www.todoliteratura.es

Nuestro poema de cadea día
Rafael Morales
Ampliar
Rafael Morales

Rafael Morales: Un homenaje a la poesía de lo cotidiano y lo humilde

Hace algo más de 20 años (el 29 de junio de 2005) fallecía en Madrid el poeta talaverano Rafael Morales. Transcurrido ya cierto tiempo desde su fallecimiento, quisiéramos manifestar, desde estas páginas, el nuestro admiración hacia a un poeta que supo proyectar sus sentimientos artísticos sobre las realidades más vulgares y humildes, convertidas en objetos poéticos gracias a su indiscutible talento y sensibilidad.

Obra poética completa (1943-2003). Madrid, Editorial Cátedra, 2004. Colección Letras Hispánicas, núm. 559. José Paulino, editor literario.
Obra poética completa (1943-2003). Madrid, Editorial Cátedra, 2004. Colección Letras Hispánicas, núm. 559. José Paulino, editor literario.

Cántico doloroso al cubo de la basura

Tu curva humilde, forma silenciosa,

le pone un triste anillo a la basura.

En ti se hizo redonda la ternura,

se hizo redonda, suave y dolorosa.

Cada cosa que encierras, cada cosa

tuvo esplendor, acaso hasta hermosura.

Aquí de una naranja se aventura

su delicada cinta leve y rosa.

Aquí de una manzana verde y fría

un resto llora zumo delicado

entre un polvo que nubla su agonía.

Oh, viejo cubo sucio y resignado,

desde tu corazón la pena envía

el llanto de lo humilde y lo olvidado.

Rafael Morales: Canción sobre el asfalto. Madrid,
Talleres Tipográficos de Nueva Imprenta RADIO, 1954
  1. Colecciòn Los poetas, núm. 1.
Rafael Morales nació en Talavera de la Reina (Toledo), en 1919. Fue profesor universitario de Lite1919-2006tura; y periodista -dirigió "La estafeta literaria"-. En 1954 obtuvo el Premio Nacional de Literatura. El propio autor -de acuerdo con la crítica- ha dividido su producción poética en tres etapas. La primera arranca con Poemas del toro (1943) y llega hasta Canción sobre el asfalto (1954). Entre estas dos obras publica El corazón y la tierra (1946) y Los desterrados (1947). La segunda etapa de su lírica se inicia con La máscara y los dientes (1962) y se completa en 1971 con La rueda y el viento. Y la tercera etapa está integrada por Prado de serpientes (1982) y Entre tantos adioses (1993), obra en la que rinde homenaje a poetas con los que le unió una "amistad creativa": Aleixandre, Diego, Otero. En 1967 vieron la luz las Poesías completas -que abarcan el periodo comprendido entre 1940 y 1967-. Y de 1999 es la Obra poética completa (Calambur Editorial), edición que el poeta considera definitiva, hasta el extremo de que llega a afirmar que "Todo lo que no figure en ella queda descartado", lo que ha supuesto la eliminación de una docena de poemas de la primera etapa, llenos de dramatismo unos y de sentimentalismo otros. Una amplia antología personal, con comentario de cada libro, se recoge en el volumen Por aquí pasó un hombre. antología poética (Madrid, Centro de Estudios y Actividades Culturales. Fundación Gerardo Diego, 1999).

Y es precisamente en esta obra -Por aquí pasó un hombre- en donde Rafael Morales nos ofrece las claves de su "discurso poético": "La poesía que yo he escrito -afirma Morales- siempre ha tenido una doble vertiente. Por un lado, y más por idiosincrasia que por calculado propósito, un afán de reconocerme, de vivir en ella, de proyectarme en sus versos tal como soy y tal como veo el mundo en el momento en que escribo. Por otro lado, y aquí sí que ya cabe el calculado propósito, siempre he tenido viva intención de lograr que la emoción humana se funda hondamente con la emoción artística, sin la que el poema no puede existir. Aspiro a que las dos vertientes, vida y arte, se unan en la única cumbre". Y, vista en su conjunto la trayectoria literaria de Morales, el escritor ha cumplido con creces los objetivos poéticos que se había trazado, ya que su voz lírica se ha ido haciendo profundamente humana, confiriendo a su poesía un hondo valor emocional y artístico.

Morales ha ensanchado el universo poético rescatando para la poesía lo cotidiano, lo humilde y hasta lo vulgar, comunicándonos la emoción que siente ante las realidades más simples; "porque un poeta -afirma- puede cantar todo lo que le venga en gana, y yo así lo he hecho, cantando desde del humildísimo cubo de la basura hasta la infinita gloria de Dios". De aquí que no resulten sorprendentes algunos de los poemas pertenecientes a Canción sobre el asfalto (1954) -con títulos tales como "Los traperos", "Los barrenderos, "Soneto triste para mi última chaqueta", "A la rueda de un carro", "Cancioncilla de amor a mis zapatos"...- o a obras posteriores como La máscara y los dientes (1962) y La rueda y el viento (1971). [Esa extraña poesía que las cosas vulgares encierran fue percibida, entre otros grandes escritores, por Pío Baroja -baste leer su "Elogio sentimental del acordeón", incluido en la novela Paradox, rey-, que le impulsó a cantar objetos misarables y vidas humildes; o por José Martínez Ruiz -Azorín-, el filósofo de "los primores de lo vulgar" -en feliz expresión de Ortega y Gasset-, que muestra cierta predilección por los insignificantes objetos de la vida cotidiana, delicadamente ennoblecidos en las páginas de su sencilla prosa].

**********

Para Rafael Morales, lo esencial poético se encuentra en todas partes, "aun en los lodazales y en las hierbas de la primavera que se pudrieron". Y así, un tema tan aparentemente antipoético como un cubo de basura le inspira uno de sus poemas más difundidos -"Cántico doloroso al cubo de la basura"-; soneto en el que el cubo y las cosas en él contenidas -la basura- se transforman en motivo poético y son objeto de un proceso de humanización que rezuma emotividad.

Empecemos por afirmar la maestría técnica que exhibe Morales en el empleo del soneto, del que ya dio buen testimonio en su primer libro (Poemas del toro, 1943) y que, desde entonces, es la forma métrica predilecta del autor, reconocido como uno de nuestros grandes sonetistas. "Cántico doloroso al cubo de la basura", como todo soneto de corte tradicional, consta de dos cuartetos y dos tercetos en versos endecasílabos. Los cuartetos presentan rimas consonantes ABBA (/-ósa/-úra/); y los tercetos, rimas consonantes CDC / DCD (/-ía-/-ádo).

Cabe resaltar la riqueza acentual de tres de los endecasíilabos:

Verso 5: "da sa que enciérras, da sa"

(endecasílabo con acentos en las sílabas 1.ª, 3.ª, 6.ª, 8.ª y 10.ª).

Verso 9: "Aquí de úna manna vérde y fría"

(endecasílabo con acentos en las sílabas 2.ª, 3.ª -acento antirrítmico-, 6.ª, 8.ª y 10.ª).

Verso 12: "Óh, viejo cúbo súcio y resignádo"

(endecasílabo con acentos en las sílabas 1.ª -acento antirrítmico-, 2.ª, 4.ª, 6.ª y 10.ª).

Extraordinario, pues, este poema de Rafael Morales: por lo insólito de su temática; por la estructura poemática elegida -el poeta se dirige, en emocionado apóstrofe lírico, al cubo de basura, sometiéndolo a un proceso de humanización que arranca en el primer verso y culmina en el terceto final-; por la rica y subjetiva adjetivación -con empleo de adjetivos situados, en ocasiones, a ambos lados del nombre; tal y como sucede, por ejemplo, en el verso 8: "su delicada cinta leve y rosa."-; por las reiteraciones léxicas y sintácticas que subrayan la coherencia interna de la composición; en definitiva, por la perfección técnica exhibida en la forma métrica elegida, un soneto de sorprendente riqueza acentual -los 14 endecasílabos se reparten 56 acentos.

Este es el Rafael Morales que tendremos en el recuerdo: el poeta de técnica impecable que sabe extraer de una forma métrica tan perfecta como es el soneto todas sus posibilidades expresivas; el poeta capaz de ofrecer una visión personal, profundamente humanizadora, de cualquier objeto cotidiano de escaso valor, ennoblecido, así, por la calidez emocional de su palabra poética.

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (0)    No(0)

+
0 comentarios