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Ángeles Mastretta presenta en Madrid su novela "La emoción de las cosas"

"Hay que moderar la pasión cuando se escribe"

jueves 23 de octubre de 2014, 13:23h

Ángeles Mastretta escogió el hotel Palace de Madrid para presentar la edición española de su último libro La emoción de las cosas que llega medio año después que la edición mexicana. En ese tiempo ya le han llegado diversas opiniones de diferentes lectores que le han apuntado que algo parecido a lo que cuenta les ocurrió a ellos o a alguien de su familia. El libro ha sido publicado en España por la editorial Seix-Barral.

 

Si escogió este céntrico hotel fue porque en el libro lo cita como algo imperecedero y durable. La casualidad quiso que en la sala en la que se celebró la rueda de prensa hubiese una exposición fotográfica sobre la historia del hotel. Y justo enfrente de mí tenía la foto de Felipe González y Alfonso Guerra que se hicieron en una ventana del hotel en la celebración del 25 aniversario del triunfo socialista de 1982. También estaba la que se hicieron ese día, en ésta alegres, en aquella con una sonrisa forzada, donde se notaba la tirantez que había entre ellos. A la misma hora el ex vicesecretario del PSOE estaba presentando en otro lugar su libro de memorias Una página difícil de arrancar, del que daremos cumplida información.

La emoción de las cosas indaga en un secreto familiar de la periodista y escritora mexicana: el silencio de su padre sobre los años que luchó en Italia durante la Segunda Guerra Mundial y su vuelta a su tierra. Pero hay mucho más, en el libro caben los recuerdos de una niña, de una adolescente y de una mujer que se ha ido formando paulatinamente en el oficio de escritora. "En el libro hay un montón de secretos que han dejado de serlo al ponerlos por escrito", dice al comienzo de la presentación.

"Algunos me han acusado de dar muchas vueltas para llegar a lo esencial", afirma, pero cree que eso es necesario. "Quería que fuese una novela y no lo he conseguido", reconoce frontalmente, porque hay demasiados recuerdos; según iba avanzando en la trama venían demasiadas estampas vividas, de ahí su lucha entre la ficción y la realidad. "La ficción tiene el deber de mentir", opina y en el libro hay demasiadas cosas ciertas, aunque sus hermanos, al leerlo, le han dicho que no son tal y como las cuenta. Los recuerdos tienen eso, se olvida lo malo y prevalece lo bueno o lo que nosotros creemos que fue bueno.

El libro está contado como una verdad, pero las cosas, para que parezcan realidad, deben antes parecer un artificio. De ahí que varios capítulos empiezan a caminar como si de una novela se tratase, pero vuelven a caer en el pasado y todo vuelve a cambiar. "No puedo realizar una novela con recuerdos tan cercanos", afirma. Es más un libro de memorias o de recuerdos que la novela que en un principio pretendía. Aunque ella sigue pensando que hasta en la propia memoria hay ficción.

"Escribo para los demás, para que me lean. Me importa que los demás me lean y se queden con mis historias", señala. Los escritores que dicen que escriben para ellos, en cierta medida nos están engañando; si fuera así sería mejor que no publicasen. Ángeles Mastretta publica para que la lean, para sentir el vértigo de la retroalimentación y que se queden con la historia que ha contado, aunque reconoce que cada vez se muestra más humilde en cuanto a los resultados.

"La intensidad de los afectos, la intensidad de la memoria es lo que quiero compartir y supongo que por eso este libro es sorprendente, por todo lo que cuento", apunta discreta. Por eso repite una y otra vez de manera anárquica, que su libro es "un regalo que quiero hacer a los lectores". El texto se desliza por esa fina linde en donde realidad y ficción se juntan y casi conviven juntos. La realidad es dolorosa para la autora mexicana, la ficción es más divertida. De ahí que sugiera que su próxima obra será ficción pura y dura, donde se invente unos personajes y unos lugares que ni siquiera haya conocido o visitado.

Su filosofía para escribir es muy sencilla, "los escritores debemos ser íntimos amigos de los lectores a los que les guste y crean en la ficción", explica. De ahí su afán de crear personajes con los que se puedan crear puntos de convergencia. Su manera de atajar estas cuestiones es clara, "yo soy una persona que vive adentro de una mujer; sería una mentirosa si tuviese que contar la ficción con los ojos de un hombre. Además, los hombres solo hablan de hombres", apunta divertida. Y añade que "yo puedo sostener cualquier cosa con la misma intensidad que un hombre".

Pasaron apenas dos meses desde que terminó de escribir su novela hasta que se publicó. "Afortunadamente soy una escritora que publica muy rápidamente", dice. Aunque hasta que la dio a la imprenta la corrigió varias veces y quitó algunas cosas que no quería que apareciesen. "Uno nunca se arrepiente de lo que quita pero sí de lo que no metió", cree y añade "elegir es siempre abandonar"

Aunque cree que "en la literatura, como pasa en la arquitectura o en los afectos: menos es más". De ahí su afán por pulir el texto y en escribir tal y como habla, pero eso sí, "moderar la pasión cuando se escribe". Si la pasión fuese lo preeminente estaríamos cayendo en el melodrama. "Lo que nos aparta del melodrama es el narrador, sobre todo cuando lo cuenta con ironía", subraya.

El oficio de escritor de libros es solitario y eso la aburre un poco. Ahora preferiría escribir a cuatro manos, o mejor aún, escribir como lo hacen los guionistas de cine o de televisión. "La literatura, el cine y las series de televisión nos van a cambiar la vida", cree y las series de televisión tienen mucha calidad, series como Madmen, los Sopranos, etc. Son para ella auténticas obras de arte y de expresión.

Arremete contra la falta de candor que hay hoy en la sociedad, "el candor es un lujo que se va perdiendo cada día más y parte de la culpa la tienen los periodistas", opina. Hay que mostrarse más directo en su opinión y si hay que preguntar algo hay que hacerlo ya, "todo lo que tengas que preguntar, sobre todo a tu familia, pregúntalo ya, porque quizá posteriormente no tendrás ocasión", aconseja.

Después de hacer el ejercicio de preguntar a sus familiares por la historia pasada, cree que se encuentra en un proceso donde cumplió con su cometido. "Es como si llegase al viernes después de una semana de trabajo y me quedase todo un fin de semana por delante para descansar", cuenta. Cuando vuelva a ser lunes, volverá con otra nueva historia. Mientras tanto disfruta de nueva lecturas; ahora está más empeñada en releer que en conocer nueva literatura. "Estoy leyendo a los clásicos del Siglo de Oro Español y sobre todo poesía, aunque en el avión he venido releyendo Fortunata y Jacinta de Benito Pérez Galdós", cuenta. Para un poco más adelante quiere leer a jóvenes valores, literatura más actual, porque como ella dice, "disfruto muchísimo del presente" y eso, desde luego, se nota.

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