El mundo está que arde. Menos mal que la nueva borrasca IVO ha llegado para apagar los ánimos, aunque Trump y Pedro Antonio siguen por aquí. Uno legislando leyes que están dejando a los americanos descuadrados, el otro aprobando un decreto minibus y descafeinado que beneficiaría a los jubilatas, a los okupas y a los que usen el abono transporte. Como dice Azucena del Valle en "Tomorrow will be another day" todo pasará y mañana será otro día. Lo que no sabemos es si será mejor.
Galaxia Gutenberg, 2024
El tema-asunto va de ‘inteligencia artificial’ Pero, de verdad ¿no resulta inoportuna, por no decir impertinente, una expresión tan falsamente formula por implícitamente alusiva? ¿Quién, y bajo qué intereses, pretende alejar (ignorar) el viejo y sabio axioma: ‘Conócete a ti mismo’.
Autor de "Los vínculos artificiales"
Julien Libérat es, desde todos los puntos de vista, un fracasado. Su carrera como pianista ha tocado fondo, su pareja acaba de dejarlo, su trabajo le parece horrible y, para colmo, se ve obligado a mudarse a las afueras. Tiene treinta años y va a la deriva en una vida cotidiana aburrida y uberizada que lo ha arrastrado hasta el borde de la depresión.
El gran aporte de la IA a la humanidad es que nos permite desentendernos del estado de la IH, Inteligencia Humana, esa que se encuentra fuera de las nubes.
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Categoría: Relato corto Recompensa: 150 € junto con un trofeo Destinatarios: escritores residentes en cualquier municipio de la Comunidad de Madrid Organizador: Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de El Boalo-Cerceda-Mataelpino Ubicación del organizador: España Plazo límite para participar: 15 de febrero de 2025
Como todo el mundo sabe, existe un complot en marcha para acabar con la literatura. Cada uno de los actores implicados en el drama (escritores, editores, críticos, periodistas, lectores) le da su puñalada, por riguroso turno, como en “Asesinato en el Orient Express”. Además, hay quien piensa, caso de Luisgé Martín, que el progreso tecnocientífico podría convertirla en una actividad periclitada y prescindible en un beatífico futuro transhumanista. Sostiene nuestro autor en su provocador e inteligente ensayo, “El mundo feliz”, que si los avances en cibernética, neurología, genética e inteligencia artificial permiten a los ciudadanos del mañana vivir en un mundo indoloro, tal vez las obras maestras de la literatura resulten incomprensibles e indescifrables para esos benditos habitantes de futurolandia (los Eloi de H.G. Wells, más o menos) y nadie las necesite ya para rumiar o gestionar su angustia o su frustración. Así, la vieja catarsis aristotélica sería devorada por una versión avanzada de ChatGPT combinada con un buen cóctel de psicofármacos y tal vez algunos implantes.
La Inteligencia Artificial no es nada nuevo, pero su acceso al gran público con aplicaciones como Chat GPT, Frase.io o Deep L. ha puesto en guardia a muchos sectores y profesionales que temen que la IA pueda crear contenidos sin la necesidad de que autores, periodista o traductores intervengan. ¿Es cierto que la Inteligencia Artificial puede llegar a sustituir a los escritores?
Lo vaticinó el genial Alan Turing, por los tiempos en que sus algoritmos descifraron los códigos de la máquina Enigma. Para él, no quedaba lejos el día en que los pioneros de la computación idearían una máquina con la que podríamos dialogar, “para extraviarnos”. Ochenta años después, los ingenieros de OpenAI la han convertido en una aplicación sensacional. Un programa de inteligencia artificial que se presenta como ChatGPT y se desglosa como Generative Pre-Training Transformer. Aunque, a decir verdad, ese GPT tiene mucho más que ver con el viejo Gepetto, el carpintero que dio vida a una marioneta de madera, el entrañable Pinocchio, con idénticas funciones.
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