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Antonio Fraguas (Forges) y Pilar Garrido Cendoya
Antonio Fraguas (Forges) y Pilar Garrido Cendoya

Pilar Garrido Cendoya presenta junto a Forges su libro "Del guateque al altar"

Una pequeña historia del franquismo con mucho humor

Por Javier Velasco Oliaga
jueves 23 de octubre de 2014, 13:23h


Pilar Garrido
y Antonio Fraguas "Forges" forman un matrimonio bien avenido. Cuando uno habla, el otro le intenta quitar la palabra y viceversa. Pero siempre hay una clara vencedora, que no es otra que la autora del libro Del guateque al altar que acaba de publicar la editorial Planeta, empeñada en hacernos la vida más divertida para así capear la crisis económica que padecemos, que parece que tiene al mundo editorial en la UVI.


Esta extraña pareja -o no tan extraña- me recuerda a aquel chiste del matrimonio que va al médico para consultar una dolencia del marido y el doctor le pregunta:
- ¿Qué le ocurre?
- Pues... -comienza a decir el Mariano.
- Lo que a mi marido le pasa es que... -dice la Maruja ufana.
Bueno, exactamente eso no ocurre, pero podría ser así. Se quitan la palabra el uno al otro y casi siempre la última palabra la tiene Pilar.

Su anterior y primera obra fue La posguerra vista por una particular y su marido, con la que quiso dar una visión de los primeros años de esa posguerra; el actual Del guateque al altar continúa con esa tónica, pero ya nos adentramos en los finales de los cincuenta y los sesenta, en los años en los que se produjo el mayor invento del siglo: el guateque. "Sin embargo, no nos conocimos en un guateque", dice Pilar Garrido en la presentación. Entonces, ¿dónde se conocieron? "Nos conocimos en un lugar de veraneo", puntualiza la escritora. "Haciendo marchas, trocha parriba, por las montañas, donde los chavales íbamos desriñonados y ellas delante charlando", señala Forges.

Pero siempre había ocasión para el baile, "nosotros bailábamos en las discotecas de la época que eran el baile en la plaza del pueblo, bajo la atenta mirada del comandante de puesto de la guardia civil, del Pacorro, -perdón del párroco, era un chiste fácil al que no me he podido resistir- del alcalde y del jefe local del movimiento", -cuenta el dibujante más longevo de la prensa española-, que paseando entre los danzantes les decían: ¡Esos cuerpos! Estaba totalmente prohibido tocarse. Eran otros tiempos.

Forges cuenta con su habitual gracia que su familia era muy numerosa, nueve hermanos, de los cuales cuatro eran varones y que tenían una camisa para los guateques que se fueron pasando de hermano a hermano hasta que la camisa dijo basta. Con esa camisa emulaban a James Dean, actor al que todo varón quería parecerse y toda mujer ligarle. Por eso bailaba el rock and roll de una manera desenfrenada, incluso con una coja que tenía una pierna ortopédica, "Antonio no se dio cuenta de ello y bailaba como si le fuera la vida en ello", puntualiza su esposa, entonces ni siquiera novia.

Antonio Fraguas siempre le decía a su mujer "¿por qué no escribes un libro?", ella había escrito poesía anteriormente, pero no le hacía ni caso. Hasta que por fin se decidió. "En el libro trabajamos cada uno por su lado y he de reconocer que yo soy más crítico con su trabajo que él con el mío", reconoce la escritora cordobesa, huérfano desde los pocos años de edad. Aún así, se nota que hay mucha compenetración, fruto de muchos años de convivencia en común, que aparte del trabajo, ha dado como fruto cuatro hijos y tres nietos. En los primeros sí tuvieron mucho que ver, en los segundos no tanto.

Pilar Garrido se mostró muy crítica con el papel de la Iglesia Católica en aquellos años, pero también en estos: "la iglesia no ha cambiado nada, la sociedad sí", señala decidida. Sin embargo su marido añade: "la iglesia no ha evolucionado, pero tengo la esperanza de que lo haga, ya que creo que los que no han cambiado ha sido la jerarquía". El recordar aquellos años les hace ponerse un poco más serios, es normal, se vivía en una dictadura donde "los políticos, el ejército y la iglesia gobernaban al alimón", apuntan con seriedad.

"Hasta el año 1957 no se alcanzó el mismo nivel de vida que en 1936. Nada menos que 21 años tuvieron que pasar para lograrlo", recuerda Antonio Fraguas. Entonces, como ahora, se vivía en plena crisis, "somos una historia de crisis continua, pero mal que bien siempre hemos salido de todas", nos anima el humorista, aunque creen que no precisamente cualquier tiempo pasado fue mejor. "Toda generación se siente protagonista de la historia y que es la mejor. Esperemos que si esta es mejor nos saquen de donde nos han metido", puntualiza.

"El libro está escrito para jóvenes, pero lo leen los viejos", opinan. Es un libro ajeno al Cuéntame como pasó, que comete múltiples manipulaciones o Amar en tiempos de revueltos,que cuenta los años cincuenta como si fuesen los sesenta. "Hasta publiqué un chiste donde puntualizaba esos errores", señala el humorista. "Era oficialmente un tiempo en que no pasaba nunca nada, pero las cosas sucedían, es solo que no se contaban", recuerda al unísono la pareja.

Esa vida de blanco y negro, como reflejaba el NODO, tenía su gracia. Forges podría contar muchas anécdotas vividas, pero se queda con dos, una "me pusieron una multa de cinco pesetas por llevar la chaqueta en el brazo porque hacía mucho calor, entonces estaba mal visto ir sin ella" y dos "en el atentado de Carrero Blanco me mandaron a tomar fotos a la calle Claudio Coello. Cuando llegué vi al entonces alcalde de Madrid, Miguel Ángel García-Lomas, en medio del charco provocado por la explosión, firmes con la mano saludando hacia el agua y diciendo "a las órdenes de vuecencia mi almirante, ¿está usted ahí?". La foto que sacó nunca se publicó y quedó en los archivos del diario Informaciones. Nos quedamos con las ganas de verla.

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