Entre estos tesoros sobresale su literatura de viajes, de gran riqueza tanto en la descripción de ciudades y paisajes como en las reflexiones que suscita en la imaginación de Thackeray todo lo que se encuentra en su camino.
En "Diario de una travesía", a Thackeray no le pueden las concesiones al romanticismo, ningún adanismo le reconcilia con la "naturaleza" de los pueblos que visita.
Su retrato de Lisboa, Cádiz, Gibraltar, Atenas, Constantinopla, Jerusalén o El Cairo es tan sincero como mordaz, y justamente ahí reside su gracia, que con seguridad sabrá apreciar el lector desprejuiciado.
«Esta mañana el sol sacó a todos los indispuestos de sus literas, y por suerte cesaron los indescriptibles quejidos y ruidos que salían de detrás de las puertas tan bien pintadas a ambos lados del camarote».
William Makepeace Thackeray (1811-1863) cultivó la literatura, el periodismo, la edición y la caricatura. Gracias a sus novelas, se convirtió en el competidor y rival principal de Charles Dickens, de quien le separaba profundas diferencias ideológicas y estéticas. Tal vez de su dedicación profesional provenga el humor, satírico y hasta cabría decir que inmisericorde, con el que describe los muchos países que visitó, comparados siempre, para bien y para mal, con la Inglaterra de su tiempo.
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