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Eva María Medina (Foto: Teresa Moreno)
Eva María Medina (Foto: Teresa Moreno)

Entrevista a Eva María Medina, autora de “Relojes muertos”

“Somos nuestros propios dictadores. Somos los que más daño nos hacemos”

Por Javier Velasco Oliaga
domingo 11 de enero de 2015, 21:06h

Eva María Medina acaba de publicar su primera novela “Relojes muertos” en la editorial Playa de Ákaba y el próximo día 22 de enero la presentará en la FNAC de Callao de Madrid. La acompañarán el editor y escritor Lorenzo Silva y el escritor y prologuista del libro, Juan Manuel de Prada, que le darán la alternativa en este difícil arte de la escritura, que parece estar siempre en crisis.
  • Eva María Medina

    Eva María Medina
    Foto: Ricardo Font

Eva María Medina (Fotos: Javier Velasco)
Eva María Medina (Fotos: Javier Velasco)

“En Relojes muertos he dado todo lo que yo tenía dentro de mí en ese momento”, nos dice nada más empezar la entrevista en un recoleto café madrileño. Esto es algo que se nota en su escritura. Literatura sin concesiones que deja al lector anonadado por lo que cuenta y cómo lo cuenta. Con giros estilísticos novedosos, en la parte formal; pero sobre todo por el contenido que aborda, la locura, complicado donde los haya, aunque hay que reconocer que cuando se aborda este peliagudo tema, se han conseguido grandes obras maestras de la literatura.

Muchos son los autores que ha leído y estudiado para documentarse y escribir su novela. El último que le viene a la mente, es quizá para mí el primero, Ken Kesey, con su Alguien voló en el nido del cuco, que marcó un antes y un después, tanto por la trama como por el autor. Tom Wolfe supo representarlo a la perfección, aunque él siempre estuvo en desacuerdo con el escritor pionero del Nuevo Periodismo. En su libro, al que algunos califican de novela y yo de gran reportaje, Gaseosa de ácido eléctrico, y que la editorial Júcar publicó en los años setenta con la portada original americana, se cuentan algunos de los episodios de locura del escritor de Colorado.

Pero Eva no se queda ahí y señala otras obras cumbres que merecen ser leídas: Inferno, la novela autobiográfica de August Strindberg, Delirio de Laura Restrepo, Tierra de David Vann, Delirio de David Grossman, El atestado de J. M. G. Le Clézio, Mi alma en China Anna Kavan o La nausea de Jean Paul Sartre... Como ven, un ramillete de obras maestras que la autora madrileña ha estudiado, ha desmenuzado para encontrar su propio estilo. Algo que ha conseguido de manera sobresaliente.

“No quería meterme en conversaciones de hospital psiquiátrico, ni ofrecer una visión del mismo, ni siquiera escribir sobre la medicación que han de tomar. No quería una visión desde la institución, sino desde el ser humano y como persona que trabaja. No quería que me ‘ensuciasen’. Lo que quería era meterme en la vida del protagonista”, explica Eva María Medina con precisión, moviendo las manos para enfatizar lo que quiere destacar.

Por eso ha escogido la primera persona para escribir su libro. Se ha metido en la piel de Gonzalo para contarnos una historia que estremece según nos vamos imbuyendo en ella.”Ha sido duro, pero también gratificante, meterme en un personaje masculino. La literatura te permite vivir otras vidas y meterte en la vida de otros personajes”, nos cuenta la novelista mientas saborea un café descafeinado. Para ella la escritura “es como un descubrimiento, un crecer. De ahí que quisiese meterse en la piel de un varón, para vivir esa experiencia”, indica. Todo un reto para una escritora en su primera novela y de la que sale realmente airosa, aunque hubo pasajes que le costaron realmente mucho, como los de sexo. Algo de lo que también sale con desenvolvimiento, porque como ella misma expresa, “me atrae más lo que no soy”.

Sin embargo, reconoce que al principio de la redacción del libro el personaje se le iba de las manos, pero consiguió domeñarlo y encontrar el punto justo para escribir la novela. Al fin y al cabo, “escribir sobre cualquier tema de ficción requiere un aprendizaje”, apunta. Algo por lo que tuvo que pasar asistiendo a varios talleres de escritura, cuenta Eva, que estudio Magisterio y después se pasó a Filología Inglesa. “Nunca pensé que iba a escribir, aunque lo que más me gustaba era la literatura y leer, sobre todo, novelas”, reconoce.

Los talleres de escritura creativa en los que participó le sirvieron para apaciguar sus miedos y ante ella se abrió un mundo nuevo, el de la literatura. Estuvo siete años trabajando en Relojes muertos, modificó lo que le dijeron algunos lectores de su manuscrito y eliminó las partes que no tenían la fuerza necesaria. El resultado es una novela cruda, sin concesiones, pero con mucha alma porque como detalla, “en la escritura te reconoces como eres”.

“Mi tema preferido es el sufrimiento humano y la locura me ha preocupado mucho, porque el enfermo mental sufre y mucho, porque se da cuenta de lo que vive. Es algo parecido a lo que le ocurre al alcohólico. Y la sociedad rechaza sistemáticamente a esas personas”, elucubra la novelista madrileña. El protagonista, Gonzalo, es un fiel reflejo de lo que dice. Es una persona instruida, que lee, que le gusta el cine y todo lo concerniente al mundo cultural. “Pero con su vida no actúa del mismo modo”, apostilla. Es hasta cierto punto un poco cruel consigo mismo. “Somos nuestros propios dictadores. Somos los que más daño nos hacemos”, analiza con lucidez.

Quizá por ello, todas las personas tenemos esa mezcla de locura y cordura. Una frágil línea las separa. A Gonzalo le ocurre precisamente eso. “Él vive su vida a través de los demás. Se imagina su vida, pero nunca hace nada. Es Ángela, por ejemplo, la que da el primer paso para vivir juntos, adopta un papel de salvadora de Gonzalo”, cuenta Eva María. Según va avanzando la novela, el protagonista va sufriendo un cambio progresivo. Todo le molesta y cada vez se va volviendo más violento. “Va entrando en otro aspecto de la locura”, señala, en un mundo más onírico, donde se terminan distorsionando los sentidos y se termina convirtiendo en una obsesión.

Muchos de los personajes del libro tienen ese comportamiento y el título del libro, Relojes muertos, viene precisamente del comportamiento de Herminia, una mujer a la que se le muere el hijo y ella lo sigue viendo en otra persona. “Son personas que están muertas en vida, que viven una vida que no es real”, sentencia la escritora. Son esos los “Relojes muertos”, los que no dan la hora de una vida que no se quiere vivir.

En su próxima novela, que ya tiene terminada, ha cambiado de registro totalmente. “Me ha salido una novela radicalmente humorística”, especifica. De momento la dejará reposar, pero escribirla le ha valido para desconectar totalmente de la primera, en cuya promoción, en estos momentos, está muy volcada.

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