Su personaje central, Kalaitos, es un joven legado hispano de Quinto Sertorio que será el encargado de la defensa de la ciudad Calagurris Nassica, lo que es la actual localidad riojana de Calahorra. Otra ciudad que se atrevió a resistir el empuje romano en la península Ibérica. Agustín Tejada nos desvela en la entrevista algunos de los entresijos de su novela, que harán que el lector quiera adentrarse en tan apasionante historia. “El último celtíbero” es su tercera incursión en la Hispania del siglo I a. C. ¿Qué es lo que más le atrae de ese siglo? La verdad es que este siglo tiene bastante “miga” en Hispania, pero para mí el capítulo más atractivo corresponde a las Guerras Sertorianas. Es decir, al conflicto que enfrentó en estas tierras a los generales Quinto Sertorio y Pompeyo el Grande. La figura de Quinto Sertorio está omnipresente en su novela. ¿Qué representa el líder romano rebelde en dicho siglo? La verdad es que a lo largo de esta trilogía he llegado a “intimar” bastante con el Gigante de Nursia. Desde mi punto de vista, era un hombre íntegro, lleno de nobles ideales por los que peleó y murió. Su lucha por tratar de restaurar los valores de una República corrupta y marchita es ciertamente loable. Quinto Sertorio siempre buscó siempre la alianza con los celtíberos. ¿Le atraía su valentía en el combate? ¿Qué admiraba más de ellos? Bueno, ya sabemos que a los celtíberos se les denominaba “El terror de Roma”, en aquella época. El mismo Sertorio había padecido su furia cuando fue tribuno en Hispania a las órdenes del procónsul Tito Didio. Posiblemente fue su arrojo y su más que probable fidelidad lo que le impulsó a buscar su cercanía y su alianza, aunque hubo otros muchos pueblos hispanos que también le siguieron en su “cruzada” contra el Senado de Roma. Vuelve a estar escrita su nuea novela en primera persona a los ojos de Kalaitos. ¿Por qué le gusta utilizador esta forma? La realidad es que Kalaitos, el celtíbero contrebiense, es nuestro narrador en las tres entregas. Si lo he hecho así es porque estoy convencido de que narrar en primera persona aporta un plus de emoción a las novelas, sobre todo cuando se trata de contar historias que tienen que ver con la épica que rodea al ser humano. ¿Gana más en dramatismo? Ganan, en general, el sentimiento. Esta es una lectura que, no solo contiene drama. También encontraremos ilusiones, inquietudes, anhelos…e incluso esperanza. En “El último celtíbero. El asedio de Calagurris”, además de batalla, vamos a encontrar un auténtico carrusel de grandes pasiones. ¿Qué características destacaría de su protagonista? Kalaitos es un hombre endurecido por las circunstancias que le han tocado vivir. Un ser al que la guerra ha empujado a una madurez prematura y dramática. Es todavía bastante joven pero se ha convertido ya en un auténtico veterano de mil batallas. Por eso es enviado a Calagurris, en calidad de legado, con la misión de dirigir su defensa. La Hispania romana estuvo llena de traiciones entre los distintos pueblos de la península. ¿Qué papel jugaron los vascones en este episodio? La realidad es que, en algunos casos, los pueblos hispanos aprovecharon las guerras entre romanos para arreglar sus propias diferencias. Los vascones, en general, fueron aliados tradicionales de la Roma senatorial, al revés que los celtíberos. Aun así todo debe tomarse con mucha cautela, fundamentalmente porque las fuentes de que disponemos están incompletas y resultan insuficientes. No obstante, en mi novela los vascones aparecen del lado de Pompeyo. Casi todos los historiadores y estudiosos de la materia parecen aceptar la tesis de que el joven cónsul romano montaba sus cuartes de invierno y también buscaba refugio en esas tierras norteñas cuando el enemigo le apretaba. "La lucha y el hambre no son las únicas dificultades a las que se enfrenta una población asediada"¿La rivalidad entre Pirreso y Ultinos y su sucesor Sorban fueron la causa de que los romanos tomaran la delantera? Es que, a veces, la lucha y el hambre no son las únicas dificultades a las que se enfrenta una población asediada. La pelea por el control del oppidum también condiciona su defensa y, evidentemente, no ayuda a mejorar las cosas. ¿Fue adecuada la estrategia de Cneo Pompeyo Magno en Hispania? No soy un admirador de Pompeyo y, de hecho, pienso que Sertorio era un estratega muy superior. Sin embargo, hay que reconocer que arrastrar al enemigo hasta el litoral mediterráneo y hacerle pelear allí en campo abierto fue un movimiento bastante interesante por parte del joven procónsul romano. ¿La muerte de Quinto Sertorio significó el fin de la lucha contra Roma? Sertorio muere en enero del año 72 a C. A partir de ese momento comienzan las rendiciones de todos sus bastiones más importantes, excepto en el caso de Calagurris. Una ciudad hispana que no supo rendirse y forjó su propia leyenda llevando a cabo una resistencia imposible. ¿Todos sus personajes son históricos o ha incluido algunos ficticios? “El último celtíbero” es en realidad una novela que funde Historia y leyenda, tanto en su trama como en el reparto de los papeles. Hay muchos personajes ficticios y también alguno real, como Afranio, a la sazón lugarteniente de Pompeyo. Pero también he querido dejar espacio para la famosa matrona de Calagurris, auténtico emblema y leyenda de la ciudad riojana. Valeria, como yo la he llamado, no existió, pero seguro que lo hicieron otras muchas mujeres de su valor y entereza.
¿Cuántas resistencias numantinas protagonizaron los celtíberos? Como bien dices, la de Numancia es posiblemente la más conocida. La de Calagurris también mereció su espacio en las crónicas de los historiadores grecolatinos. Seguramente debido a su violencia y dramatismo. Hubo ciertamente otras ciudades celtíberas que sufrieron la ira y la fuerza de un ejército romano. Contrebia Leucade tuvo su propio asedio, aunque por parte –curiosamente- de Sertorio a comienzos de la guerra. Uxama, Clunia y Tiermes fueron otras fortalezas que todavía pelearon tras la muerte de Sertorio. Calagurris fue, de cualquier modo, la más tenaz y resilente. ¿Hacia Roma prisioneros a los sitiados o prefería el exterminio? En el caso de los asedios, las reglas eran bastante claras: si una ciudad se rendía sin lucha, no sufría el exterminio por parte del ejército asaltante, aunque sí posiblemente la esclavitud o el exilio; si, por el contrario, optaba por la resistencia, el castigo tras la derrota era someterla al saqueo indiscriminado y brutal de la tropa. ¿Qué le gusta más reflejar en sus novelas la historia bélica o la social? A mí, Javier, lo que me encanta es reflejar, profundizar y analizar la épica que rodea al ser humano. Porque son las situaciones límite las que despojan a las personas de todo lo banal y accesorio que hay en ellas, dejándolas reducidas a su verdadera esencia. ¿Ha terminada su ciclo sobre el siglo I a. C. o podemos esperar nuevas novelas? Sí, puedo adelantarte que para mi próxima novela volveré a la Guerra Civil española, para narrar la inquietante historia de un sacerdote que sobrevive a su fusilamiento en Paracuellos de Jarama. Puedo asegurarte también que se trata de una novela escrita sin el “ancla” de la ideología, que es lo que, al final, convierte en ciegas a las personas. Puedes comprar el libro en:
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