Hasta que decidió dar el paso a la novela se dedicó al periodismo y a escribir cuentos. Dos volúmenes le avalan, incluso los críticos de su país, apuntan que sus narraciones cortas son mejores que la novela. Próximamente uno de esos libros se va a publicar en nuestra tierra y será entonces cuando podamos comparar; de momento nos quedamos con su novela, una distopía envolvente y opresiva que llega en muchos momentos a ser agobiante.
Bohane es una ciudad sucia, salvaje y tormentosa que existe en un futuro más o menos cercano, sobre 2050, “pero también podría ser del pasado”. Cuando escogió está ciudad imaginaria para escribir el libro recurrió a sus influencias infantiles y juveniles. “Yo me alimenté mucho de las películas, de las novelas gráficas y del cómic, algo menos de la literatura irlandesa”, nos cuenta en una entrevista que mantuvimos en la cafetería de un céntrico hotel capitalino.
A la cita llega tocado con sombrero y unos cascos con los que va escuchando música. ¿Música irlandesa?, le pregunto. “No, lo que a mí me gusta es el reggae. Cuando escribo siempre estoy escuchando música jamaicana y a ser posible instrumental, las letras me desconcentran”, cuenta con una sonrisa en los labios este escritor simpático y viajero que ha vivido en 17 ciudades diferentes en su vida hasta que decidió instalarse definitivamente en la campiña irlandesa, en mitad de la nada, para poder dedicarse a lo que más le gusta, la escritura. De ahí que sea el Calipso el tipo de música de “Ciudad de Bohane”.
“Yo siempre quiero divertirme cuando escribo porque quiero que el lector también se divierta conmigo”, explica divertido ante un periodista que se divierte con sus comentarios y su pose, hasta cierto punto un poco rockera. “He situado la novela en un futuro imaginado, lo cual me ha permitido que tenga más libertad para narrar y que no tuviese que documentarme en exceso”, desvela el escritor de Limerick, ciudad portuario medieval del Medio-oeste irlandés y que tiene muchas concomitancias con su imaginada Bohane, “también tiene un poco de Oporto, ciudad que me gusta muchísimo”, confiesa.
Su trabajo tiene mucho de imaginación, por eso su ciudad Bohane es difícil identificarla con una ciudad irlandesa real. “La Irlanda que normalmente se ve en la literatura no se parece a la Irlanda en que crecí. Mi país es una tierra de trabajadores de la clase obrera, oscura. Bohane tiene mucho de eso, de ciudad portuaria, muy típica de la de la costa oeste, pero también tiene que ver con Oporto, con Portugal, donde se respira un ambiente de melancolía, de tristeza”, refiere con aplomo.
Cuando se le pregunta qué escritores irlandeses le gustan y le sirven de inspiración, responde que Flann O´Brien es su favorito. Un escritor de gran popularidad en los años cuarenta, que escribía con mucho humor, irónico y anárquico que introducía en sus textos muchos mal entendidos. Otra de sus influencias es la literatura estadounidense. Saul Bellow, la escritora de Savannah Flannery O´Connor y James Ellroy. “De Ellroy me gustan sus diálogos, que son como disparos”, puntualiza.
“Pienso que
Ciudad de Bohane es muy feminista. Mis personajes favoritos son la octogenaria Nena y Jenni Ching. Ésta es muy inteligente, sabe muy bien conectar con todos los personajes y aunque tenga a veces algún brote psicótico es la que tiene el poder”, revela en ese ambiente claustrofóbico de la novela. De ahí que todos los personajes sientan la necesidad de intentar liberarse de ese destino que les atenaza y que les hace que no puedan romper con su pasado. “La ciudad está llena de hostilidad, algo que viene de la verdadera historia de Irlanda. Todos los irlandeses sufren por su pasado lleno de guerra, de ahí que nos guste explicar nuestra historia”, aclara.
A los irlandeses les gusta no sólo contar su historia sino todas las historias. Se sientan ante el fuego y cuentan sus viejas historias una y mil veces. A él le gusta contar historias por eso su predilección por los cuentos. “Pienso seguir escribiendo cuentos aunque esta novela me ha traído reconocimiento en toda Europa con los premios conseguidos que además, tienen un recompensa económica que a nadie le amarga”, cometa risueño y confiado.
Su ciudad tiene, pese a la oscuridad en que se desenvuelve, una especie de glamour que hace que quien se va regrese, algo que le ocurre al Gant Broderick. Bohane le atrae como un imán y llega a estar obsesionado con la ciudad que le vio marcharse. Vuelve para recuperar su antiguo poder y lo que dejó atrás.
Kevin Barry está muy interesado en cómo los elementos naturales influyen en nosotros. El elemento principal es el viento. Un viento que vuelve locos a los habitantes, “como la Tramontana cuando sopla en Cataluña, el viento del este en Irlanda nos vuelve locos. Siempre está soplando el viento del oeste y cuando cambia suceden cosas impensables”, advierte y añade “todo el comportamiento humano está muy influenciado por el lugar donde vivimos”, después nos cuenta algo que le ocurrió en Ruanda. Estando en un cañón se sintió mal de repente, luego se enteró de que allí se habían producido cientos de asesinatos, y un eléctrico escalofrío le sacudió todo el cuerpo. “El escritor tiene que entrar en contacto con esas sensaciones y escuchar los lugares y sentir su vibraciones”, sentencia.
Cuando empezó a escribir la novela no tenía pensado que la ciudad fuese la protagonista, pero vio que comenzaba a funcionar según iba haciéndola cada vez más principal. Lo mismo le pasó con el narrador; primero pensó que tenía que escribirla en primera persona pero empezó a tachar páginas enteras para que quedase como una narración en tercera persona. “Al final quedó como una novela escrita en primera persona disfrazada de tercera persona que sólo se hace evidente muy al final de la novela”, glosa con picardía.
“Es como si el lector estuviese en un bar de techos bajos, muy claustrofóbico y tuviese a un señor detrás de él que le estuviese contando la historia susurrándosela al oído. Como un fábula fantástica de esas historias que tanto nos gusta contar en Irlanda”, concluye este escritor tan original. Una nueva voz que estamos seguros se irá agrandando en el tiempo.
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