Casi al mismo tiempo en que se publicaba la segunda parte de la Trilogía de Baztán, también se ponía a la venta la 14ª edición de su primera novela El guardián invisible. Con esta edición son ya más de 113.000 ejemplares sólo vendidos en castellano, a los que hay que añadir los ejemplares de las otras lenguas de la península y las muchas ediciones que lleva en alemán, francés, italiano, portugués y otros idiomas.
Por si no fuera poco, este éxito literario viene acompañado por la posibilidad de que se le abran las puertas en el cine, ya que en la pasada edición de la Feria de Frankfurt, los productores de la trilogía Millennium y de las adaptaciones del inspector Wallander, se interesaron por su primera novela, antes incluso de salir publicada en España y compraron los derechos para el cine y ayer también se hicieron con los derechos de esta segunda novela. "Este verano estuvieron viendo localizaciones en Baztán y viendo la logística que tenía Pamplona y quedaron encantados con los paisajes y la infraestructura", señala orgullos la escritora donostiarra.
Legado en los huesos es la segunda parte de la trilogía, pero como los lectores se habrán dado cuenta, la trilogía conforma una única novela. "La Trilogía de Baztán es una novela dividida en tres partes. Debido a su extensión no cabía en un único libro, de ahí dividirlo en tres. Pero en cada tomo la inspectora foral Amaia Salazar empieza y termina con una investigación resuelta y, además, tiene un caso central que se prolonga en las tres novelas", analiza Dolores Redondo en un encuentro con los medios de comunicación en un céntrico hotel madrileño.
Ese caso central es la historia de la familia de la inspectora, donde va contando por qué la madre la odiaba tanto y no al resto de sus hermanos. En esta parte hay pasajes realmente truculentos, como cuando la madre al acostar a Amaia le dice: duerme pequeña zorra, que esta mano no te va a matar hoy...
En esta nueva novela, la tela de araña que va tejiendo la autora se muestra cada vez más densa y peligrosa pero, al mismo tiempo, algunas piezas de este puzzle empiezan a encajar. Para ello, ha necesitado, en esta ocasión, muchas más páginas, -casi seiscientas- que en la primera entrega. "Intento comedirme pero mis novelas tienen las páginas que tienen que tener. Las necesarias para contar la historia que yo quiero contar", apunta decidida.
Para llegar a ver la publicación de su primera novela tuvo que pasar por un largo periodo de aprendizaje, pero una vez visto el resultado, "me siento la mujer más feliz del mundo", afirma. Ha tenido que realizar un complicado proceso más o menos largo. "Escribí cuentos que enviaba a diversos concursos y llegué a enviar una novela infantil y juvenil un tanto oscura. No prosperaron", reconoce humildemente. Hasta que la fichó un conocido agente al que gustó mucho la primera novela. Pero todo ese proceso le ha servido para "aprender a no tener miedo a contar historias", cuenta.
En esta ocasión la escritora de Navarra nos ha desvelado nuevos secretos sobre sus personajes. Amaia Salazar se llama así porque su segunda hija se iba a llamar Amaia. Al final, -el nombre lo tenían que escoger su marido y su hijo-, decidieron llamarla June. "Yo me quedé con ese nombre para mi hija literaria", recuerda.
En Legado en los huesos ha querido hacer un homenaje a las mujeres trabajadoras. "Amaia se encuentra embarazada, tiene desajustes hormonales y no está en su mejor momento. He querido romper una lanza por la conciliación familiar", desvela. También continúa utilizando a los seres mitológicos de la religión del pueblo de los vascones. "Si en el primer libro fue el basajaun, una especie de cíclope caníbal, que en nada se parece a un yeti, que siembra el terror a su paso, en el segundo es el Trátalo, otro extraño ser mitológico cuya característica principal es que se mueve entre huesos y termina la serie con Mari, la diosa de la fertilidad, nos descubre la autora.
Todas estas criaturas de la parte oscura son las que adoptan los asesinos para comportase y cometer los crímenes como si fuesen esos seres. "Son de diversas maneras de la personificación del mal y nos sirven como una exploración de nuestro propio miedo", explica la novelista. Para ella, "el miedo que ya probamos una vez es el que más miedo produce. Todos tenemos miedo a algo que no decimos nunca. El miedo a la muerte, a la soledad, a la miseria, etc. Un miedo que hemos probado y que sabemos que no podríamos soportar", analiza. Además de una trama policial, la novela contiene grandes dosis de ese miedo psicológico.
Por eso, Dolores Redondo cuida mucho que la trama tenga un equilibrio entre lo intangible y la investigación real de los casos. La intuición de los policías ocupa un lugar importante en las investigaciones y aquí se suple ese factor con lo mágico de las criaturas mitológicas del valle de Baztán, ya que los asesinos cogen prestadas las características de esos seres.
Dolores Redondo reconoce el miedo que le produce terminar esta trilogía, pero ya tiene otra novela negra preparada para escribir. Paso a paso se está convirtiendo en una gran escritora de este género, porque como ella misma dice: "es un género que engancha mucho y me gusta escribir para este tipo de lectores", para los que no ahorra elogios cuando los califica de la siguiente manera: ¡Que listos son los lectores de novela negra, se dan cuenta de todo!
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