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LA TERTULIA DEL HULE

EL ANCIANO. REY DE LOS VINOS

MAQUE pequeñita
MAQUE pequeñita (Foto: Archivo)
Comenzamos con el artículo "El ANCIANO. REY DE LOS VINOS" la nueva sección LA TERTULIA DEL HULE la colaboración de nuestra amiga MAQUE, conoceremos de su mano sus recuerdos traídos desde su infancia para conocer nuestro pasado que sigue presente en nuestras vidas.

Aquellas noches, nuestras noches, todavía resuenan. Se acercan a mi alma y yo las acojo y acuno.

Nuestras tertulias del hule.

Cuando la cena llegaba a su fin y mi madre pasaba la bayeta por el mantel para retirar las últimas migas, entonces, en nuestra pequeña, familia surgía la magia.

Era el momento de los programas de radio (Ruede la bola), las confidencias, las lecturas y los chismes.

Unidos alrededor de la mesa con mantel de hule.

Él siempre tuvo cosas que contarnos. Nuevas, antiguas batallas, sueños por cumplir.,

Hoy, todavía, el aroma de las naranjas recién peladas revive en mí el calor de nuestra cocina de carbón. Allí aprendí a amar los versos de Federico con sus noches de estrellas y puñales, a llorar con el Piyayo y a cabalgar por la Vega del Genil a las puertas de Granada.

Él tenía una voz llena de matices. Igual valía para un tango, una zarzuela o los versos de tormentas y bonanzas de velero bergantín.

Sobre sus zapatos ejercité mis primeros pasos de baile. Aquellas noches de mil y una noche, llenaron mi infancia. Aprendí lo que es el respeto, la tolerancia y las ganas de vivir. También el amor por el encanto de las pequeñas o grandes cosas.

La belleza de un cuadro en domingo por la mañana entre las salas de algún museo.

Las matinales de El Gordo y el Flaco en cines de la Gran Vía madrileña. Pequeñas cosas que siempre perduran con amor infinito.

Canturreando emprendíamos el regreso a casa. Mi madre nos esperaba, un tanto refunfuñante.

!!Que tarde llegáis!!!

Que hay que ver como las traes.

!!Como un pincel salieron esta mañana!

Un poco desaliñadas, sí.

Pero un mucho felices. Habíamos recorrido el mundo con unos cuantos pasos.

Las cáscaras de las pipas nos rodeaban como la música de la banda del quiosco del Buen Retiro y eso nos hacía sentir princesas de cuento.

Atrás habíamos dejado Los caprichos de Goya, La rendición de Breda y Las Venus del espejo, y aun habíamos sacado tiempo para una paradita en EL ANCIANO. REY DE LOS VINOS.

Un delicioso vino dulce acompañado de galletita.

Los niños no beben. Nosotros sobrevivimos.

Y así, después del domingo, el lunes se abriría paso y otra vez nuestra pequeña cocina de carbón con su mesa de mantel de hule acogería nuestras risas.

Nuestros sueños y nuestro amor infinito.

Para ellos, mis padres.

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