En este último libro, nos enfrentaremos al dilema del acercamiento de la fecha del fin del mundo, fijada por los escribas de Vectis en el 9 de febrero de 2027. ¿Se acabará el mundo este día? ¿Tendrá lugar algún acontecimiento especial? ¿O será un día como uno más? Para descubrir la respuesta a esta pregunta y el desenlace de la trilogía tendrán que leer este magnífico thriller y dejarse llevar por la historia y la acción que esta novela emana por cada uno de sus poros.
¿Qué le llevó a escribir la trilogía de La biblioteca de los muertos?
Bueno, yo escribí antes guiones de cine, durante 20 años y con un éxito no muy alto. A lo mejor, de veinte que escribí, sólo uno llegó a la gran pantalla. Y tenía problemas principalmente con ideas de gran presupuesto, ya que me costaba que los grandes estudios estuvieran interesados en ellas. Así que cuando se me ocurrió la idea de La biblioteca de los muertos, escribí como cuatro o cinco páginas del guion y me dije: "Olvídate de ello como guion, esto es una novela". En cierto modo, me sentí más cómodo. Los guiones son muy hiperactivos, hay que meterse mucho en ellos, trabajar duro y acabas en unas cuantas semanas o meses. En cambio, una novela en algo con lo que uno convive, uno convive con los personajes, tienes que sumergirte más en los detalles históricos y en los detalles de la realidad en su conjunto porque no es el director el creador del mundo, sino que es el novelista el que debe hacerlo todo. Y me sentí bien haciéndolo. Los lectores respondieron positivamente, así que, para abreviar, ahora estoy escribiendo mi octava novela.
¿Qué opina acerca de la predestinación?
Lo primero que creo es que es un tema de interés universal. Consciente o inconscientemente, todos estamos pensando en el futuro. Y esta dicotomía del libre albedrío frente al control externo por parte de fuerzas religiosas o espirituales es una preocupación humana muy común. Así que el mundo de la predestinación que he construido para la trilogía trata de caminar sobre un filo: por un lado, sabemos que el día en que nacemos, que el día en que morimos, son fechas fijas; pero, por otro lado, todo lo que ocurre entre medias queda abierto a la decisión del lector y a la de los personajes del libro.
Si usted pudiera consultar la biblioteca de su libro, ¿se buscaría en ella?
No, sin duda alguna. Creo que sería algo muy tóxico, porque si no, me quedaría centrado únicamente en el final y no viviría en el presente. También sé que hay gente para la que sí sería algo beneficioso saber la fecha de su muerte, por ejemplo, alguien que desarrolla una enfermedad terminal, ya que saben que se acerca el final y pueden utilizar estos últimos momentos para encontrar un objetivo para el resto de su vida. Pero en mi caso concreto, creo que cambiaría mi personalidad hacia peor.
¿Cómo cree que cambiaría el mundo si todos tuviéramos a acceso a la biblioteca?
Esa es la pregunta que los personajes del libro también deben responder, la cuestión con la que tienen que lidiar: el derecho a conocer cuál es su destino. En cierto modo hay una cuestión práctica con relación a esto en el presente porque ahora podemos secuenciar nuestro ADN. Por unos cuantos euros podemos recibir un informe y nos dicen que tenemos un gen que aumenta la probabilidad de tener cáncer de mama, enfermedad cardiovascular o Alzheimer, así que hay determinados aspectos de nuestro destino a los que sí tenemos acceso con más o menos especificidad o exactitud. De hecho, podemos ir algunas páginas web e introducir todos nuestros factores de riesgo, informes médicos, antecedentes familiares y demás y recibir una esperanza de vida. Así que la tecnología nos acerca cada vez más al mundo ficticio que yo describo en estos libros.
En otro de sus libros, La llave del destino, saca a colación el tema de la inmortalidad. ¿Qué opina acerca de la inmortalidad? ¿Qué implicaciones tendría en la sociedad hoy en el mundo?
Bueno, el tiempo en el que vivimos ahora es un tiempo en el que la esperanza de vida es mucho mayor que hace unos años: ha aumentado en veinte años a lo largo de todo el tiempo que he vivido. Cuando yo era niño, todo el mundo se moría alrededor de los 70-80 años, pero ahora hay mucha gente que incluso llega a los 90. Y el mayor impacto de todo esto, es fundamentalmente que hay que controlar el colesterol y la tensión arterial y también hay que fumar menos. Estas maniobras tan sencillas pueden aumentar la esperanza de vida en un 20-30% y en un futuro sería posible vivir o incluso 120 años o incluso más. Y esas son las ideas con las que estaba jugando en la llave del destino, así que este libro estaba basado más en realidades médicas que en pura ficción, como sucede en otros de mis libros.
¿Cuánta información cree que los gobiernos nos ocultan, como sucede en el libro?
Sin duda existe la sospecha de que hay un montón de cosas que se nos oculta. A los seres humanos nos gustan estas historias o teorías de la conspiración. Pero, en realidad, estoy convencido de que hay muchos menos secretos de los que nos imaginamos. Una de las cosas más fascinantes de Wikileaks fue el descubrimiento de todas las cosas aburridas que se ocultaban. Evidentemente hay espionaje y cosas parecidas, pero la mayor parte del material oculto trataba de gente que hablaba de la personalidad de otros, de cotilleos al fin y al cabo.
¿Por qué le gusta en sus libros combinar el presente con el pasado?
Porque vivimos con el pasado influenciando al presente, es decir, el pasado permea hacia el presente, sobre todo en Europa, diría yo. Y por eso me encanta escribir acerca de la historia de Europa. La historia de la cultura estadounidense es muy breve y no tiene raíces tan profundas. Pero, por otro lado, las raíces históricas y religiosas de Europa, los cambios en las fronteras de los países... todo ello tiene repercusiones directas en la historia europea actual y nos enseñan hacia dónde nos dirigimos como esa raza imperfecta que somos que continúa cometiendo los mismos errores que cometió en el pasado.
¿Cómo es que un médico como usted terminó escribiendo novelas, guiones, obras de teatro...?
Lo único que puedo decirte es que uno no es capaz de predecir el futuro con facilidad. Hay que dejarse guiar por el olfato y quizá uno piense hoy que quiere ser cardiólogo y lo logre, pero igual cuando llegues allí no sabes si va a ser completamente satisfactorio para ti. Y una de las cosas que yo he intentado hacer en mi vida es no quedarme atrapado en una única vía. Siempre he tratado de tener la flexibilidad y el valor suficientes para cambiar y para aprovechar las oportunidades que se presentan, porque sólo tenemos una vida, creo.
Menciona en esta última novela que el primer libro de la trilogía ha sido adaptado al cine en la ficción. ¿Piensa que también se adaptará al cine en la realidad?
Es posible y desde luego que los libros tienen una muy buena presentación cinematográfica. He hablado mucho con productores y creo que quizá sea posible que se dé la oportunidad sobre todo en Europa. Me gustaría que la película se hiciera en Europa más que en Hollywood, porque la producción europea da mayor profundidad y más alma a las películas.
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