Otro libro, en este caso biográfico, muy cuidado y riguroso como casi todo lo que publica esta editorial. Desde el momento en que Roma, sobre todo la republicana, comienza a asomar sus apetencias imperialistas al margen de sus murallas, la resistencia de todos los pueblos con los que se confronta crece. El respeto del SPQR hacia todos esos pueblos es nulo, por lo que sus gobernantes se defienden, desde Pirro del Epiro, Antíoco III el Grande, Cleopatra VI, o Aníbal Barca de Cartago, entre otros de mayor o menor enjundia, hasta el personaje que hoy nos ocupa, el rey Mitrídates VI Eupator el Grande del Ponto Euxino [132 a.C.-REY DEL PONTO desde el 120 a.C., hasta el 63 a.C., “Mihrdat” o Enviado de Mitra]. El genio inmarcesible de Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791) le dedicó su primera ópera: “Mitridate, Re di Ponto; KV-87”. En el año 88 a.C., un monarca de 44 años de edad, y que lleva gobernando 32, urdirá un plan diabólico para intentar conseguir asesinar a todos los romanos o itálicos, varones, mujeres, esclavos y niños que tuviese a su alcance. El conspirador por antonomasia será el rey pontino Mitrídates VI; serían severamente castigados, con pena de cruz, todos los que pusiesen en alerta a esos ciudadanos de Roma. Los esclavos que no hablasen latín serían perdonados y manumitidos, y los que colaborasen en la eliminación de sus amos recibirían un premio. “Quienes acabaran con los prestamistas romanos verían canceladas sus deudas. Incluso se ofrecieron recompensas a escondidas para los informantes y los asesinos de romanos”. El plan tuvo un gran éxito, ya que en aquella jornada fueron masacrados un mínimo de 80.000 romanos e itálicos, y quizás un máximo de 150.000. Como es de rigor en una idiosincrasia imperialista tan genocida como la de Roma, por este hecho casi justificable, enseguida el Senado despachó al general, luego gran dictador sanguinario y cruel en extremo, Lucio Cornelio Sila, para que llevase a cabo la esperada venganza. Existen relatos pormenorizados de algunos de los pocos supervivientes, como por ejemplo Publio Rutilio Rufo (159-78 a.C.) que fue un político, militar e historiador romano, que se salvó por los pelos. Estaba exiliado en Asia Menor, por una falsa condena de extorsión realizada por los publicanos (año-92 a.C.). Tanto Cicerón, como Tito Livio, Valerio Máximo o Veleyo Patérculo lo califican de hombre honrado e íntegro, su condena sería fruto de una conspiración. Narra los hechos en su obra: Oratio ficta ad Mithridatem regem. En el año 135 a.C. la aparición de un cometa anunció la llegada de un rey salvador. A priori, tras la inesperada derrota de Aníbal Barca el Grande, en la Segunda Guerra entre Roma y Cartago (año-202 a.C.), la voracidad imperial romana ya no tuvo más límite que el de la frontera con los partos. “Con la anexión de cada nueva región fue tomando fuerza la imagen de los romanos como seres sedientos de sangre que actuaban movidos por su avidez de riquezas y triunfos. El historiador Polibio, de hecho, describe cómo los soldados romanos estaban orgullosos especialmente de su cruel forma de guerrear”. La inteligencia preclara de Mitrídates comprendió todo lo que podía extraer de su aura heroica e intentó vivir sensu stricto. El príncipe del Ponto Euxino sería presentado a su padre [Mitrídates V Evergetes. ¿?- REY DEL PONTO EUXINO, desde 150 a 121 a.C.], cuando cumplió cinco años. Mitrídates tuvo una educación principesca destacada. Seguro que oyó hablar del filósofo más famoso de Sínope, Diógenes el Cínico, que aunque fue expulsado de la ciudad por sus ideas tan poco convencionales, siempre tendría una gran influencia posterior. Mitrídates también conoció la estancia de Aníbal Barca en Anatolia, y la traición del rey Prusias de Bitinia que le vendió a los romanos, aunque el cartaginés se suicidaría con veneno (182 a.C.). Cuando su padre fue asesinado en el año 120 a.C., probablemente en un complot en el que estaba comprometida su propia madre Laodice VI, abandonó el reino hasta el año 116 a.C. Cuando regresó envenenó con arsénico, en una banquete pantagruélico, a su madre y a su hermano pequeño (Mitrídates Cresto). En este tipo de hechos él joven monarca se veía reflejado por sus ídolos históricos anteriores, como por ejemplo el rey persa Ciro el Grande (Jenofonte cita como intentaron asesinarlo). Mitrídates era un cazador consumado, y como Alejandro Magno adoraba cazar conejos y comadrejas, poniendo a prueba su virilidad en la muerte de osos y leones existentes en la región. Cuando comienza su reinado en el año 112 a.C., se matrimonia con su joven hermana de 16 años, Laodice la Joven. Además cultivó jardines con plantas venenosas, ayudado por su herborista griego, Cratevas. Otra de sus excentricidades, no habitual en los soberanos helenísticos, fue la de dejarse crecer el cabello, en forma de melena rizada alejandrina. Este atributo era considerado por Roma como típicamente bárbaro. Siempre portaba, como arma personal: un puñal curvo o una espada corta de tradición irania. Según Plinio el Viejo, en su Historia Natural: “Mitrídates, que fue rey de veintidós naciones, administró sus leyes en todos sus idiomas, y podía hablar cada uno de ellos sin emplear intérprete”. El rey pontino estudió con gran interés la historia de Roma, y sus enfrentamientos con sus enemigos, por ejemplo el del rey númida Yugurta. Con este análisis y estudio, ya estará preparado para vencer a Roma. Para conocer todo ello, nada mejor que este volumen sobresaliente. “Reformare homines per sacra, non sacra per homines”. Puedes comprar el libro en:
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