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"Letters to Paul Morrissey": Mi querido Underground

Por Laura Ayet

sábado 23 de marzo de 2019, 14:20h
Letters to Paul Morrissey
Letters to Paul Morrissey
Armand Rovira se lanza a la tarea de filmar cartas para enviárselas a Paul Morrisey, director de Trash, Flesh y Heat, colaborador de Warhol y representante de la Velvet Underground. Usando una cámara de 16mm, reune una serie de misivas desde distintas partes del mundo, y de personajes dispares.

Drama| 77 min. |España| 2018

Título: Letters to Paul Morrissey.
Título original: Letters to Paul Morrissey.

Director: Armand Rovira, Saida Benzal.
Guión: Armand Rovira, Saida Benzal.

Intérpretes: Xavi Sáez, Almar G. Sato, Joe Dallesandro, María Fajula, Saida Benzal, Agnès Llobet, Andrea Carballo.

Estreno en España:
Productora: Dynamite Films S.L., From Outer Space S.L.

Sinopsis

Una serie de cartas son enviadas desde diferentes partes del mundo, escritas por personajes dispares, pero todos ellos tienen algo en común: son fans del cine del famoso Paul Morrisey, icono del movimiento Underground.

Crítica

Armand Rovira expone el film junto a la guionista Saida Benzal, dividiendo el planteamiento de su historia en varias cartas dirigidas al cineasta Paul Morrissey, especialmente conocido por The Factory de Andy Warhol y también por Flesh (1968), Trash (1970) y Heat (1972), considerada por Rovira como su más importante inspiración.
Los personajes comparten sentimientos y reflexiones, en una especie de conversación íntima que el espectador escucha como si estuviera sentado en el banco de al lado en un parque, casi sin querer. Quizás queriendo imitar la narrativa fly-on-the-wall. De tal modo que, el director consigue que parezca que nadie está dirigiendo el film, que nadie está al mando de la historia que nos cuenta. Probablemente, en un guiño al cine de Morrissey, observando sin participar en lo que sucede.

Letters to Paul Morrissey (2018)

Color, blanco y negro, pantalla partida, formato cuadrado, formato amorfo… Da igual, lo mejor de hacer una película es hacerla mientras siempre tenga algo que decir.

Color, blanco y negro, pantalla partida, formato cuadrado, formato amorfo… Da igual, lo mejor de hacer una película es hacerla mientras siempre tenga algo que decir. Nos ofrece un recopilatorio visual con la estética que forma parte del sello cinematográfico Underground. Su fijación por este estilo se ve reflejada hasta el punto de decidir los nombres de los protagonistas. Ejemplo de ello es el nombre del protagonista de la primera carta, Udo Strauss, en honor a Udo Kier, actor fetiche de Morrissey. El director Rovira ha participado en diferentes ediciones del Festival de Sitges, siempre experimentando con diferentes tipos de cámaras.
Para más abundancia de fetichismo, en esta ocasión ha usado una cámara de 16 mm, en concreto la misma (?) que se usó, supuestamente, para filmar Magical Mistery Tour, de los Beatles.

Letters to Paul Morrissey (2018)

Diferentes relatos y un común denominador. Una conversación directa con el autor, a pesar de que él no escucha, a pesar de que sea remitida a su casa en Nueva York… Con un clima basado en las palabras que le dirigen los fans. Es un film con diferentes ritmos, texturas, idiomas y escenarios. Quizás queda algo asfixiada entre tanto amor de fan, tanta adoración. El espectador puede sentirse como un voyeur, escuchando y viendo las confesiones íntimas de los admiradores hacia su admirado.
Las cartas tratan sobre la fe, la soledad, las drogas, la dependencia en las relaciones, con unos personajes atormentados en su mundo interior, buscando desesperadamente respuestas a sus dudas, utilizando como vía de escape la comunicación con la figura del cineasta, quizás como si esa figura representara una guía, un faro que ilumine el camino. Aunque, sabedores de que jamás obtendrán su respuesta, es como si lanzaran al mar un mensaje en una botella.

Letters to Paul Morrissey (2018)

El film es provocador y sorprendentemente coherente. La duración de las cartas es irregular, siendo la más corta (cinco minutos) la segunda, en la que aparece Joe Dallesandro, que dando voz al guión, afirma que no se arrepiente de su experiencia con las drogas. Otras referencias que coge prestadas en más de una carta son los comentarios sobre Françoise Hardy y Chelsea Girls.
Sus intenciones quedan claras, su obra es más que un homenaje a Morrissey, ya que desea obtener un resultado icónico. Este detalle se hace más que evidente con la toma del metraje del Crepúsculo de los dioses (Billy Wilder, 1950), lo que nos deja preguntándonos dónde acaba el fan y empieza el ego, siempre redundando estilo trash.

Letters to Paul Morrissey (2018)

Esta película es recomendada sólo para adeptos de la escuela Warhol, aunque reconforta saber que su legado artístico continúa. Además, puede ser la coartada perfecta como inspiración a nuevos cineastas y para las nuevas generaciones a buscar este tipo de cine.
Tras su paso por el Eurimages Lab Project Award del Festival Karlovy Vary y el FIDLAB Marseille, la película estuvo en el Tallinn Black Nigths Film Festival de Estonia. Además, se presentó en la sección Nuevas Olas del pasado Festival de Sevilla.

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