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Etgar Keret
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Entrevista a Etgar Keret,” autor de “Los siete años de abundancia”

“Escribir es muy parecido a soñar”

Por Javier Velasco Oliaga
jueves 13 de noviembre de 2014, 19:49h
Siete años de abundancia son los siete años bíblicos que seguían a los siete años de penurias. El escritor israelí Etgar Keret comienza sus sietes años de abundancia con el nacimiento de su hijo. Esos años los refleja mediante una serie de relatos que ha titulado precisamente “Los siete años de abundancia” que ahora publica Ediciones Siruela y casi al mismo tiempo sale su versión en libro de bolsillo.
 (Fotos: Javier Velasco)
(Fotos: Javier Velasco)
Etgar Keret es un escritor muy singular. Su obra se divide casi a partes iguales entre la narrativa y la cinematografía. Como director de cine consiguió un gran éxito internacional con la película Medusa. Como narrador ha publicado una novela, cuatro libros de relatos, género en el que se encuentra muy a gusto y varios cómics. En Los siete años de abundancia ha llevado un registro de los acontecimientos vívidos durante los últimos siete años que separan el nacimiento de su hijo a la muerte de su padre.

A su padre le podríamos calificar como el judío errante. “Mis padres dejaron sus países de origen en la adolescencia debido a la persecución contra los judíos por parte de los nazis. Huyeron de Polonia, en un principio y después de Italia, donde se habían asentado. Mi padre estuvo en varios orfanatos y llegó a ser deportado a la Chipre británica. Siempre fue de un sitio a otro”, recuerda el escritor israelí en la entrevista que mantuvimos en la sede de su editorial española.

Uno de los puntos que defiende, para lo bueno y lo malo, es el carácter del pueblo de Israel, muy temperamental, debido a todos los sufrimientos padecidos, “aunque sintamos que no sabemos hacia donde nos dirigimos. Seguimos teniendo una sensación de ansiedad”, apunta sobre el carácter de los israelitas actúales.

Él ha salido tan viajero como su padre, aunque siempre ha vivido en Israel. “En mis 47 años de vida he recorrido muchos países, pero sólo he vivido en cuatro pisos que no se separan en más de cinco kilómetros”, reconoce el autor que lleva viviendo en Tel Aviv toda su vida, visitando los mismos parques, los mismos restaurantes, las mismas calles una y otra vez durante su vida, con sus escapadas viajeras a presentar libros o películas en cualquier lugar perdido del planeta.

Para el escritor, Israel viene de un agujero negro que es el holocausto y el futuro lo prevé como otro agujero negro: “nos espera un futuro violento. El israelí es una persona que está siempre dispuesta a trabajar y a crear cosas nuevas. Aquí la gente, por ejemplo, tiene una cafetería y si le va bien está feliz. En Israel si le va bien está pensando en montar otra cafetería”, cuenta Etgar Keret sobre el espíritu emprendedor pero al mismo tiempo inconformista.

“Nuestro carácter es muy temperamental, quizá tiene mucho que ver con que nuestros padres sobrevivieron al holocausto. Ese carácter nos hace ser demasiado suspicaces. A mí me ocurrió en una ocasión en Berlín, como cuento en uno de los relatos del libro. Sin embargo, Berlín es para mí una de las ciudades que más me gusta del mundo. Tel Aviv y Berlín tienen el mismo problema. No tienen clara su identidad”, explica el autor de Un hombre sin cabeza. Hay algo muy creativo en todo este proceso que ha hecho de Alemania un país muy tolerante y moderno.

Incluso tiene palabras amables para Angela Merkel: “Estuvo en una manifestación anti-semita y dijo que todas las personas que se muestran favorables al racismo insultan a la sociedad alemana. No puedo evitar en qué diría Netanyahu en una situación similar. A nivel social, tiene mucho que aprender de Alemania, que sus dirigentes y ciudadanos tienen una mente abierta, democrática y liberal”, algo que no ocurre en su país.

El servicio militar en Israel sigue siendo obligatorio. Tanto sus hermanos, una mujer y un hombre, como él, quedaron bastante traumatizados por esa experiencia. Su hermana cayó en la intransigencia religiosa y su hermano se convirtió en un radical de izquierdas. A Etgar Keret le salvó la literatura. Fue en aquellos años de servicio militar cuando comenzó a escribir sus primeros cuentos.

En sus relatos refleja el mundo onírico de manera precisa. “Creo que el proceso de escribir es muy parecido al de soñar”, expone con claridad en nuestra conversación. Los sueños se parecen mucho al proceso creativo, ya que opina que “no tengo el control de la historia que escribo y la dirección en que se desarrolla la narración no la puedo ni predecir ni controlar. Es todo una sorpresa que viene de tu propio inconsciente, que inicias pero no controlas”. Una metáfora del mundo que yo vivo, aunque a veces pueda tener el control absoluto de lo que ocurre.

Su hermana cayó en el fundamentalismo religioso después del servicio militar, “cuando las situaciones son complicadas se suelen buscar soluciones en la religión y esto no ocurre solamente en Israel, también sucede en el mundo musulmán, en el que se plantean preguntas existenciales sobre el fin de la personas”, elucubra el escritor israelí. El autor se considera agnóstico, que no ateo y finaliza diciendo “no veo que nada pueda salvarnos”.

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