08/10/2017@10:38:51
“En Las Marismas del Guadalquivir reina un silencio que habla, roto, de vez en cuando, por las diferentes notas que dejan en el aire, de sabor a mar, los patos reales, los silbones… Los relinchos de los caballos y el burdear de los toros, que la pueblan, retumban bajo el cielo azul durante las noches, que les incitan a desafiarse a grandes distancias”.
Nuestro poema de cada día
Miguel Hernández nació en Orihuela, en 1910, en el seno de una familia humilde. Desde una formación prácticamente autodidacta, y en diez años escasos, logró resumir las estéticas de su época en una poesía entusiasta y bella, combativa y humanísima. Tras dejar el pastoreo de su tierra natal y otros modestos oficios, se trasladó a Madrid en busca de trabajo. Allí entabló relación con Juan Ramón Jiménez, Vicente Aleixandre, Pablo Neruda y José María de Cossío, entre otros escritores. Durante la Guerra Civil de 1936-1939 combatió en las filas de la república en distintos frentes y viajó a un famoso congreso de teatro celebrado en Moscú. Poeta-pastor, poeta-culterano, poeta-social, poeta-soldado, poeta-prisionero, su vida cruzó por zonas de dramática sombra, convirtiendo buena parte de sus escritos en grave testimonio de nuestro tiempo. Tras una condena a muerte conmutada, murió enfermo, en la cárcel de Alicante, en 1942.
“Clint Eastwood no sería Eastwood sin España”
El periodista y escritor sevillano Francisco Reyero concluye con “Eastwood. Desde que mi nombre me defiende” su trilogía americana sobre tres reputados actores. Primero fue Frank Sinatra, después siguió Donald Trump -consumado actor histriónico- y ahora Clint Eastwood. Los tres podrían haber protagonizado la mítica película del director italiano Sergio Leone “El bueno, el feo y el malo”, y no precisamente por este orden, pero sólo fue Eastwood quien lo hizo.
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“La larga noche” es una novela con base biográfica, en la corriente de narrativa de no ficción, que arranca el fatídico 28 de agosto de 1947 en la plaza de toros de Linares. Manolete ha sido corneado por Islero en el muslo derecho. En su habitación José Flores Camará, su apoderado; su mozo de espadas, Guillermo González; su amigo el rejoneador Álvaro Domecq, y tras ellos, un espectador excepcional, el autor de este libro, Joaquín Pérez Azaústre, que con pulso firme narra la muerte de un mito que dejó desolada a toda una generación de españoles.
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