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Requejo, villa romana (Santa Cristina de la Polvorosa, Zamora). Infortunio y memoria
Requejo, villa romana (Santa Cristina de la Polvorosa, Zamora). Infortunio y memoria

"Requejo, villa romana (Santa Cristina de la Polvorosa, Zamora). Infortunio y memoria", de Fernando Regueras Grandes

Ed. Centro de Estudios Benaventanos "Ledo del Pozo". 2021
Por José María Manuel García-Osuna Rodríguez
viernes 21 de julio de 2023, 19:18h
La villa de Requejo fue descubierta en el mes de marzo de 1978 por Nicasio Rodríguez Durán, tras una muy importante crecida de uno de los ríos del Reino de León, en este caso el Órbigo. La provincia leonesa de Zamora, parte indiscutible de la Corona de León y, a priori, lugar esencial del Conventus Asturum, posee consiguientemente restos romanos de las legiones que lucharon contra o vigilaron los comportamientos de los derrotados, manu militari, ástures cismontanos o augustanos, gentilidad prerromana viviente alrededor del río Ástura o Esla; pudiéndose citar entre otras a la LEGIO VII GEMINA PIA FELIX o la LEGIO VI UICTRIX o la LEGIO IV MACEDONICA, entre otras de mayor o menor enjundia.

«Granja y cortijo, torre y hacienda, otium y negotium, espacio de placer y marco dominial, la villa romana es siempre asentamiento extraurbano aislado con funciones residenciales y productivas variables y complejas a lo largo de su dilatada historia: explotación agropecuaria y quinta solariega. Por la primera se proyecta en la organización del territorio y poblamiento altomedieval, muchas veces como espacio ritualizado: necrópolis, iglesia, sobre todo, monasterio, que reproduce el viejo esquema bifuncional: Otium y negotium se prolongan en el ora et labora. La villa es la historia de una necesidad. Por la segunda, su vocación suntuaria, más como ideología que como continuidad edilicia, se proyecta en las residencias campestres medievales (cristianas y, sobre todo, islámicas: castillos omeyas del desierto sirio). Señaladamente en las villas italianas del Renacimiento o las neopaladianas británicas, hasta ciertas formulaciones contemporáneas (Villa Savoye de Le Corbusier), por no hablar de su vulgarización en el pequeño chalet periurbano. La villa es la historia de un deseo. En las tierras del Duero, la romanización profunda, la verdadera urbanización del territorio fue un fenómeno especialmente tardío (siglos IV y V d.C.) que coincide con la generalización de nuestras quintas, una auténtica explosión de la arquitectura doméstica de los notables, instalaciones de gran empeño sobre otras más frugales, con escasas pretensiones compositivas. Una arquitectura, sin embargo, tan arrogante como pasajera. De Requejo sabemos muy poco: un conjunto de mosaicos y pinturas asociadas a unas termas y que sobre el breve espacio donde se desarrollaban vivieron gentes desde el tercer milenio a. C. hasta, al menos, el siglo V de nuestra era. No hay violencia entre sus vestigios, aunque los últimos okupantes detectados no entendían nada del carácter suntuario de la mansión. Por no saber, desconocemos incluso dónde se ubicaban las distintas partes de la villa -su adscripción más probable- más allá de estos baños y anejos. Lo que sí sabemos definitivamente es la desolación de un proyecto inconcluso y frustrante».

En realidad, los romanos utilizaban los estucos como el soporte de la capa pictórica, y por esta forma se les puede considerar como los parientes pobres de las opulentas villas romanas, que como es sabido eran total y absolutamente suficientes, para poderse abastecer de todo lo preciso y necesario; en las mismas vivían las familias en el más amplio sentido de la palabra, incluyendo parientes, libertos y esclavos; eran como una minipolis en el sentido estricto del término. La pintura no era un artículo de lujo, y se concebía como el acabado final de cualquier obra arquitectónica que se preciase, más o menos conspicua, según el nivel económico del pater familias. En la época del Imperio del SPQR, los denominados como pintores eran únicamente unos artesanos decoradores, que conformaban un grupo muy numeroso y, que mayoritariamente, provenían del grupo formado por esclavos y libertos.

Según el Edictum de Pretiis del 301 -que fijaba los precios de más 1.300 productos y establecía además el coste de la mano de obra para producirlos- se distinguía entre el pictor imaginarius que realizaba las decoraciones figuradas, en forma de cuadros o escenas aisladas y el pictor parietarius, encargado de la ornamentación general de la pared, mucho menos valorado. A partir de los restos conservados en Requejo, se desprende la existencia de otros artesanos de inferior rango, de albatores para las salas calefactadas y sin duda coloratores, para las operaciones menos comprometidas”.

Los mosaicos eran lo más paradigmático, dentro de la decoración de las villas romanas, y eran cualificados como decor et utilitas, y de ellos tenemos vestigios en Requejo. Los mosaicos, en la mayor parte de las ocasiones, representaban el ornato de las habitaciones de las villas romanas. Además, es preciso añadir a todo ello, y como mobiliario de los romanos, lámparas, cortinajes, esculturas, y la representación de los dioses familiares. En la villa romana de Requejo todos los mosaicos que se conservan son teselados, mayoritariamente bicromos, blanquinegros, con algunas motas de color, para ambientes secundarios; mientras que para los ambientes de mayor raigambre se utilizan los polícromos (blanco, negro, ocre y amarillo), y de composición mucho más compleja.

El oficio de mosaísta está atestiguado por relieve funerario del siglo III de Ostia con varios artesanos que portan y cortan teselas, y un asentador de teselas en un mosaico sirio del siglo VI”. Su trabajo se valoraba en el Edicto de Precios, un tesselarius cobraba unos 50 denarios diarios, y 60 denarios un musivarius; dedicándose el primero al teselado de suelos, y el segundo a las paredes o a las bóvedas. “Un salario, en ambos casos, como el promedio de los trabajadores de la construcción, pero muy inferior al del pictor imaginarius, esto es, el pintor que diseñaba imágenes, que percibía 150. Por otra parte, sobre unos 2.500 mosaicos localizados en Hispania, apenas se conocen 14 firmas de profesionales, claro indicio de su escasa consideración social. En la meseta norte, solo una (La Olmeda). Probablemente, como otros artesanos, se reclutarían entre libertos, sin faltar hombres libres y esclavos”.

El hecho se refería a un trabajo en equipo, un menester de taller, los artesanos se pueden calificar como de itinerantes, trabajando en ámbitos regionales o de conventus, y en esas zonas se podrían aprovisionar de todos los materiales necesarios para realizar sus trabajos. Las teselas calcáreas de Quintana del Marco, en León, y de Camarzana de Tera, en la leonesa Zamora, están conformadas por una piedra verde semipreciosa, llamada variscita, la cual tiene su procedencia del yacimiento de Palazuelo de las Cuevas, en las tierras del Alba y Aliste de Zamora. Estimo que estoy escribiendo sobre un estudio muy riguroso de la villa romana de Requejo, otro de los trabajos del Ledo del Pozo, que deja bien claro el esfuerzo del Centro de Estudios de Benavente, para preservar el patrimonio del Reino de León. «Ut ab omnibus eum iniuriis dignitas concessa defendat».

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