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"El guardián de las palabras", la nueva novela histórica de Blas Malo sobre el infante don Juan Manuel

sábado 09 de mayo de 2020, 05:00h
El guardián de las palabras
El guardián de las palabras

Blas Malo cuenta la historia del infante don Juan Manuel, hombre de letras y de armas, en su nueva novela "El guardián de las palabras", donde narra la honra de un linaje y el ansida de la inmortalidad del primer caballero de las letras hispanas.

Murcia, 1303. Tras la muerte del rey Sancho IV, el reino de Castilla tiembla al borde de la guerra civil. La reina viuda María de Molina y su hijo Fernando se aferran a la corona, zarandeados por la codicia de los nobles. Y, de todos ellos, es don Juan, hijo del infante Manuel, adelantado de Murcia y señor de Peñafiel, quien más extiende sus intrigas y su ambición, alentado por su linaje bendecido, por su espada santa Lobera y por la defensa de su honra y de sus palabras soberbias.

A su vez, mientras los halcones de los cetreros vuelan libres y alto en las vallisoletanas tierras de Peñafiel, un fraile es arrancado de su convento y lucha en cuerpo y espíritu por sobrevivir a la angustia, encadenado a la escritura al servicio de su nuevo señor. Sólo maese Zag, sabio tesorero judío de don Juan, ve en él al hombre perfecto que dará gloria eterna al díscolo nieto del rey Santo.

Pero contra el Ángel Negro de la Muerte que asola el reino, que abate por igual a campesinos y villanos, a frailes y legos, a nobles y damas, a clérigos y reyes, y que quebranta una y otra vez las ansias de inmortalidad de don Juan y de fray Rodrigo, hay un único poder que pueda oponérsele: el amor de otro Ángel.

El infante don Juan Manuel (1282-1348), hijo del infante Manuel y nieto de Fernando III el Santo. Fue el hombre que no pudo ser rey, porque fue todo lo demás: nieto, primo, tío, yerno, cuñado, suegro, padre y abuelo de reyes. Se vanagloriaba de su linaje bendecido, y se decía que desde Granada y Murcia hasta Vizcaya podía dormir todas las noches bajo su propio techo, tal era la extensión y multitud de sus dominios por toda la península. Capaz de levantar un ejército propio para desafiar a los reyes de Aragón y Castilla y de acuñar su propia moneda, suya es la frase: «Y de muchos dijeron: murió el hombre y murió su nombre. Pero
no será eso lo que ocurra para mí, sino que dirán, por mis hechos y mis libros: murió el hombre, pero no murió su nombre».

Hábil político y guerrero, fue también un hombre de letras, causa por la que es más conocido hoy en día. Escribió tratados sobre política, caza o astrología y, sobre todo, el libro de relatos de El conde Lucanor.

Si Petronio es el consejero de don Juan Manuel en El conde Lucanor, en esta novela será su consejero, su médico y tesorero maese Zag. Judío, es el hombre más sabio de su señorío y siempre está presente en sus dudas y conflictos, y actúa como un padre para él. Tendrá una hija, Raquel, que, si bien al principio aparece poco, el final de la novela será todo obra suya.

Blas Malo (Alcázar de San Juan, Ciudad Real, 1977), de raíces jienenses y granadino de adopción, es ingeniero de caminos y un apasionado de la Historia, sobre todo del Imperio bizantino y la Edad Media, a los que ha dedicado conferencias, presentaciones, artículos, jornadas y rutas literarias. Ha participado en actividades de recreacionismo histórico y fue director de las Jornadas de Novela Histórica de Granada.

Como autor ha escrito hasta la fecha El esclavo de la Al-hamrá (2010), El Mármara en llamas (2012), El señor de Castilla (2013) y Lope. La furia del fénix (2016). Su última novela publicada es El Veneciano (Edhasa, 2018).

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