El prestigioso neurocirujano David Evans se enfrenta a una terrible encrucijada: si su próximo paciente sale vivo de la mesa de operaciones, su pequeña hija Julia morirá a manos de un psicópata. Para el Dr. Evans se inicia una desesperada cuenta atrás cuando descubre que el paciente que debe morir para que su hija viva no es otro que el presidente de Estados Unidos.
Como pueden ver, la novela está ambientada en Estados Unidos ya que, en caso de haber estado ambientada en España, la decisión del neurocirujano hubiera sido más sencilla que el mecanismo de un chupete y el libro se hubiera resuelto en uno o dos capítulos (incluso incluyendo el prólogo). Pero dejando los comentarios sarcásticos a un lado e independientemente de la crítica subyacente que pueda llevar incluida la novela en este aspecto, la trama principal de la novela consigue captar toda nuestra atención desde la primera página y prácticamente consigue que no soltemos el libro hasta llegar al final. Si quieren evidencias sólidas de esto les diré que tanto la publicación de esta novela como la de la anterior, La leyenda del ladrón, fueron publicadas cuando yo estaba en temporada de exámenes y ninguna llegó a durarme más de tres días.
Centrándonos más en el estilo, podríamos definirlo como un estilo totalmente absorbente y de gran presión psicológica, tanto para el protagonista de la novela como para quien lo lee. Tanto es así que durante la lectura nos sentimos como atrapados en una habitación minúscula cuyas paredes se van estrechando poco a poco y en la que únicamente encontramos oxígeno si continuamos con la lectura, página tras página, para conocer la evolución de los acontecimientos.
Por otro lado, El paciente es la primera novela en la que Juan Gómez-Jurado escribe con un registro en primera persona centrado en el personaje del doctor Evans, aunque en algunos capítulos se alterna con la tercera. Y hay que admitir que en esta novela es todo un acierto debido a que transmite aún mejor todo lo que pasa en la cabeza del protagonista en lo que a dilemas imposibles se refiere, sus miedos, sus dudas, reflexiones sobre sus errores del pasado, sus sentimientos, su orgullo o sus remordimientos. Y viendo que se le da tan bien la primera persona, ahora me pregunto cómo hubieran quedado en este registro otras escenas indelebles e impactantes de otras novelas de Gómez-Jurado como el momento en el que Paul decide arrancarse un ojo o cómo vive Sancho las desgarradoras e impresionantes muertes de algunos de sus grandes amigos.
En cuanto a los otros personajes principales, hay que destacar acerca de Kate que, hasta la fecha, es el mejor personaje femenino construido por el autor, y sobre el señor White decir que pocos psicópatas, expertos en la mente humana, están a su altura.
En definitiva, con su habitual maestría en la literatura de intriga, Juan Gómez-Jurado atrapa irremediablemente al lector con una novela apasionante y emotiva que se desarrolla en 63 frenéticas horas, que no da respiro en su lectura y que plantea un dilema moral imposible que puede cambiar el curso de la Historia.
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