Principios de verano en Dubái. Multitud de turistas suben a ver la puesta de sol desde lo alto del Burj Khalifa, el edificio más alto del mundo. A uno de los muchos ascensores que bajan, se sube Ameera, una joven emiratí de buena familia, acompañada de dos amigas. Las tres van vestidas con abayas, las túnicas negras típicas de su país, y llevan los cabellos cubiertos con los shailas. Una multitud se aprieta en la cabina del ascensor. Ameera, de estatura y complexión menuda, no se encuentra muy bien.
El escenario no es lo mejor para su claustrofobia. A medida que descienden, su malestar va a peor. Una de sus amigas repara en su mala cara y le pregunta cómo se encuentra. Ameera no llega a contestar. Al llegar a la planta baja y desalojarse el ascensor, cae al suelo. No tiene pulso. Sus amigas piden auxilio. Algunos turistas se acercan a observar la escena, otros corren. Dos empleadas del edificio aparecen y comienzan a hacerle las maniobras de reanimación, una el boca a boca, la otra un masaje cardíaco. Pronto aparece otra mujer con un desfibrilador. Lo coloca en el pecho de Ameera, pero el aparato parece no funcionar. No hay nada que hacer. La joven Ameera ha muerto.
Este es el trepidante comienzo de Muerte en el Burj Khalifa, la primera novela de Gema García-Teresa, un thriller sorprendente que te atrapa desde la primera página. Nadie diría que estamos ante una ópera prima, porque esta novela tiene todos los elementos para convertirse en un éxito: un misterio que engancha, un escenario exótico y apasionante, una cultura viva y llena de contrastes y una protagonista que pelea por la justicia al tiempo que observa las severas tradiciones de su pueblo y lleva una pedicura impecable.
Dubái es una fascinante ciudad de contrastes que la autora, excelente conocedora del país y sus tradiciones, convierte en un personaje más.
Una ciudad donde las mujeres van perfectamente maquilladas y llevan sandalias de Jimmy Choo y vestidos de Prada bajo sus negras abayas. Sin soltar las riendas del misterio que nos cuenta, Gema García-Teresa nos permite echar un vistazo bajo las ropas y las costumbres de los emiratíes, compartiendo desde sus severas reglas hasta su gastronomía. Así, conocemos que: “tharid, el estofado de cordero del que se decía había sido el plato preferido del poeta Mahoma, (…) servido sobre unas piezas de regag, un pan tostado muy fino que absorbía los jugos del estofado y que era sencillamente delicioso; al harees, una mezcla de trigo y carne con ghee, la mantequilla clarificada habitual en muchas recetas, que necesitaba varias horas de cocción, y arroz machbuss con pollo.”
Una protagonista inolvidable
Un buen misterio no es nada si no tiene una investigadora a la altura. Y en este caso, Hessa Al Falasi responde con creces. La autora ha creado a un personaje tan bien definido que se nos antoja real. Aficionada a las novelas de Agatha Christie, esta joven viuda, abogada de profesión, tiene que luchar para cumplir con lo que se espera de ella, sin renunciar a lo que ella espera de sí misma; siempre observando rigurosamente las tradiciones. Y procurando no decepcionar a su madre.
“Sí, ya sé lo que dice mi madre. Que una joven viuda que ayuda en las querellas para romper matrimonios ahuyenta a cualquier posible pretendiente y que así nunca conseguiré un nuevo marido, ni podré formar una familia. Que cualquier hombre con dos dedos de frente saldrá corriendo ante una mujer como yo”.
Sin embargo ahí Hessa se equivoca. Sí tendrá un pretendiente. ¿Le acabará diciendo que sí? Tanto si es así como si no, por nuestro placer lector esperamos que sus aventuras tengan una pronta continuación.
Gema García-Teresa nació en Barcelona, ciudad en la que reside en la actualidad. Tras cursar la carrera de Medicina y especializarse en Farmacología Clínica, se incorporó a la industria farmacéutica, donde sigue desarrollando su profesión.
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