Blanca Bravo nos conduce, en su novela, por algunos de los lugares más significativos del siglo XVI. Las ciudades que recorre Rodrigo Hurtado de Mendoz, el protagonista, nos muestran la vida de dicho siglo y algunas de sus costumbres pero, también, nos enseña la sordidez de una de las instituciones más nefandas de nuestra historia, la Santa Inquisición, y de los oscuros personajes de la misma. Fernando de Valdés es el paradigma de estos personajes que asolaron nuestra geografía y que tuvieron sometidos, con mano férrea, al pueblo llano. Prohibieron lecturas que en Europa se podían realizar sin cortapisas y no permitían que las mujeres aprendiesen a leer. La lectura de la Biblia sólo se podría realizar por los eclesiásticos que la interpretaban a su conveniencia, sumiendo al pueblo a la ignorancia y dirigiendo su pensamiento para así tenerlos más controlados.
De ahí que la aparición de El Lazarillo, escrito en un lenguaje llano pero que ocultaba en algunos de sus pasajes mucha simbología oculta, fuese un aldabonazo en las férreas costumbres de la época. Dividido en siete partes, crítica a los estamentos más significativos de la sociedad tales como la nobleza, la Iglesia Católica y a los propios pobres. El siete es uno de los números más alegóricos que existe. Siete son los días en que Dios creó el mundo. Siete son los orificios que los humanos tenemos en la cabeza. Siete los pecados capitales. Siete los Infantes de Lara y así podríamos seguir hasta el infinito. Aunque el significado oculto del 7 se basa en la suma del 3 y el 4. Tres como la Divina Trinidad y cuatro como los Elementos Terrestres, por tanto el enlace entre los divino y lo humano. Como lo fueron los escritos de la santa avulense. De los que tenemos un supuesto ejemplo en la carta que le escribe a Diego Hurtado de Mendoza y que tras muchas vicisitudes encuentra su hijo adoptivo Rodrigo.
“La otra vida” no es una novela histórica más. Es una novela que por sus páginas deambulan muchos personajes reales de la época conviviendo con otros salidos de la pluma de la autora, todos ellos tratados de forma rigurosa, ingeniosa y con un indudable atractivo. Además, la novela contiene una trama, al modo detectivesco, donde un investigador, Rodrigo, realiza la búsqueda de unos textos prohibidos que le aclaren la relación entre su padre y Teresa de Jesús, precisamente el año pasado se conmemoró el quinto centenario del nacimiento de la santa abulense, aprovechando esa efeméride se publicaron varios libros sobre Teresa de Cepeda y Ahumada, la mayoría de ellos biográficos. Sin embargo, el que tenemos en nuestras manos va más allá y nos muestra una santa más mundana, al mismo tiempo que piadosa con la observancia religiosa y, siempre, preocupada por la unión entre lo divino y lo humano.
Pero si hay un verdadero protagonista en la novela esa es la literatura y en concreto el libro del Lazarillo. La búsqueda por encontrar el original del libro centra la trama de la novela que mezcla la rigurosidad científica con la amenidad de una novela de aventuras. Fue una edición castigada la que circuló entre el pueblo pero esa búsqueda por encontrar la edición que tenía en portada un pie descalzo se convirtió en el leit-motiv de la vida de Rodrigo. Lo que le conduciría a un final sorpresivo que no vamos a desvelar.
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