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Gustavo Travi

10/06/2016@18:11:43

El lenguaje que Ricardo Martínez construye minuciosamente en este libro, cobra vuelo hasta legar a la serenidad. Su decir poético es la calma. Y ahí, en ese lugar profundo se mueve, a paso lento, cuidadoso, sutil, como para que cada elemento del universo pueda ser considerado y contemplado: “Y la tarde se detiene también, duda como sumida en un pensar ajeno”. Es un bálsamo esta lectura, en medio de tanta velocidad urbana, encontrarnos con líneas que prescindan del apuro compulsivo, de la superficialidad, y que puedan detenerse a contar de esa manera lenta, la vida.

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