Sus obras han sido elogiadas por la crítica y recibido algunos de los galardones literarios más importantes (entre otros, el Millepages y el Premio de los Libreros). En 2010 se lo reconoció como Caballero de la Orden de las Artes y las Letras de Francia.
En la turba narra la historia de varios jóvenes marcados por la «tragedia de Heysel», ocurrida en Bruselas en 1985 durante la final de la Copa de Europa, donde murieron 39 personas en el estadio. ¿Qué le indujo a escribirla?
Esta es mi quinta novela y llegó un momento en que tuve miedo de instalarme en la rutina. Quise escribir una más ambiciosa que las anteriores, hacer algo que nunca antes había hecho, algo que ni siquiera sabía si iba a ser capaz de conseguir. Se trataba, en primer lugar, de escribir un libro más amplio y menos intimista que los otros, un libro más abierto al mundo. Literariamente era también una manera de aproximarme y abrirme a los libros que quise, por ejemplo, a los de Russell Banks y Don DeLillo. Y, además, estaba lo del 11-S en Nueva York, la caída de las Torres Gemelas. Lo que vimos entonces por la tele, esa sensación de que la historia se colaba en nuestras casas a través de las pantallas de televisión, recordé haberlo vivido mucho antes con el drama del estadio de Heysel: hablo de la muerte y la estupefacción en directo y al instante. No me apetecía hablar del 11 de septiembre, era demasiado reciente y una tragedia ante todo americana; deseaba tratar un tema que tuviera que ver esencialmente con nosotros, los europeos.
¿Qué cree que subyace tras la violencia futbolística? ¿Frustraciones, conflictos sociales, etc.?
A mi juicio, la violencia no atañe especialmente al fútbol. Surge más bien de la adhesión a un grupo, a una masa que le permite a cada cual desaparecer y esfumarse, liberarse del autocontrol que ejerce a diario. El individuo puede en tales circunstancias apoyarse en el grupo, librarse de sus responsabilidades. El grupo le permite dar rienda suelta a sus instintos, a sus pulsiones. Lo vimos y lo constatamos con los hooligans detenidos después del drama: ninguno tenía la impresión de haber cometido algo grave. Uno de ellos aseveró (e inquirió incluso): «He propinado patadas. Pero ¿acaso pueden un par de patadas matar a cuarenta personas?». El fútbol, y muy especialmente el drama de Heysel, obra como una lupa sobre los fenómenos grupales, de masas. Heysel es una parábola de la guerra, del clan. El fútbol es un modo simbólico de ejercer el ansia personal de poder, el deseo de dominio, pero expresa también la necesidad de fundirse con el propio clan, en detrimento de todos los que no forman parte de él. A veces, eso puede desbordarse y degenerar en violencia, pero por reglageneral el fútbol y el deporte constituyen maneras de vivir las propias pulsiones de forma pacífica, meramente simbólica.
Tras esta tragedia, ¿cree que cambiaron algunas cosas en el mundo del fútbol?
No lo sé a ciencia cierta, no soy en modo alguno especialista en tales asuntos. Aunque creo que sí, a tenor de la documentación que estudié para escribir mi novela. Parece que desde entonces las medidas de seguridad han cambiado mucho.
Desde sus inicios literarios suele entremezclar varias voces narrativas. En el caso de En la turba, una novela en parte sobre individuo y masa, este recurso cobra todo su sentido…
Sí, en este caso concreto, era un recurso muy importante. En mi opinión, la diferencia fundamental entre la novela y el periodismo estriba en que la novela no aporta ni contiene forzosamente datos e información, no es un instrumento de investigación en el sentido del, por ejemplo, trabajo de un reportero. Su herramienta es la impregnación, consiste en lograr darle vida a una situación, en cómo conseguir explicarla, en explicar unos hechos dándole a la vez al lector la impresión de estar viviéndolos, sintiéndolos y experimentándolos. Y desde esta perspectiva, el monólogo es un recurso muy poderoso. Permite enfocar y desenfocar, ampliar las miradas, conseguir que no haya una única verdad, lograr que existan tantas verdades como personajes. Al igual que sucede en la vida, cada cual va y viene y ve el mundo a su manera. El caleidoscopio es un modo de no jerarquizar la verdad, de mostrarla en toda su diversidad. Además, si hablamos de un mundo inmerso en el caos, el monólogo permite introducir la fragilidad, lo arbitrario, el movimiento.
La novela aborda asimismo diferentes aspectos «del odio al otro»; personajes como el hincha Doug ―xenófobo, violento, con vínculos con la extrema derecha inglesa― resultan de una absoluta actualidad. ¿La considera también una novela sobre el miedo?
El miedo es uno de los temas recurrentes en todos mis libros; es un tema que regresa una y otra vez… Tal vez porque es una mirada salvaje sobre el otro,sobre la diferencia, sobre la alteridad. Vivimos sumidos en relatos e historias aterradores, la actualidad diaria es muestra rebosante, y entonces se nos dice: «Muy bien, ahora ve y búscate la vida en este mundo, trata de agenciarte un hueco en el meollo, intenta hacerte con tu sitio». De ahí provienen los grandes impulsos actuales de repliegue sobre la familia, el grupo, la patria…. La extrema derecha tiene mucha fuerza en Europa, también en Francia, por desgracia; la violencia acecha por doquier a todos los grupos y estamentos sociales, de modo que dicha cuestión recorre, sí, todos mis libros y esta novela no es ninguna excepción en este sentido.
Pese al horror mostrado, "En la turba" es también una ficción sobre la pérdida y la búsqueda del amor.
No creo que una novela deba contentarse con tratar un único tema o asunto si realmente queremos que deje una verdadera huella en nuestro interior, es decir, si lo que anhelamos es que «viva» de veras en lo más profundo de nosotros. Creo que debe esbozarlos más o menos todos, los personajes no pueden limitarse a ser la encarnación de una única idea. Han de resultar vivos, complejos; es importantísimo no convertirlos en simples marionetas al servicio de su autor. La novela es un arte de tiempo y necesita tiempo: tiempo para tratar de comprender, de observar a las gentes de las que habla, tiempo para no reducirlas a unos cuantos síntomas. La novela debe tomarse el tiempo de acompañar el recorrido de sus personajes, debe abordar todas sus complejidades. Requiere de tiempo para afrontar las paradojas de una vida. Esta es otra de las razones por las que la novela es un arte único y de enorme importancia en nuestros días, tal vez porque resulta ser uno de los últimos ámbitos existentes en que uno puede otorgarse el tiempo del matiz y de la mirada sobre la complejidad de los seres humanos.
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