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Entrevista a Elvira Navarro, autora de "La trabajadora"

Entrevista a Elvira Navarro, autora de "La trabajadora"

"Toda realidad no es más que una construcción"

jueves 23 de octubre de 2014, 13:23h
La crisis económica que estamos viviendo hace que las personas hayan perdido la alegría que había en nuestro país en los años ochenta. Elvira Navarro, en su tercera novela La trabajadora, refleja el pesimismo en el que estamos inmersos. El presente es decepcionante y el futuro no es halagüeño. Con esta novela la escritora onubense quiere reivindicar la novela realista que refleje los tiempos que corren.
Ya en 2003 comenzó a escribir el inicio del texto de esta obra. La primera parte de la novela, titulada Fabio, es el texto inicial de donde surgió el resto de la narración. Podría haberse tomado como un texto aislado, pero la relación se manifiesta claramente en la mitad de la segunda parte, donde la protagonista de la primera asume un papel secundario en la continuación. Precisamente comienza con un texto que publicó en el periódico Público como un cuento veraniego.

La trabajadora contiene bastantes experiencias de la propia autora. Ambas han sido o son correctoras, la protagonista Elisa, trabajando para una editorial con problemas que no paga a tiempo a sus empleados, además han compartido piso en un barrio castizo y periférico de Madrid como es Carabanchel Alto, independiente hasta la década de los años cuarenta. La búsqueda de trabajo, la precariedad con la que viven, son experiencias que comparten. Esa precariedad lleva a Elisa a un cuadro de ansiedad, lo que da pie a la autora a escribir sobre el tema de la patología.

Todo esto daba mucho juego literario a la autora para construir una novela clásica que se saliese de lo normal. "A mí me gusta que como lectora me descoloquen un poco, por eso procuro en mis textos descolocar al lector, que sienta un cierto desconcierto", reflexiona la autora en la entrevista que mantuvimos por la publicación de su tercera novela. En su forma de escribir tiende a deslavazar la narración. Escrita la novela en primera persona, "lo cual es muy poco fiable", aventura, utiliza dos voces en primera persona como contrapunto.

"Toda realidad no es más que una construcción. La realidad objetiva, fuera de los hechos, es un invento", reflexiona sobre la creación literaria, de ahí que "tiendo un poco a exagerar los hechos", añade segura. Esa hipérbole es su debilidad como narradora, lo cual la lleva a que "el lector tenga dudas sobre lo que se cuenta", opina con fundamento sobre ese recurso narrativo.

Frente a sus amigos de la generación Nocilla, como Mario Cuenca Sandoval, que abogan por la fragmentación del arte, ella reivindica el realismo. La vivencia del tiempo en que vivimos, aunque como reconoce, "esa vivencia no es la que teníamos antes, está cambiando con rapidez. De ahí que ahora los textos tiendan a ser más breves. Creo que tienen ventaja los textos breves, novelas cortas, relatos, que las novelas del siglo XVIII o XIX, aunque si una novela tiene que ser larga lo tiene que ser". En la actualidad, con tantos medios tecnológicos, el placer de la lectura se ha reducido, ya es difícil que un lector disponga de un par de horas para una lectura sosegada y enriquecedora.

Su escritura está radicalmente diferenciada de los bestsellers, "no estoy en contra de ellos, gracias a ellos a otros escritores diferentes nos pueden publicar las editoriales", razona. Pero su forma de escribir es más literaria, "cuando me siento al teclado no sé hacia dónde va a ir la narración. Dejo que la escritura me sorprenda, como decía Marguerite Duras. Si supiera lo que iba a escribir no lo haría, no me gusta rellenar capítulos por rellenar", confiesa.

De ahí que busque protagonistas desmesurados como en el caso de La trabajadora, donde la patología mental ocupa un lugar preeminente, de hecho cuando comenzó la novela no había imaginado que el texto iba a ir por esos derroteros. Cuando surgió el tema patológico se dejó llevar y quiso profundizar sobre un mal muy de nuestro tiempo, muy real y cotidiano.

Con respecto al futuro y a nuestro país se muestra muy crítica. "España es un país inmovilista, de pensamiento conservador", mantiene firmemente Elvira Navarro. Cree que los jóvenes de hoy en día tienen demasiado apego al nido familiar, por eso parten con desventaja con respecto a jóvenes de otros países. Además, cree que "tenemos una visión demasiado individualista, lo que hace que no nos movilicemos por casi nada. Somos absolutamente descreídos". Todo lo cual nos lleva a ser un pueblo con muy poca iniciativa. "Estamos como pasmados", ironiza, igual que aquel rey Borbón.

Sobre el mundo literario opina que estamos viviendo una doble crisis, "por un lado la que vive todo el mundo y, por otra, la de Internet y el pirateo". Curiosamente, las ediciones de bolsillo son las más afectadas, por lo tanto supone "que no es cuestión de que los libros sean más baratos, sino que el tejido lector no es potente. Aquí no hubo Ilustración". No hubo ese gusto por la cultura como lo hubo en países vecinos como Francia. "Parece que aquí sólo estamos preocupados por todo lo que es famoso", subraya.

Su receta para salir de la crisis es "poner más entusiasmo en los proyectos personales", afirma. Pero también se decanta por poner más dosis de humor en todo lo que hacemos. "De ahí que mi literatura tienda a contar cosas imposibles, casi de ciencia-ficción y donde la locura ocupe un cierto lugar", razona para así salir de un tiempo gris. Aunque estima que "el tiempo que estamos viviendo tiene mucho de posguerra, pero de posguerra en colores chillones", concluye.
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