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“El prisionero de Annual”, de Alfonso Basallo

Por Javier Velasco Oliaga
lunes 20 de diciembre de 2021, 13:00h
El prisionero de Annual
El prisionero de Annual

Este verano se ha conmemorado el centenario de Annual con más pena que gloria. Es evidente que una derrota no tiene por qué celebrarse, aunque algunos lo hacen, pero al menos se debería de haber recordado a aquellos héroes que lucharon en el Rif y que fueron traicionados por sus jefes militares y por los políticos. Alfonso Basallo basándose en los recuerdos de su abuelo ha publicado una obra increíblemente veraz y arriesgada “El prisionero de Annual”.

El 22 de julio de 1921 comenzó la guerra que se conocería como el Desastre de Annual. En tan sólo 15 días, murieron 10.000 españoles en las tierras del Rif y no todos fueron militares, también hubo muchas mujeres y niños, además de otros civiles que vivían en aquella zona. Aquello fue un auténtico desastre, el ejército estaba mal pertrechado, muchos mandos no estaban en sus posiciones en el momento de la batalla y la estrategia empleada para repeler el ataque fue un auténtico disparate, eso sin contar algún que otro pacto vergonzoso de los jefes y oficiales del ejército con los rifeños.

El sargento Francisco Basallo, abuelo del autor de la novela, estaba destinado en el acuartelamiento de Dar Quebdani, pese a una defensa heroica y al abandono de ciertos mandos militares, un puñado de españoles se batieron de manera heróica sin apenas medios. El autor cuenta como esas guarniciones no tenían apenas agua para beber y tuvieron que apagar su sed con los orines y hasta con la tinta de las plumas que había en la oficina. No fue el único destacamento que luchó con honor y valentía, también lo hizo el de Igueriben y, por supuesto, el Segundo Regimiento de Caballería Alcántara al mando del teniente coronel Fernando Primo de Rivera que hizo que con su cargas se pudiesen replegar numerosas tropas.

Alfonso Basallo utiliza la primera persona en la voz de su abuelo para narrar una biografía novelada de los años que pasó prisionero en Marruecos. El libro es casi un diario donde el sargento Basallo va contando todo lo que le sucedió en el encierro que padeció en diferentes campos de concentración porque así podemos calificar los campos de prisioneros en donde los rifeños encarcelaron a los supervivientes de las distintas posiciones que fueron tomando. En ellos, convivían los soldados con los civiles, muchos de ellos mujeres y niños.

Las condiciones de dichos campos fueron infames. Los prisioneros pasaron hambre y sed, frío y suciedad, calamidades y despotismo. Fueron tratados de manera inmisericorde y sólo comían medianamente bien cuando llegaban suministros de la Cruz Roja y del ejército español, después de que los carceleros cogiesen lo que quisiesen. Hubo casos como el de alguna mujer, Carmencita Úbeda, que quisieron vender a algún caíd para su harén. Todo esto, nos lo cuenta Alfonso Basallo de manera descarnada y minuciosa. En el año y medio que pasó prisionero le sucedieron un rosario de calamidades y Basallo nos lo puede contar porque su abuelo escribió un libro autobiográfico sobre estos acontecimientos.

El sargento Basallo durante todo ese tiempo fue responsable de los prisioneros en el campo de concentración, tuvo que negociar con los jefes rifeños y llegó a conocer a Abd-el-Krim, de quien reconoce su habilidad política y llega a descargale de algunas responsabilidades sobre el maltrato a los prisioneros. Fueron sus subordinados los responsables de esas atrocidades. De ahí, que pueda contar en la novela muchos acontecimientos que no salieron a la luz en su día.

Alfonso Basallo utiliza la novela como herramienta aunque bien podría haber sido un libro de historia o de no ficción. Narrando los hechos en primera persona consigue que el lector se identifique con los protagonistas, que sufra casi como lo hicieron esos prisioneros. En ocasiones, la angustia de la lectura repercute en el ánimo de lector, menos mal que cuenta el autor zaragozano alguna anécdota divertida que rebaja la tensión. Utiliza, también, muchos diálogos que dar mayor dinamismo a la narración.

Se han publicado muchos libros sobre el Desastre, pero “El prisionero de Annual” tiene el valor de ser un testimonio descarnado en primera persona. Una lectura imprescindible para conocer el lado oculto de los prisioneros que tuvieron que pasar un auténtico calvario ante la desidia de los políticos que tardaron en pagar el rescate de esos cientos de personas que estuvieron malviviendo algo más de un año. Uno de los puntos fuertes del relato es que se basa en los testimonios de un auténtico héroe, como así se reflejó en la prensa de la época y que nunca habló mal de sus mandos, pese a tener motivos. Fue una persona ecuánime que abandonó el ejército, posiblemente, por estar en desacuerdo de cómo se tomaron las decisiones de una guerra con un tufillo de colonialismo trasnochado.

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