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"Cobayas atómicos", los experimentos radiactivos con humanos que ocultó Estados Unidos

jueves 05 de septiembre de 2019, 17:00h
Cobayas atómicos
Cobayas atómicos
Eileen Welsome revela en "Cobayas atómicos" los ensayos científicos ocultos que redujeron a mujeres, hombres y niños a la condición de «cobayas». Ha llegado el momento de descubrir su historia.

Una investigación valiente y excepcional sobre el impacto de la experimentación radioactiva ilegal llevada a cabo por el Proyecto Manhattan en civiles estadounidenses.

En una escuela de Massachusetts, añadieron isótopos radioactivos en los desayunos de 73 niños discapacitados. En una clínica prenatal de Tennessee, 829 mujeres embarazadas recibieron «cócteles de vitaminas» (en realidad, bebidas que contenían hierro radioactivo).

En 1945 experimentaron con civiles, con la finalidad de tratar el cáncer, embarcándose en un ensayo humano terrible: la inyección sistemática de plutonio radioactivo a hombres, mujeres y niños estadounidenses, reduciéndolos a «cobayas atómicos».

La autora, valiéndose de cientos de documentos desclasificados y entrevistas de primera mano, rastrea la historia que hay detrás de un encubrimiento que duró más de cincuenta años.

No cabe la menor duda de lo siguiente:

• Miles de estadounidenses fueron utilizados como animales de laboratorio en experimentos de radiación financiados por el Gobierno federal. A muchos de los sujetos no se les pidió su consentimiento ni recibieron información precisa sobre la naturaleza de estos experimentos. Algunos no sabían que ellos o sus seres queridos habían sido empleados como cobayas hasta 1994 o 1995. Algunos ni siquiera lo saben ahora ni lo sabrán nunca.

• Muchos de los médicos y los científicos que realizaron estos experimentos violaron repetidamente la confianza de sus pacientes y los indujeron a engaño. Hicieron caso omiso del Juramento Hipocrático, las pautas de la Asociación Médica Americana de 1946 y el Código de Núremberg, así como de las políticas adoptadas por la Comisión de Energía Atómica en 1947 y por el Departamento de Defensa en 1953. La legislación civil y penal también pudo haberse infringido. Más allá de estas consideraciones, los investigadores infringieron un derecho fundamental que pertenece a todos los adultos competentes: el derecho a controlar su propio cuerpo.

• Aunque la mayoría de los experimentos fueron estudios con elementos trazadores, que implicaba la administración de sustancias radiactivas en cantidades tan pequeñas que probablemente no causaban ningún daño, la mayoría de los científicos coinciden que ninguna dosis puede considerarse segura.

• Se sabe que algunos estudios han tenido consecuencias muy graves. Los experimentos de irradiación de cuerpo entero causaron un sufrimiento intenso y la muerte prematura en algunos pacientes. Los tratamientos con varilla de radio y algunos de los experimentos con yodo radiactivo incrementaron el riesgo de sufrir cánceres de cabeza, cuello y tiroides, así como otras alteraciones secundarias. Incluso se cree que el presidente Trump pudo estar afectado por estos experimentos.

Durante cinco décadas, el público permaneció en gran medida ignorante sobre la naturaleza sistemática con los experimentos de radiación con humanos. El secretismo, unido a la naturaleza cerrada intrínseca del estamento atómico, impidió que los experimentos se dieran a conocer.

Pero lo cierto es que los veteranos del Proyecto Manhattan y sus protegidos controlaban prácticamente toda la información. Eran miembros de los consejos que establecían niveles de radiación, asesoraban en reuniones en las que se debatía la experimentación en humanos, investigaban accidentes nucleares y servían como testigos expertos en causas de daños y perjuicios por radiación. Los investigadores del Proyecto Manhattan también trabajaban en un mundo profesional que se mantenía extraordinariamente estable. Cuando el proyecto en sí hubo desaparecido, los científicos consiguieron trabajos en laboratorios de armas y en universidades, muchas de las cuales tenían contratos con la Comisión de Energía Atómica, y permanecieron en esos trabajos el resto de sus vidas.

Por lo general, los experimentos realizados después de la guerra no eran secretos. Pero los resultados se publicaron en revistas poco conocidas o en boletines de salud de laboratorios que no estaban accesibles para el público. Además, muchos de los debates sobre política que rodeaban el propósito de los experimentos se mantenían en secreto.

En su conjunto, los documentos demuestran que los veteranos atómicos corrieron un riesgo sin tener conocimiento de ello. Probablemente, el alcance de ese riesgo nunca se sabrá con certeza porque el paso del tiempo ha borrado pistas de información y la evidencia documental era chapucera e incompleta. Muchos veteranos corrieron riesgos por una finalidad frívola y desvergonzada: relaciones públicas.

Eileen Welsome es periodista y Premio Pulitzer. Su primer libro, The Plutonium Files: America’s Secret Medical Experiments in the Cold War, fue galardonado con dos premios PEN. Ha recibido los premios George Polk Award de periodismo de ámbito nacional y el Selden Ring Award de periodismo de investigación, entre otras distinciones. Actualmente vive en Denver, Colorado.

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