Alguno de los participantes de las mesas redondas y personas del público le recriminaron a Javier Santamarta ese título en la lengua de Shakespeare. Unos apostaban por noticias falsas, los más cultos por bulos. Los títulos tienen la finalidad de provocar a los lectores el interés de los mismos, no tienen dobles intenciones. A mí me da igual que utilice un término u otro, lo importante es lo que cuenta y cómo lo cuenta. Y lo hace con mucho humor, tal es así que entretiene y eso debería bastar para sumergirse en las páginas de su libro. El día anterior Javier Santamarta, como si de un novio neófito se tratase, se acercó al monasterio de las Clarisas para ofrecer una docena de huevos para que hiciese buen tiempo el día de la presentación de su libro. Las monjas intercedieron a favor del autor madrileño y le obsequiaron con un día soleado y agradable. Tanto el día anterior como el posterior los cielos se mostraron cubiertos y descargaron una lluvia pertinaz y arisca. El paréntesis en el temporal de esta extraña primavera que estamos padeciendo no podía haber llegado en mejor momento. Comenzó la jornada con un pasacalle de los recreadores históricos por los aledaños del monasterio más solemne del mundo. El erigido para conmemorar la victoria en la batalla de San Quintín de las tropas hispánicas de Felipe II. Pareció que el tiempo se retrotraía a aquellos tiempos de finales del siglo XVI. Hasta el propio soberano prudente hizo acto de presencia para caminar por el empedrado de la calle Juan de Battenberg, en los aledaños al monasterio escurialense. El público, asombrado, disfrutó al ver a nobles y soldados desfilar con la altivez característica de la época. Terminado este pequeño preámbulo comenzaron las actividades en un recinto frente al monasterio en el que, según dijo el propio Santamarta, estuvieron las dependencias del Espía Mayor del Reino, si no es verdad, que no estoy muy seguro, merecería serlo. Y que mejor para iniciar el festejo que una clase de esgrima española por parte de Alberto Bomprezzi, maestro de Armas y Presidente de la Asociación Española de Esgrima Antigua. Este tirador procede de la esgrima deportiva, lleva ya más de 20 años difundiendo la destreza de los espadachines españoles de los siglos XVI y XVII. Según dijo “habían dos escuelas de esgrima principales, la francesa y la española, con clara influencia italiana, desafortunadamente la Guerra Civil concluyó con la escuela de nuestro país. Ahora lo que intentamos es recuperarla siguiendo lo tratados de la época”. Por parejas o en grupo se mostraron las diferentes formas de ataque y defensa con las diversas armas. Bomprezzi es experto en la espada ropera, de poco le sirvió en su duelo con Javier Santamarta y tuvo que doblar la rodilla ante tan genuino espadachín, algo sobrado de peso como alguno de los participantes en la exhibición. La primera mesa redonda se dedicó a los Mitos y Maledicencias de los Tercios Españoles. Fue moderada por el profesor Rafael Rodrigo y contó con la presencia de los catedráticos Enrique Martínez Ruiz y Magdalena Pazzis Pi y Corrales, ambos autores de La Esfera de los Libros. Enrique Martínez publicó hace poco su biografía “Felipe II. Hombre, rey y mito”, un estudio muy riguroso sobre nuestro rey Prudente. Un auténtico mito como le gusta recalcar al autor. Magdalena Pazzis es autora de “Tercios del Mar” un revelador trabajo sobre la infantería española en los siglos en los que reinaron los Austrias. Para Rafael Rodrigo “los Tercios fueron un cuerpo del ejército hispano muy flexible. En aquellos tiempos se daban pocas batallas campales por el alto coste en vidas que suponía, se decantaron más por los asedios”. El profesor quiso desentrañar algunos de los mitos sobre los Tercios. “En principio, no estaban formados por soldados españoles. Los principales Tercios se nutrieron de alemanes y valones, principalmente. También de italianos, irlandesas e incluso ingleses y escoceses. Eran un ejército totalmente globalizado”, apuntó. Y ni que decir tiene que eso de llamar a los Tercios sólo de Flandes es erróneo. “Había Tercios en Sicilia, Nápoles y España. También en México y en la Armada”, recalcó.
Martínez Ruiz explicó durante su intervención cómo se realizaba la intendencia de los Tercios. “Para un ejército de 15.000 soldados se necesitaban, cada dos días, 10 toneladas de pan y 7.500 kilos de carne, además de diferentes víveres y bebidas. Los Tercios iban acompañados de otras tantas personas, como cocineros, esposas de soldados, prostitutas, sacerdotes, etc.” Magdalena Pazzis Pi y Corrales explicó algunas mentiras que se han difundido sobre los Tercios: “No eran invencibles, como se dice por parte de los seguidores de cierta leyenda rosa sobre ellos. Por supuesto, tampoco es atinada la leyenda negra. Ni una cosa ni otra. Ni eran santos, ni eran violadores, eran personas normales”. También quiso dejar claro dos cuestiones para ella importantes. “Cierto político ha dicho que los Tercios tenían un himno especial. Esto es falso. Y aclarar la diferencia entre flota y armada. La primera tiene una misión comercial y la segunda militar”, expuso. La siguiente mesa estuvo compuesta por Jesús G. Calero, director de Cultura del diario ABC y jefe de Javier Santamarta del Pozo, y el periodista de “El País” Vicente G. Olaya, jefe de sección de Historia de diario. Santamarta afinadamente apuntó “es muy difícil juntar en una mesa a dos periodistas de periódicos rivales y que sean amigos”. El jefe de Javier señaló que era un libro muy fácil de leer e interesante. Recomendó su lectura para desentrañar todos esos bulos que expandió la Leyenda Negra. Olaya contó una anécdota de proporciones siderales: “en un congreso de historiadores, un profesor catalán afirmó que España no existe. Que los reyes no firmaban como reyes de España. Todos se llevaban las manos a la cabeza. Estos personajes nos dicen que España no existe para lo bueno y sólo existe para lo malo, creen que fue Franco el que inventó España”. Concluidas las interesantísimas intervenciones de todos los ponentes participantes, comenzó la fiesta gastronómica, después de haber saciado nuestra hambre de conocimientos. Las empanadas repartidas por la Pastelería Paco Pastel con los consabidos refrescos hicieron las delicias de todos los asistentes. Nosotros, Javier Rubio de “Academia Play”, Manuel A. Cuenca de “Gestas de España” y otros amigos nos decidimos por los tercios de cerveza. ¡En un homenaje a los Tercios no podíamos beber otra cosa que tercios! Concluimos con una riquísimas bizcotelas, con una receta que se mantiene fiel desde hace siglos. ¡Para que luego digan los belgas que no hay rastro de la cultura española en su tierra. El chocolate no lo trajeron los suecos sino los españoles desde las tierras mexicanas. ¡Hasta historiadores como Pirene echan un borrón de vez en cuando! No Javier Santamarta que de eso de organizar eventos y escribir libros de divulgación histórica anda sobrado. Puedes comprar el libro de Javier Santamarta en:
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