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Ricardo Martínez

El acto tuvo lugar en el Centro Riojano de Madrid

23/04/2017@11:19:23

Se ha presentado en el Centro Riojano de Madrid el libro de poesía "dad" de Elena Fernández Yárritu. El libro ha sido publicado por la editorial Vitrubio en su colección Los Baños del Carmen. La autora ha estado acompañada por el poeta y aforista Ricardo Martínez-Conde que habló sobre los valores de la poesía de la autora.

Ed. Tecnos, Madrid, 2017

Considero que por Estética –como disciplina teórica, como ejercicio de observación y práctica de conocimiento- ha de entenderse como uno de los avances en el ejercicio racional del hombre entendiendo en ello que, gracias al sentido otorgado a ésta, el hombre ha establecido un nuevo equilibrio en la naturaleza.

FIRMA INVITADA

Discernir la naturaleza espiritual de quien ha sido el poseedor de las palabras al pronunciarlas es una pauta, una actitud elaborada hace ya mucho tiempo y que pervive todavía fresca en los códigos sociales.

El poeta habrá de aguardar un poco más; habrá de ser el último, el que cierre la puerta (como hace la muerte, para nuestra armonía).

He aquí un libro que, si bien pudiera pensarse que es propio a estudiosos y eruditos de otras épocas (algo que, en poesía, es un riesgo sostener toda vez que la poesía, per se, ha de ser atemporal o no lo es), antes al contrario, por razón de los temas tratados, es un entretenimiento gozoso con su punto de maledicencia convocadora toda vez que, en el siglo XI, trata de los temas eternos que hacen del comportamiento del hombre hacia otros hombres el tema de discusión y conflicto, a la vez que reúne esa capacidad de curiosidad e interés que toda alusión a lo lúdico despierta.

Siempre cabe recordar, creo, la dependencia que el ejercicio literario tiene respecto de aquellos otros libros (manuales, diccionarios…) que posibilitan, ayudan y enriquecen la labor de escribir gracias a los recomendaciones o principios o consideraciones que en ellos se contienen. Y una parte sustancial, esencial de estos libros la constituyen, sin duda, los diccionarios, donde las palabras y sus significados, las aclaraciones terminológicas es como si afinasen su valor, su decir llevado a un horizonte de interpretaciones más extenso y variado.

Reza (y es ésta una expresión que parece muy apropiada a los caminos interiores del hombre) el viejo aforismo que ‘todo viaje es hacia uno mismo’ Sostiene, a su vez, este prolífico autor que nos ocupa y que tanto se ha preocupado del interior andante de los humanos, que ‘todo viaje es iniciático’ Y lo cierto es que acomoda muy bien quí esta aparente disensión dialogante; es más, no hay aparente contradicción entre ambas expresiones, sino, antes al contrario, complementariedad. Cada pensamiento se acomoda a una parte significativa del camino

La melancolía había nacido ya, había llegado antes que él. De hecho, le esperaba a la sombra de un árbol antiguo y esbelto. Rostro de expresión serena; ¿un rictus de complacencia, de aceptación, de ironía en los labios? Sus ojos reflejaban el hábito de quien ejerce la reflexión como una forma de ser. Todo lo cual resultaba reconocible salvo su sexo, que era incierto.

Este joven airado sí fue tal, y de ello quedó testimonio poético en clave de rebeldía otorgando al futuro de la literatura unos versos casi vergonzosamente desnudos como desafío, algo así como para decir que la naturaleza humana al desnudo supera en provocación al desnudo de la propia naturaleza. Sus versos tenían, no obstante ese obstinado desafío, la dureza de lo real, la profundidad de un sentimiento elaborado desde el interior más constructivo, más consciente. De ahí su perduración.

Machado libros, Madrid, 2017

A este autor hemos tenido ocasión de conocerle en España por su aquilatado sentido del humor a la hora de referirnos anécdotas y conocimiento a propósito de los mayores protagonistas de la música clásica. Recuérdese, si no, el ‘resonante’ sentido del humor presente en su libro ‘Por qué Beethoven tiró el estofado’, una delicia de ironía no exenta de cultura musical, no en vano está considerado este inglés como uno de los mejores violonchelistas de nuestro tiempo, que todo hay que decirlo.

La literatura, afortunadamente, no tiene origen. Es decir, la fuente de lo contado puede ser infinita, como infinitos podemos considerar que pueden ser los autores, más a sabiendas que lo que tantas veces tenemos delante como lectura no ha de procede necesariamente de un literato profesional sino que tal procedencia, por fortuna, puede ser varia (y en ello habría que entender, sin duda, una posible forma de originalidad).

Acaso sea uno de los ejercicios literarios más difíciles el que viene practicando (cultivando, en el mejor sentido) el autor Fernando Menéndez por cuanto elegir el texto breve comporta un riesgo doble: decirlo bien, y hacerlo en pocas palabras.

Me ha sido inevitable – y lo debo confesar porque ha afectado a mi lectura – ver ya desde la portada de este libro el recuerdo del Campo o las Calas con los que la fotógrafa Jeanne Chevalier buscaba ofrecer junto a los textos de José Ángel Valente las huellas de lo temporal en lo atemporal, de la huella en lo liso, de la grieta en lo duro, como es la vida de uno en este eterno silencio o vacío, como es la vida de Ricardo Martínez Llorca para cualquiera que no sea él. Cuando uno se agrieta tiene dos posibilidades: enmendarse o dejarse romper del todo. Y Ricardo, en este libro, se rompe del todo. Lo que pocos saben es que tras la rotura completa está la liberación, lo que la mayoría obvia es que detrás de la grieta está la luz, y esto es "Luz en las grietas".

La cultura, a saber por qué, no siempre ha sido la actividad más democrática que ha existido. Si acaso, al contrario, esto es, las envidias, las polémicas apasionadamente inútiles por motivos perversos, las riñas burdamente cruentas avaladas por mala prosa, han sido más abundantes que el reconocimiento llano, explícito, sincero y fundado de las virtudes de otro escritor, de otra cultura.

Tal vez el propio ritmo de la bella prosa de Walser tenga, también, el ritmo de un paseo demorado, estético en el mirar y en el sentir, culminado siempre por una emoción –rica, contradictoria en cuanto el bien o el mal deducido de lo observado- pero vivo, humano, inteligente.