Gastón Leroux nos presenta un relato de posesiones demoníacas, en el que el protagonista sufre la reencarnación de Cartouche, un conocido ladrón nacido en 1693, y así, tiene la oportunidad de desplegar una aventura presidida por la búsqueda del tesoro del asaltador de caminos, en la Francia de principios del Siglo XIX.
Pero es que además, Leroux, tal como hace también en El misterio del cuarto amarillo, no duda en mezclar la temática general con otras, en una especie de experimento literario completamente efervescente.
Así,
La doble vida de Théophraste Longuet ofrece desde situaciones terroríficas que beben de los crímenes de Jack el destripador hasta lances con trenes fantasma, o viajes al centro de la Tierra, al encuentro de civilizaciones formadas por habitantes ciegos y con hocicos rosados.
La doble vida de Théophraste Longuet posee una fuerte carga esotérica, con alusiones al espiritismo, y al mundo del ocultismo, propagada por alquimistas místicos de la talla de Aleister Crowley,
Y por si fuera poco, Leroux toma prestado tantos personajes reales y momentos históricos del devenir de Francia, que se podría decir que la obra es además una enciclopedia perfecta de los sucesos más importantes del país galo.
Cuando Théophraste Longuet, un retirado mercader de sellos de goma, visita el museo de la Conciergerie, que fue en su día una famosa cárcel de París, sufre una transformación que deja atónito a sus acompañantes, a Marceline su bella esposa, y a Adolphe, un amigo y protegido de la familia. Todo parece indicar que el bonachón ha sido poseído por el espíritu maligno de Cartouche, un célebre bandolero que fue encarcelado en ese patíbulo. De todos modos, el suceso abre las puertas para que el trío pueda investigar con facilidad el paradero del tesoro perdido del asaltador de caminos, algo a lo que se apunta la cretina pareja que vive en el mismo edificio que el matrimonio Longuet, deseosa de solucionar sus problemas de deudas económicas.
Mientras, Marceline y Adolphe disfrutan de un romance a espaldas de Théophraste, éste se enfrasca cada vez más en una espiral amarga de muerte y autodestrucción. La ciudad empieza a estar asolada por la aparición de misteriosos asesinatos, que obligan al Comisario de policía a Mifroid a organizar un plan de búsqueda del responsable. El orgulloso agente no sabe que dicha operación le llevará muy, muy lejos, incluso a los subterráneos de París, a las conocidas como Catacumbas, donde le esperan sorpresas tan increíbles como la presencia de toda una ciudad oculta y milenaria.
Gastón Leroux, célebre novelista francés que obtuvo fama gracias a sus historias policíacas y de terror publicadas en los albores del Siglo XX. Nacido en 1868 en la ruta que unía Le Mans con su hogar familiar de Normandía, Leroux heredó una considerable fortuna cuando su progenitor murió en 1889, pero no por ello, el joven dio la espalda a su intento de trabajar en algún prestigioso periódico del país. Nuestro hombre había estudiado abogacía, vocación que abandonó de forma definitiva cuando obtuvo un puesto como crítico teatral en el L'Echó de Paris. Aunque ya había publicado varios relatos cortos y pequeñas poesías, amén de novelas de considerable eficacia como por ejemplo Les Trois Souhaits (1902), no gana notoriedad como escritor hasta que inventa un personaje llamado Joseph Rouletabille, que a todas luces se convierte al momento en la respuesta francesa a Sherlock Holmes. El sabueso será protagonista de siete libros que comienzan con los clásicos del género negro gabacho
El misterio del cuarto amarillo (1907) y
El perfume de la dama de negro (1909). A partir de aquí, compagina su labor exitosa como reportero con la literatura, logrando en esta última, uno de los grandes clásicos del género de terror romántico, con
El fantasma de la ópera (1910). Poco antes de morir en 1927, debido a complicaciones en una operación rutinaria, Leroux se había acercado al cine, montando su propia productora.
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