Cuatro de esos políticos se han cruzado de acera para instalarse en el Teatro Reina Victoria, con la idea de permanecer allí, al menos una legislatura. Todo el país está pendiente de la votación en la que se decidirá quién será el presidente de gobierno. Se dan múltiples opciones de acuerdos entre partidos y hay hasta tres líderes que podrían alcanzar el puesto. Durante las últimas semanas ha habido componendas, amenazas, promesas, compromisos, alianzas y rupturas de todo tipo, hasta que finalmente las fuerzas políticas han llegado a un acuerdo y parece que hay un candidato que podría obtener la mayoría suficiente. Sin embargo, hay dudas de que al final pueda lograrlo pues se prevé que pueda producirse alguna sorpresa en el último momento.
¿Les suena todo esto? Pues así hemos estado, recientemente, un año; esperando las componendas de estos padres de la patria para gobernar un país casi ingobernable. En el Congreso de Antonio Prieto, autor y director de “Suceso en el Congreso” nos traslada al día anterior a la votación donde saldrá en nuevo presidente o presidenta y donde un famoso periodista reúne en el bar del Congreso, en obras, a representantes de los cuatro principales partidos con el propósito de hacerles una entrevista. Acabada la reunión y cuando ya se disponen a marcharse, se dan cuenta de que uno de los políticos: el diputado Gutiérrez, permanece en el WC desde hace ya un buen rato.
Aunque inicialmente no le dan importancia y se limitan a esperar a que salga, no tardan en darse cuenta de que el tiempo que lleva ahí dentro es excesivo y deciden entrar a ver qué ocurre.
Y lo que ocurre es que el diputado Gutiérrez, el líder del único de los partidos con capacidad para poder aliarse con cualquiera de los otros y cuyo voto es determinante para dar la mayoría suficiente a cualquiera de los aspirantes a la presidencia, está muerto y tiene un cuchillo jamonero clavado en el pecho.
Nadie ha entrado o salido durante la reunión, así que el asesino está entre los presentes. Ante la gravedad de la situación, el Ministerio del Interior manda al mejor de sus hombres: el inspector Faustino Pereira. Las instrucciones que lleva son muy claras: de allí no sale nadie hasta que se esclarezca el crimen. Pero no sale como lo tenían preparado, Pereira no llega y en su lugar aparece…
La obra ha sufrido un atraso de cerca de dos semanas porque no la tenían lo suficientemente preparada. “Hemos tenido algún problema de agendas y no hemos podido ensayar todo lo que hubiésemos querido”, nos confesaba Javier Antón hace un par de semana. Pero estos quince días que han pasado les han servido para engrasar la maquinaria y poner la obra a punto.
La obra está protagonizada por Agustín Jiménez, en el papel principal, que hace un curioso inspector de policía, más para allá que para acá. El resto del elenco Mar Abascal, Sara Gómez, Javier Coll y Javier Antón, parecen sacados de la serie de televisión Gym Tony, al menos los tres primeros han participado en la misma y Javier Antón en Vaya Semanita de la televisión pública vasca, y llevados directamente al escenario teatral.
Tanto Mar Abascal, conocida soprano a la que hemos podido ver en varias zarzuelas, como Sara Gómez demuestran cualidades cómicas que nos hacen reír con los enredos que se plantean en la obra. Una en el papel de diputada reaccionaria en lo público y liberal en lo personal, y la otra progresista trepa nos divierten con sus papeles, a los que tienen perfectamente cogidos la medida.
La vis cómica de Javi Coll y Javier Antón nos hacen que disfrutemos con sus ocurrencias. Lo único que no me gustó fue que los periodistas quedásemos como los malos de la película, cuando estaba claro quiénes eran los culpables del desaguisado en ambas aceras de la Carrera de San Jerónimo. Esta obra policíaca a ritmo de vodevil, divierte, entretiene y hace pasar una hora y media con una sonrisa en los labios que se convierte en carcajadas con las ocurrencias de los protagonistas en múltiples ocasiones. Ni que decir tiene que es el actor y monologista Agustín Jiménez el que lleva el peso de la investigación y de la obra. Es el más histriónico de esta curiosa pandilla y el que tiene el papel más difícil, algo que solventa con oficio y humor.
Para pasar una tarde-noche divertida y olvidar el calor, no hay nada mejor que ver la representación de estos cómicos con mayúsculas que nos hacen reír tantas veces como nos acerquemos por el Congreso. No sabemos bien si la comedia representada es en una acera u otra de la calle. Tendrán que ir allí a investigar, como el curioso inspector al que da vida Agustín Jiménez.