a la ficción, “donde me siento mejor”.

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