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"Defendiendo España", de Henry Kamen

Ed. Espasa. 2022
Por José María Manuel García-Osuna Rodríguez
sábado 08 de abril de 2023, 00:12h
Defendiendo España
Defendiendo España
Es de agradecer este libro, aunque el prof. Henry Kamen, nacido en 1936, y estudiante de su carrera en Oxford, últimamente se está dedicando solo y más a la cotidianeidad o divulgación de la Historia, lo que, desde mi modesto punto de vista, no es precisamente mi acercamiento como historiador que soy, de imbuirme de ella, aunque no sea rechazable. Se puede ser riguroso y divulgativo a la par, y todo ello enjundioso sobremanera. En este libro, el profesor hispanista Henry Kamen, ha mejorado, no obstante, y elevado su nivel.

«Nadie pone en duda que durante tres siglos España dominó el mundo conocido y fue objeto de numerosos embates de todo tipo por parte de potencias rivales, pero ¿cómo se defendió de los ataques de sus enemigos? ‘Para estas batallas que nos amenazan’, explicó don Quijote a Sancho Panza, ‘menester será estar bien mantenidos’. Y España, ciertamente, estaba ‘bien mantenida’: los recursos a los que tenía acceso eran mayores que los de cualquier otra nación, ya que no provenían solo de la Península, sino de todos los rincones del planeta. Los exploradores, soldados y financieros que hicieron posible su poder no solo fueron españoles y portugueses, sino que vinieron de todas las naciones existentes bajo el sol. Los ejércitos no fueron exclusivamente católicos, sino que, en momentos de crisis, miles de soldados protestantes estaban dispuestos a enrolarse en sus filas. Esta es la historia de cómo una nación cultivó amigos y aliados tanto en la guerra como en la paz, y cómo, más allá de la leyenda antiespañola, el hecho incuestionable es que hubo ilustres personajes extranjeros que defendieron su carácter, su cultura, su reputación, su patrimonio histórico o sus costumbres, y se preocuparon por preservar un país que amaron y admiraron. El prestigioso hispanista Henry Kamen invita al lector a explorar los asombrosos senderos de la experiencia imperial española.

Cuando los romanos de Augusto terminaron la conquista de Hispani, los pueblos hispánicos comenzaron a compartir herencia; aunque, al igual que en el resto de la Europa del momento histórico narrado, existía una carencia de poseer una imagen prístina de lo que representaba ser hispano, y serán, precisamente los romanos, los que cualifiquen a: ástures, cántabros, vettones, vacceos, oretanos, vascones, berones, ilergetes, caristios, várdulos, autrigones, galaicos lucenses y bracarenses, oretanos, carpetanos, turdetanos, celtíberos, turboletas, etc, como HISPANIA.

“… Las principales voces de aquel debate eran españolas y comentaban cuestiones relacionadas con su propio país. Juderías reconocía que la ‘culpa principalísima de la formación de la leyenda negra la tenemos nosotros mismos’. De hecho, el debate persiste aún solo entre los españoles, que, al parecer, son los únicos que se ocupan de él. Se trata, simplemente, de la sensación de victimización. Manuel Azaña afirmaba: ‘Llegábamos a creer que todos los pueblos de la tierra se habían conjurado contra nosotros y éramos víctimas de una injusticia atroz’. Resulta significativo que la principal preocupación de Juderías, al principio mismo de su obra, fuese ‘el desfavorable concepto de que gozamos en el mundo’. Tenía la impresión -eso era fruto de su propia imaginación- de que a los españoles no los querían. Desde entonces, un grupo reducido de escritores, inspirados por la misma perspectiva nacionalista, siguen produciendo libros todos los años con el argumento apasionado de que el mundo exterior odia a España. La llamada ‘leyenda negra’ fue creada por ellos, que son los que la mantienen viva”.

El volumen nos indica, de forma taxativa, y siguiendo unas pautas, bastante ilustrativas, que él prof. Kamen estima que no existe un ‘odio’ hacia España; algo en lo que, con ciertos matices, no estoy de acuerdo, ya que el poder imperial español ha generado un cierto rechazo; además que, en determinados momentos de la Historia, los españoles han tratado de imponer su idiosincrasia, su modo de contemplar el mundo y, a veces, su propio fenotipo, al resto, sobre todo de los europeos. A lo largo de la Historia Antigua, tanto romanos como cartagineses contemplaron a la Península Ibérica como algo bastante diferente al resto de los pueblos que habitaban en el emporio de la cultura de la época, que era el Mare Nostrum o Mar Mediterráneo. Sí es cierto, que también despertaron simpatías en determinados momentos e, inclusive, por sus más enconados adversarios.

Además de que, por ser un crisol de razas, los hispanos han visto desfilar por sus tierras cientos de pueblos, de todo linaje y condición. Este hecho, indiscutible, ha conllevado el que los habitantes de las Españas, lo que incluye, ¡como no!, a Portugal, tengan un diferente comportamiento cuando fueron Imperio, bien entre los europeos evangélicos o protestantes, como entre los hispanoamericanos. En segundo lugar, y aquí sí que tengo que dar la razón al prof. Kamen, y que el hecho estriba en que las críticas, muchas veces con toda acrimonia, han partido de los mismos españoles, ¡ahora y siempre!, y eso no se consideraba como el hecho de ser antiespañol, sino el de poseer una opinión divergente; creo que el prof. Kamen sigue siendo excesivamente benévolo, ya que la descalificación sistemática hacia el concepto ‘ESPAÑA’ sí es considerado como la Anti-España, generando reacciones agresivas de un lado y de otro; no se debe olvidar que las dos Españas, conceptualmente antagónicas, todavía se enfrentaron a sangre y fuego entre 1936 y 1939. Cita a Cristóbal Colón y a Fernando de Magallanes como extranjeros que admiraban a las Españas. En primer lugar, no hay datos de que Colón no fuese de las Españas, me inclino hacia la gallega Pontevedra, y Magallanes se naturalizó o nacionalizó de los Reinos de Castilla y de León, errare humanum est.

Todos trataron de participar en la aventura de España, porque había mucho que ganar. Quienes intervinieron en ella lo hicieron porque eran tanto exploradores como creadores, cuyas voces ayudaron a defender, a definir y a desarrollar la nación. España siempre fue una cultura de varios pueblos, desde la época romana hasta nuestros días. Por lo tanto, cabe esperar que quienes defendían España procedieran también de diversos pueblos, culturas y opiniones y no solo de los pueblos oriundos de la Península Ibérica, como los vascos y los portugueses, sino de toda Europa, sin distinción de sangre ni de creencias, como los miles de aventureros que llegaron de hogares lejanos para tomar parte en el asedio de Granada en 1492. … Como dijo el autor más famoso de España en 1605, refiriéndose a su propia obra: ‘Este libro tiene algo de buena intención: propone algo, y no concluye nada”. Me gusta la frase apodíctica del prof. Kamen, ya que así nos deja abiertas las puertas para realizar un análisis sobre la obra, que tiende más a lo divulgativo que a lo historiográfico sensu stricto, pero la opinión es libre, y así se debe aceptar, tomando los datos que más nos enriquezcan, sobre las Españas. «Libidines ad potiudum incitantur. ET. Dei providentia, hominum confusione».

Puedes comprar el libro en:

9788467064865
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