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La opinión del autor: Manuel Fernández de la Cueva

jueves 23 de octubre de 2014, 13:23h

Manuel Fernández de la Cueva acaba de publicar "Diarias Opiniones"

He acabado de escribir un libro, si esto es un libro, de aforismos. Usted ha acabado de leer, si lo ha terminado, un libro de aforismos. Mi humilde opinión es la siguiente: "Ni yo he acabado de escribir tal libro, ni usted ha acabado de leerlo. Lo que aquí se ha escrito son unas ideas simples, esto es, unas opiniones que han surgido en mi vida cotidiana.

Un libro de aforismos

La propuesta, estimado lector, es la siguiente. Que sea yo el que lea sus pensamientos y que sea usted el que escriba mis aforismos. No acabaríamos nunca, ¿verdad? Pues es que la vida es así y en esto consiste vivir aunque parece que no lo acabamos ni de entender ni de interpretar.

Según esta opinión podemos entender, aunque no sé mucho, este escrito. Ni podemos comprender qué son los colores. La idea es ni podemos entender qué es el interior del hombre ni, tampoco, podemos entender la fragilidad de su alma.

Esta ha sido, estimado lector, la lectura que hago de mis "Opiniones Diarias". Nada, absolutamente nada, se agota en la vida del hombre, ni sus sensaciones, ni sus sentimientos, ni su ética, ni su sabiduría mortal, etc. Esta infinitud la he intentado expresar en tres conceptos o ideas que carezcan de representación real; los colores, el vértigo interior y el alma rota. No sé si son tres temas dispares. Puede que lo sean. Ahora bien, en estos tres conceptos, ideas o como se quieran llamar, he intentado saber quién es el Hombre.

Detrás de los colores se ocultan tanto objetos como el Hombre mismo y sus sentimientos. Por esto que la primera parte intenta reflexionar, mediante aforismos, sobre estos conceptos de la realidad vagos e indeterminados.

Esta reflexión sobre los colores nos ha llevado al segundo de los conceptos aquí tratados; a saber, el concepto de 'vértigo interior'. Este concepto se descubre gracias al ejercicio serio de la reflexión. La realidad no se agota aquí, ni en los colores que percibimos, ni en los sentidos que poseemos. Reflexionar, mirar en el espejo interior que llevamos dentro, nos permite ver esa profundidad que todo hombre posee. La crítica postmoderna que existe detrás de estos aforismos y que componen esta parte, es simple. El hombre ha dejado de mirar hacia sí mismo y, cuando lo hace, siente ese vértigo inalcanzable que tanto preocupó a los filósofos clásicos y que no es otra cosa que la vida contemplativa. Así pues el pensamiento débil o la ontología débil, como se quiera llamar, tiene como sustento una vida activa carente de reflexión interior. Por ello, esta reflexión acaba, coherentemente, con una apología del solipsismo.

Alma rota

El último de los conceptos que analizamos es el de 'alma rota'. Este concepto no es más que la clara y nítida consecuencia de las dos partes anteriores. La falta de reflexión conlleva una escisión interior; es el alma rota postmoderna. Si detrás de los colores encontramos un problema de conocimiento e interpretación, si detrás del vértigo interior encontramos un problema de moral y de identidad, podemos afirmar que detrás del alma rota lo que encontramos es un problema de dolor. La esencia de ese dolor se encuentra dentro de la memoria. Sí, la memoria es algo más que una facultad psicológica. Aquí, como en otros escritos, la memoria es un elemento fundamental para comprender lo que entiendo por el concepto 'intimum meum'. Este es el tema del postscriptum "Memoria e identidad".

El alma rota postmoderna tiene varias características. Una de ellas es la atemporalidad. Esto significa que para acabar con la postmodernidad hay que terminar con la atemporalidad del alma rota.

Dentro del alma rota hemos descubierto tres principios que nos permiten responder a la cuestión que se indaga en este escrito. Dichos principios son los de identidad, igualdad y azar. Todos los hombres compartimos dichos principios. Esto nos permite, a su vez, comprender los tres sentimientos que fluyen constantemente dentro del alma rota; el de finitud, el de moral y el estético.

Por último, hay dos conceptos relevantes que se tratan indistintamente y no específicamente en los diversos aforismos. Son los conceptos de 'inmortalidad' y de 'hombre muerto'. El primero pretende ser una espina clavada dentro del actual universo discurso postmoderno. ¿Por qué? Porque dicho concepto ha desaparecido del discurso filosófico actual. El segundo concepto pretende demostrar, frente a la opinión de Nietzsche, que realmente quien ha muerto no ha sido Dios sino el Hombre.

Dicho esto hay que entender el pesimismo que mueve el pensamiento aquí reflejado y, por último, el ejercicio constate y diario con el que he pretendido escribir estos aforismos.

El escrito queda completamente abierto a la opinión y a los nuevos tiempos -esperemos que menos postmodernos-.

Deseo que agrade la lectura de estas "Diarias Opiniones"


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