JRJ, en contraste con la típica representación del poeta aislado en su torre de marfil, libró una lucha personal contra lo que él denominó su “enfermedad sin nombre”. Este sufrimiento estaba relacionado con el uso prolongado de medicamentos y, especialmente, con el síndrome de abstinencia de opiáceos. La obra de Sánchez Pedrero revela cómo esta dependencia química no solo impactó su salud física y emocional, sino que también se infiltró en su poesía de manera sutil pero constante.
"Enfermedad sin nombre, / que sólo yo conozco, / me come el alma triste hasta la vida, / y me reclama el sueño"
Juan Ramón Jiménez, aunque se manifestaba abiertamente en contra del alcohol, el tabaco y otras sustancias que vinculaba con el placer terrenal, vivió gran parte de su existencia sometido a tratamientos médicos que incorporaban drogas mucho más fuertes. Durante décadas, el poeta incluyó en su rutina sedantes, bromuros, éter y derivados del opio, como el láudano.
Hasta el momento, no se había hecho referencia al vínculo con su obra. Después de más de quince años dedicados a investigar archivos, diarios y correspondencia, Sánchez Pedrero elabora un mapa tanto clínico como poético del Nobel onubense. En este análisis, la historia de sus tratamientos médicos se entrelaza con fragmentos de su producción literaria, mostrando cómo la escritura de Juan Ramón Jiménez fue influenciada por el alivio pasajero proporcionado por los medicamentos y el dolor silencioso que acompaña a la abstinencia.
En la vida de Juan Ramón Jiménez, dos figuras fundamentales son Moguer y Zenobia. Las cartas de su esposa nos permiten entender con claridad los altibajos emocionales y físicos que vivió el poeta. En su diario y correspondencia, Zenobia Camprubí documentó los tratamientos a los que fue sometido su marido, así como su constante fragilidad y la convivencia con diversas dolencias al mismo tiempo: "Juan Ramón no se encuentra bien, tiene frío, fiebre, está depresivo, irritable o tiene colitis. A veces todo al mismo tiempo".
La obra presenta a más de 40 médicos y más de 30 fármacos diferentes, evidencias concretas del sufrimiento clínico que el poeta vivió a lo largo de varias décadas, con su esposa actuando como testigo constante y protectora de su vulnerabilidad.
El autor de la obra presenta un retrato de Juan Ramón Jiménez que no busca desmitificar al poeta, sino revelar una faceta menos conocida de su existencia. A través del libro de Sánchez Pedrero, se facilita una comprensión más profunda del creador de "Platero y yo", ofreciendo una visión cercana a su rutina diaria, sus padecimientos y cómo estos influyeron en su escritura. Esta perspectiva alternativa permite apreciar cómo la poesía puede servir como un medio para convertir el sufrimiento en belleza.
Jonás Sánchez Pedrero (Rivas-Vaciamadrid, 1979) ha cursado estudios de Documentación y es Diplomado en Biblioteconomía por la Universidad Complutense de Madrid.
Es colaborador habitual de distintos periódicos y revistas como Cáñamo o Ulises. Ha recibido premios literarios y publicado los libros de poesía “Bulto”, “Pezón” y “Alfaveto“. Desde 2007 mantiene una despensa literaria titulada Blog Clausurado.
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