Con una sugerente ilustración de portada de Emma Real Molina, que parece representar a uno de los pulpos protagonistas del primer poema, que no desesperan “hasta que sienten el agua / hirviente de la cazuela”, se presenta esta sencilla edición que se abre con una cita en francés de André Breton y Philippe Soupault, que incide en el carácter animal del hombre industrializado.
El pequeño volumen está integrado por cuarenta y tres composiciones de ritmo libre, en su mayoría breves, y sin división interna en partes pues Miguel Ángel Real no necesita seccionar su discurso dado que este se sucede de forma natural gracias a su unidad temática y un peculiar estilo desnudo, que palabra sobre palabra se expresa sin grandes artificios y que parece comulgar con la filosofía lírica del gran José Hierro, pues como el poeta madrileño opta por expresarse de forma sencilla pero imbuyendo sus versos de un contexto metafórico. Un recurso del que se hace eco el título, no podría rotular mejor su autor el libro pues será la variada fauna humana la que lata con fuerza en su fondo. El camaleón, las orugas, las cochinillas, las cigüeñas, los erizos, los zopilotes o los gusanos serán la excusa perfecta para dilapidar ciertos aspectos inherentes a la condición humana, y lo hará con una ironía digna de encomio, veamos un magnífico ejemplo:
Dicen que el ruido de las termitas
que devoran con tesón y secreto
las vigas de una casa abandonada
es comparable con el que crean las pesadillas
al frotarse contra las almohadas.
Pero cualquier cosa
antes que este silencio.
Pero la propuesta de Miguel Ángel Real va incluso más allá, así no faltan las composiciones que por su forma o espíritu nos recuerdan a otras harto célebres, como el haiku:
Se alejan los estorninos
de un árbol torvo
que no soporta sus filigranas.
O la greguería:
Lo que hacemos con las ostras
es allanamiento de morada.
Pero fiel a su discurso, Miguel Ángel Real se desvía de la senda trazada en su día por Matsuo Bashô o Ramón Gómez de la Serna para seguir la suya propia en una línea crítica que pone en solfa algunos de los mayores defectos de nuestra especie: la servidumbre, la hipocresía o la cobardía, todos ellos derivados por el temor irracional de una mente racional, acostumbrada a doblegar sus impulsos primarios, frente a la nobleza inmanente de los animales.
Pero será en aquellos poemas donde el autor reescribe algún pasaje de su vida donde se dejará sentir su verdadero pulso, allí donde una anécdota personal es capaz de conectar con la mirada y el sentir del otro, aviso que aquel que trascienda el blanco de la cubierta para inmersionar en sus páginas emergerá letraherido.
En conclusión, Miguel Ángel Real nos plantea una interesante diálogo entre el instinto animal y la razón humana, una suerte de parataxis que se alimenta de la pura observación y ante todo de una gran capacidad analítica, que le permite poner el acento en los aspectos cotidianos de nuestra sensibilidad y que él reproduce de manera elegante y sincera pues para Miguel Ángel Real la poesía es su forma de decir la verdad en toda su pureza.
Puedes comprar el poemario en: