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Entrevista a Juan Gabriel Vásquez, autor de "Las reputaciones"

"Un libro es una carta muy sofisticada que se manda al mundo"

jueves 23 de octubre de 2014, 13:23h

Las reputaciones de Juan Gabriel Vásquez es la primera novela que comienza escribir en Colombia. Hasta ahora, sus tres anteriores novelas, pese a tratar siempre sobre temas muy colombianos, las había comenzado a escribir lejos de su tierra. Su nueva obra es una novela corta, un género que hasta ahora no había utilizado y que le ha gustado. La novela ha sido publicada por la editorial Alfaguara.

Después de El ruido de las cosas al caer el listón literario lo había puesto muy alto, pese a eso, "el éxito de un libro, no ayuda al éxito del siguiente", así se expresa el escritor colombiano en la entrevista que mantuvimos con él a raíz de la publicación de su cuarta novela. Para el escritor nacido en Bogotá, "un libro es una carta muy sofisticada que se manda al mundo". Esta vez esa carta tiene un protagonista que hace de la caricatura política su modo de vida.

"El libro es muy distinto de lo que había escrito hasta ahora", reconoce el autor en la entrevista que hemos mantenido en un céntrico hotel de la Gran Vía madrileña. Cree que la novela corta es un género aparte, distinto y diferente a la novela de dimensiones tradicionales. "La novela corta exige una concentración y una potencia parecida al cuento. Es parecido al cierre del zoom de una cámara fotográfica", explica concienzudo el escritor que estuvo viviendo en Europa cerca de 18 años antes de regresar a su tierra.

Las reputaciones es "una reflexión sobre nuestro momento actual", afirma Juan Gabriel Vásquez. "Un comentario, una calumnia, un suelto de periódico puede dar la vuelta al mundo por la red de una forma inusitada", razona. Ante esta perspectiva todo el mundo, no sólo los personajes públicos, estamos expuestos a la maledicencia de cualquier persona o medio de comunicación sin apenas defensa. En los años en que Mallarino denunció muy sutilmente al diputado Rodrigo Valencia, los periódicos tenían la facultad de crear o destrozar reputaciones. Entonces, había posibilidad de respuesta, hoy en día ésta, se difumina en un piélago de responsabilidades ocultas. "Vivimos una sobre exposición mediática", puntualiza.

Su vuelta a Colombia, por razones personales, después de dieciséis años en el extranjero, le está marcando de forma distinta. "Por primera vez, comencé una historia en Colombia", repite y continúa preguntándose "¿se hubiese modificado mi escritura si hubiese permanecido todo este tiempo en mi país?". "Probablemente, si me hubiese quedado en mi país, no escribiría de forma tan obsesiva de Colombia", se responde razonadamente.

Las reputaciones le hizo enfrentarse con un oficio que no conocía, el de caricaturista, para ello ha tenido que emplear un largo proceso de investigación. "Salir a la calle, hablar con la gente como si fuese un reportaje, hablar con dibujantes colombianos y españoles, para coger la esencia de un oficio que cada día tiene menos auge", señala. La fotografía dejó a oficios como el de caricaturista arrinconado y sólo el humor lo mantiene, como crítica social.

Precisamente, este es otro asunto crucial de la novela, ese aspecto moral. "La novela moral es el tipo de novela que más me interesa como lector y como escritor. Preguntarme sobre nuestras decisiones, sobre nuestra capacidad de hacernos daño y el tejido de responsabilidades que estos actos acarrean", puntualiza el escritor colombiano sosegadamente. Ese tipo de denuncia moral o social suele funcionar relativamente bien en el teatro. Shakespeare o Racine podían ser dos magníficos ejemplos, por eso, Juan Gabriel Vásquez esbozó la primera versión de la novela como si fuese una obra de teatro. El experimento no funcionó y considera que es un formato mucho mejor la novela.

"En la novela se puede hacer uno todas las preguntas que quiera de carácter moral sobre el comportamiento del ser humano", reflexiona. En Las reputaciones el autor acaba volcando sus neurosis en Mallarino. "Colombia es un país largamente enfermo", cree y lo que le gusta y quiere hacer es "poner en palabras los prejuicios que se tienen", sobre su país y sobre el comportamiento humano. Asumiendo el riesgo que supone la distorsión de unas opiniones.

Su forma de escribir, peculiar y arriesgada, suele dejar las historias abiertas a múltiples interpretaciones. "No me gusta que la novela dé respuestas simples. Me gusta que las novelas interroguen, que intranquilicen. Sobre todo, en las situaciones morales que suelen ser más complejas", confiesa. De ahí que reconozca que "los escritores somos muy tercos. La única manera de describir la parte moral es con una reflexión muy elaborada".

A su parecer hay pocos escritores que vayan por esa línea, por eso aprecia mucho la manera de escribir de escritores como Javier Cercas, "él se suele preguntar sobre lo que denomina el punto ciego de la novela, la pregunta que no se puede responder y, precisamente, ahí está la riqueza de una novela. Lo importante es el trayecto, lo que pasa mientras se piensa una obra", señala.

Para el escritor, "Colombia tiene hoy unos rasgos muy preocupantes, donde lo reaccionario convive con la democracia. Santos es más diplomático que lo fue Uribe, que nos dejó enemistados con la mitad de Latinoamérica y trató a Colombia como si fuese una gran finca que podía llevar a su antojo". Pese al cambio, el comportamiento pasado sigue causando estragos y si a esto unimos la brutal crisis económica a la que nos han llevado los políticos incapaces, el panorama se muestra aterrador.

Para Juan Gabriel Vásquez tiene mucha importancia su faceta de columnista semanal y colaborador en distintas publicaciones. "El novelista escribe porque no sabe y quiere saber, al contrario que el columnista que sabe. A mí me ocurre esto mismo, durante cuatro días a la semana me encuentro sumergido en un mar de dudas, cuando se acerca la hora de entregar mi artículo me vienen las certezas". En el artículo aporta soluciones, en la novela le gustan los finales abiertos, para que el lector escoja su final.

Para terminar nos adelanta que ya está trabajando en una nueva novela que será radicalmente diferente a las hasta ahora publicadas. Su reto es hacer una novela mucho más larga que las que ha escrito hasta ahora. Su intuición de los primeros momentos le impele a hacer una novela desordenada, al estilo de las del siglo XIX. Desde este mismo momento ya estamos nerviosos ante tamaña posibilidad.

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