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"Indian Express" de Pepa Roma

jueves 23 de octubre de 2014, 13:23h

La periodista y escritora Pepa Roma ganó el Premio Azorín de Novela 2011 con su última novela Indian Express, un recorrido interior e íntimo por una India que, pese a su conocimiento profundo de la misma, no ha asimilado en sus prolongados viajes por el país democrático con más habitantes del mundo. El libro ha sido publicado por la editorial Planeta que mantiene un acuerdo con la Diputación Provincial de Alicante para ello.

Quien haya leído su anterior libro, Mandala, ganador del Premio Andalucía de Novela 1997, probablemente se sienta decepcionado al leer una novela sobre la India que bien podría haber estado ubicada en cualquier parte del mundo, pero lo que más llama la atención es que sus dos únicas novelas, con casi 15 años de diferencia, hayan conseguido sendos premios de novela, sobre un mismo tema, parecido, aunque radicalmente diferente.

La frescura, el interés y la novedad de Mandala han desaparecido radicalmente. Indian Express es una novela sobre las emociones y las relaciones humanas de dos personas amigas durante cuarenta años y que han compartido experiencias y vida en común durante años, pero que ni se conocen, ni se entienden, ni se quieren, pese a lo que digan.

La autora las ubica en un viaje a India, pero realmente es un viaje a ninguna parte, como bien tituló un libro el magistral Fernando Fernán Gómez. Porque no hay viaje, sólo hay desencuentros, incomprensión y un odio soterrado a lo que representan las dos protagonistas, que mantienen una crisis de identidad a lo largo de toda su vida, en un ejercicio de inmadurez rayano con la crueldad psicológica.

"¿Qué hay en la India que no podamos encontrar en Egipto o Creta", decía Che, una de las protagonistas, a Lola, la protagonista principal que escribe la novela en primera persona como un diario caótico que va recordando sus experiencias dando saltos de saltimbanqui sin ningún motivo aparente, sólo lo que el recuerdo le trae a la mente de situaciones que va contando de manera caótica y que no aportan nada a la trama del texto.

La novela es una larga reflexión personal de una amistad insulsa y superficial, una reflexión en la que el viaje y las nuevas situaciones de convivencia la hacen ir viendo poco a poco, de una manera demasiado sosegada, la realidad de una relación que no conduce a ninguna parte pero que se mantiene, quizá por rutina, quizá por miedo o quizá porque es doloroso separarse de una persona a la que crees haber querido y que ves que no tiene nada en común contigo, una relación que como dos líneas paralelas se desplazan en el espacio sin llegar a cruzarse, aunque en el pasado sí se cruzaron por el interés personal de alguna de esas dos líneas.

Che, actriz, coja de un humor ácido y provinciano, célebre en el mundo teatral catalán, no entiende nada que no pueda controlar y manipular, su vida es la manipulación cruel de sus conocidos, no entiende lo que es la amistad, ni la lealtad y se muestra cruel con todo lo que no entiende y lo que considera superior a ella porque a Lola la considera superior y es por eso que la ataque sin tregua ni razón: "seguro que pasaste por este país sin enterarte de lo que iba la vida india", la dice en un arrebato doloroso.

Pero en el fondo tiene razón, la mayoría de la gente que pasa por allí no comprende un país tan complejo como India, un subcontinente donde 1.200 millones de personas conviven ajenas entre ellas. Son muchas las religiones, son muchos los idiomas y son muchas las etnias de este inmenso país para comprenderlas. El este no tiene nada que ver con el oeste, el norte no tiene nada que ver con el sur y sólo es la pobreza que se ve en las calles su gran denominador común.

El viajero que va a los resorts de descanso cercano a las playas o el que se aloja en el Taj Mahal Hotel y cena en el Indian Express o que hace tour diarios buscando maravillas arquitectónicas, no puede entender la vida de un país que se desangra entre la espiritualidad y el materialismo de sus habitantes, entre las tradiciones y las novedades que trae occidente y trajo el imperio británico. Ese viajero es incapaz de ver el colorido de las gentes, su olor a incienso y a especias y la espiritualidad que despliegan en largas colas en los ashrams de sus maestros.

Los protagonistas de la novela son incapaces de ver esa India, sólo ven su lánguida relación que no tiene futuro. Pese a eso, la novela se lee con facilidad, su literatura es fluida, envolvente e hipnótica. Desentraña lentamente el sentimiento de dos personas arcaicas y ancladas en un pasado del que no han sabido salir, ni evolucionar. Por eso, no me queda más remedio que recomendarles su novela Mandala antes que esta Indian Express, donde a los protagonistas les ocurren cosas y donde la trama es mucho más viva e interesante. El recuerdo a esa obra en ésta se produce cuando Lola recuerda a Ana, la protagonista de Mandala, como a alguien que se encontró en el pasado. Yo también recordaré más a aquella que a esta última.

 

Crítica literaria

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Indian Express

Un canto al poder ilimitado de los sueños.

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