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Ignacio del Valle desembarca en Plaza & Janés con "Busca mi rostro"

Por Evaristo Aguado
jueves 23 de octubre de 2014, 13:23h
Busca mi rostro es la nueva novela del escritor asturiano Ignacio del Valle. Con ella cambia de editorial y comienza un nuevo camino en el que la psicología y la introspección personal determinan el nuevo rumbo que emprende hacia la comprensión de la mente del ser humano. Su séptima novela ha sido publicada por la editorial Plaza & Janés.
"Busca mi rostro" ha sido presentada hoy por el editor David Frías y el propio novelista. El editor ha explicado que la novela "es un viaje al horror, como en su día lo hizo Joseph Conrad". Es para el editor una novela contundente, de muchas tramas, difícil de cerrar, que "Ignacio lo ha conseguido magistralmente", afirmó. El nuevo libro de Ignacio del Valle es una de las grandes apuestas de la editorial para la próxima Feria del Libro.

El libro surgió hace unos tres años, partiendo de las noticias que se fueron publicando en los diversos periódicos nacionales sobre las mafias rusas en España, sobre todo en la Costa del Sol donde se bronceaban tranquilamente mientras la policía miraba para otro lado. Además su gusto por las guerras le hizo fijarse en el conflicto de los Balcanes: "leí todo lo que caía en mis manos sobre la guerra en la antigua Yugoslavia. Además hablé con amigos periodistas que habían sido corresponsales en los Balcanes, de ahí partió el libro", explica pausadamente pero con tono eléctrico el escritor asturiano Ignacio del Valle.

Adicto a las nuevas tecnologías y a las redes sociales se muestra muy influido por ellas, de ahí que su novela tenga un toque moderno e intenta ser, en cierta forma, rompedor. En el texto hay dos tramas principales, dos investigaciones paralelas. Una, la que llevan a cabo los policías neoyorkinos Daniel Isay y Sailesh Mathur, ambos con resonancias inmigrantes que dan idea de lo transnacional que el novelista asturiano quiere dotar a sus obras y, en especial a Busca mi rostro. La otra es la que lleva a cabo la foto-periodista Erin Sohr, auténtica trotamundos que nos invita a recorrer medio mundo de su mano y nos llevará por los Balcanes, Belgrado, Sarajevo, La Haya, Tel-Aviv hasta su vuelta al útero del mundo que es la ciudad de Nueva York, buscando a un criminal de guerra conocido como Víctor.

"A través de las vidas de los personajes voy manejando un zoom que va de los planos generales a los primeros planos, intentando diseccionar la psicología de los mismos", dice el autor de El tiempo de los emperadores extraños que recientemente ha llevado al cine el director Gerardo Herrero con el mordaz título de Silencio en la nieve. Pero el escritor no se queda en eso. No sólo le interesa la introspección de los protagonistas, sino que quiere dotar a la novela de unos ingredientes rompedores e inquietantes. Ignacio lo explica así: "cojo los tópicos de las novelas, cojo un soplete, los meto fuego y veo lo que pasa; después escribo esas sensaciones".

Es para él el auto conocimiento, el intentar saber cómo se va a reaccionar en momentos límites. De esos momentos está plagada la novela. "No es una novela política, es más bien una novela de aventuras, policíaca, de amor, un thriller, pero lo que a mí más me gusta decir es que es un tratado de economía", afirma el escritor, que continúa explicando que, sobre todo, lo que pretende ser "es una novela que fue parte de su tiempo". Una vez leyó que Paul Newman vivía obsesionado con el epitafio que pondría en la lápida de su tumba: Fui parte de mi tiempo. De ahí lo sacó y eso es lo que pretende reflejar su tiempo y si puede ser de una manera más cruda, mejor.Porque crudeza no falta en la novela, las drogas, la trata de blancas, el tráfico de armas, la corrupción política, el blanqueo de dinero, los paraísos offshore, la propaganda de los medios, las mafias rusas globales y más, muchos más, hay en la novela que para eso ha debido de enfrentarse con honestidad y valentía. "El oficio de escribir se basa en la honestidad. La escritura es honestidad. Contar sobre nosotros mismos, nuestros sentimientos, nuestros instintos, nuestras emociones,...", va enumerando lentamente.

A la novela, pues, no le falta acción, es una fotografía en la que el obturador no para de funcionar, una película a 36 imágenes por minuto, que va dando cuadros de la realidad muy despacio. "Mi visión del mundo es muy visual, por eso doy mucha importancia a la imagen, me fascina la manipulación de la realidad que hacen los fotógrafos, por eso la credibilidad de los mismos está en quién hace la fotografía", señala el escritor, que odia el photoshop.

Pero si odia la manipulación fotográfica, de la guerra tiene un sentimiento contrario, "la guerra es una constante de mi obra, quizá porque mi formación es clásica. Admiro a los grandes escritores clásicos, que supieron reflejar su tiempo como Flavio Josefa, Jenofonte, hasta Julio César", afirma y, ¿por qué esos sentimientos?, "porque una guerra plantea soluciones morales que en la vida normal no se dan", agrega y continúa "la violencia ejerce tanta fascinación sobre nosotros porque nos ofrece soluciones rápidas a problemas frustrantes", dice el autor de Los demonios de Berlín donde cuenta las andanzas de Arturo Andrade en la Segunda Guerra Mundial.

El amor, la amistad, también están reflejados en la novela, pero el conocimiento de uno mismo es el sentimiento predominante, cómo los protagonistas reflexionan sobre su vida y hacia dónde les han conducido los sentimientos, de ahí la compasión que exudan. "No pongo la mano en el fuego ni por mí. No tengo esperanza en la condición humana. No sabemos lo que vamos a hacer en una situación determinada. Por eso, esos criminales de guerra no son monstruos. Nosotros no somos mejor que Milosevic, porque no sabemos lo que haríamos estando en una posición de poder", explica con el corazón en la mano, exponiendo sus propias contradicciones a los periodistas.

"No tengo mucha esperanza en la condición humana, de que yo pueda ser mejor que esos criminales. La vida es muy ambigua", concluye Ignacio del Valle que, como la protagonista de su libro, busca la redención con la exposición de su conocimiento. El novelista asturiano ha pergeñado una novela muy documentada, en la que ha tratado con rudeza desapasionada la maldad de ciertos colectivos que están muy cerca de nosotros, que conviven con nosotros y que cuando cometen ciertas acciones, como las matanzas, nos asombramos y decimos: ¡pero si eran unos vecinos ejemplares, muy amables! Desconfíen de su vecino, desconfíen de los políticos y, por supuesto, desconfíen de Ignacio del Valle, que nos ha traído una novela muy inquietante.


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