Con su juego dialéctico, conjunción de humorismo y trivialización, una percepción vanguardista y ciertas claves vivenciales desde lo antropológico, lo biopolítico y desde el singular popularismo de la fiesta religiosa, consigue todavía sorprender al lector tras muchas décadas desde su gestación. Un libro, en su pequeñez, tan imponente y amplificador -quizás una de las culminaciones de una "forma de ver" que quedó por desgracia truncada en 1936-, invita a preguntarse: ¿de dónde salieron sus páginas?
Es por ello que nuestra edición de este libro tan sensible, que reproducimos desde su primera edición en 1934, se acompaña por la publicación, por primera vez, de una muestra lo más exhaustiva posible de la obra literaria que Núñez de Herrera dejó desperdigada en los periódicos y revistas en los que colaboró. De esta forma, su libro de Semana Santa se nos presenta como una desembocadura parcial de un conjunto prosístico dedicado a Sevilla que es mucho mayor y hasta ahora prácticamente desconocido -y que incluye un cuaderno de poemas inéditos-. Surge, por tanto, un nuevo aparato literario, un imponente fruto de una época muy sensible de la literatura en torno a Sevilla. También un renovado retrato de este original escritor, de sus inquietudes filosóficas y políticas, sus lecturas y sus proyecciones artísticas, más allá de su conocida "teoría y realidad"; un legado literario prometedor, lleno de hallazgos, y que quedó truncado y olvidado por su temprana muerte y los avatares de la historia.
Antonio Núñez y Cabezas de Herrera (Campanario, Badajoz, 22 de marzo de 1900- Montegordo, Portugal, 23 de julio de 1935) es conocido principalmente como el autor de un libro señero de la Semana Santa sevillana: Sevilla: Teoría y realidad de la Semana Santa (1934). Llegó a Sevilla en torno a 1916 para incorporarse como funcionario del "cuerpo de Telégrafos". Con tempranas aficiones literarias, se incorporó pronto al grupo de literario que se agrupó en torno a la revista Mediodía. Debido a la Exposición Universal de 1929, comenzó una intensa labor periodística y literaria para El Noticiero Sevillano y el diario madrileño La Libertad que lo integró en el mundo de la prensa. Tras la llegada de la II República, de la que era gran afecto, se integró en las primeras corporaciones municipales de la ciudad y puso en marcha dos proyectos de cabeceras que resultaron fallidos: el semanario republicano Crítica y El Pueblo. Diario Republicano de Andalucía. En 1932 dirigió la puesta en marcha de la Hemeroteca municipal, organismo al que no dejará de estar vinculado hasta su repentina muerte, ni a un año de la publicación de su rompedor libro, debida a una fulminante neumonía mientras disfrutaba de un permiso vacacional con su familia en el Algarve portugués.
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