Así, en esta novela se narra la vida de esa chocolatera a través de los tiempos. La historia surgió por el interés que muchos tenemos por interesantes objetos antiguos que hacen que nos preguntemos los hechos de los que podían haber sido testigos en el pasado y que, si hablaran, contarían historias maravillosas.
Siguiendo el hilo de la existencia de esa chocolatera, vamos a ir viendo a lo largo de tres historias que nos narran las situaciones tan diversas que ha vivido este simpático objeto. La primera historia es la más trágica de todas y nos presenta un triángulo amoroso protagonizado por un estadounidense, Max Frey, que se enamora de una catalana que en ese momento estaba enamorada de otro catalán.
La segunda parte se sitúa en el siglo XIX y comprende todos los elementos del folletín decimonónico y el encanto de las viejas novelas por entregas. Esta parte está protagonizada por una criada que trabaja para una familia burguesa barcelonesa. La historia de esta segunda parte es una tragicomedia similar a los argumentos de las óperas de Verdi, y que incluye también las historias de personas que nacen en una situación social ínfima y que terminan ascendiendo (o viceversa).
La tercera parte se desarrolla en el siglo XVIII, también en un ambiente de chocolateros barceloneses. Para Care Santos es la parte más disparatada, ya que es una comedia. Comenzó a escribir esta historia al encontrar documentos que trataban de un chocolatero, un tal Fernández, que tenía una chocolatería en la Barcelona del XVIII y que tenía una máquina de su invención con la que había conseguido hacer chocolate sólido, algo totalmente revolucionario y novedoso en su época. Incluso llegó a recibir comisiones de Inglaterra y Francia que venían a ver lo que él había inventado. Pero no encontró mucho más que esto debido a la dificultad de rastrear a un Fernández del que no se conoce con seguridad su nombre de pila. Esto es genial para un novelista, ya que si faltan muchos datos, se puede dejar volar mucho más la imaginación.
En cuanto al título, Care Santos reconoce que no lo tenía nada claro, incluso ahora que ya está la novela en las librerías, opina que no le acaba de cuadrar con el contenido debido a la dificultad de agrupar tres historias independientes (excepto por la chocolatera) bajo un mismo título. Una de las alternativas a Deseo de chocolate era Tres tazas de chocolate, debido precisamente a esas tres historias y a que el número tres es algo recurrente a lo largo de todo el libro.
Hablábamos antes de la documentación. El proceso de documentación de esta novela ha sido muy diferente a los que ha realizado para otras novelas. En este caso ha sido mucho más periodística, ya que fundamentalmente se ha basado en entrevistas a chocolateros, en las que fue sorprendida con temas tan interesantes como conocimientos científicos acerca del chocolate y la cristalización de la manteca de cacao, sus polimorfismos… completados con imágenes obtenidas con microscopio. Hay que destacar que esto le dio la idea de la primera novela, que trata sobre el aspecto más científico o químico del chocolate.
En definitiva, a través de la pasión por el chocolate, Care Santos traza un apasionante viaje en el tiempo en el que recorreremos más de tres siglos de historia, desde su llegada a Europa hasta la sofisticación de nuestros días. Vibrante y adictiva, esta maravillosa novela es un exquisito placer para los sentidos.
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