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Xavier Zubiri
Xavier Zubiri

"Celebrando la esencia y desfaciendo la substancia" por Edvardo Zeind Palafox

jueves 23 de octubre de 2014, 13:23h

Estaremos interpretando, amilanado lector, fragmentos del libro "Sobre la esencia", de Xavier Zubiri, e ilustrándolos con pasajes del "Quijote". Hay que distinguir, dice nuestro magnífico filósofo, entre el "pensar esencial" y lo simplemente "esencial". Las cosas tienen una "esencia" y es el pensamiento el encargado de encontrarla. ¿Cómo se encuentra la "esencia"? Antes de lucubrar sobre tales manejos mentales, epistemológicos, deberemos, pues somos filósofos, definir qué sea la "esencia".

Esgrimamos el espléndido método negativo que nos enseña la teología. ¿Es la "esencia" un objeto? ¿Tiene, si es un objeto, "substancia"? ¿Cómo que hay objetos sin "substancia"? Una idea, un concepto, entes sin substancia, pueden ser un objeto. Objeto es lo que existe. Vayamos más atrás, hasta la fuente del río. ¿Qué significa existencia? Significa tener realidad. Realidad es lo que causa, lo que mueve. Una idea existe, es objeto, si mueve.

Las ideas son las notas más altas de las imágenes, su armonía. La idea de libertad o de honor que mueve al guerrero a la lucha pertenece a una imagen, a una representación, síntesis de los conceptos. Decía Spinoza que gustamos los seres humanos de mezclar lo que creemos será el futuro con lo presente. Las ideas, ciertamente, aunque son objetos, aunque existen, aunque mueven, no son "esencias", sino meras notas, fragmentos de algo, ya pasado o presente o futuro.

Las "esencias", diría el pensamiento sociológico, se construyen. Los objetos, dice Zubiri, no tienen o esconden una "esencia", ni la remiten: las "esencias" forjan la forma de la cosa en la que están. El mito de Apolo y Dafne, que nos cuenta cómo Dafne, para huir del porfiado Apolo, fue convertida en laurel por su padre Peneo, da las palabras idóneas para adobar nuestras intenciones. El soneto XIII de Garcilaso, que recoge el mito, dice: "A Dafne ya los brazos le crecían/ y en luengos ramos vueltos se mostraban;/ en verdes hojas vi que se tornaban/ los cabellos qu´el oro escurecían". Si destruimos la forma, el laurel, destruimos la "esencia", a Dafne.

¿Podríamos regresar al estado meramente material, a Dafne, para conocer la "esencia" del laurel? ¿Existe la "esencia" sin forma? ¿No es la "esencia" siempre una forma, digámoslo, primitiva, desconocida para nosotros, irreconocible? ¡Muchos han visto el laurel y pocos un personaje de la antigua mitología! Pero resulta que la mitología constituye nuestro "pensar esencial".

El "pensar esencial" es un pensamiento que se piensa a sí mismo, primitivo. De la uña, decían los viejos españoles, se colige el tamaño del león, y del pensamiento de uno mismo, de la conciencia, se coligen todas las "esencias" y mitos, el tamaño de nuestro mundo. La conciencia, dice Zubiri, es la "esencia de las esencias". Las cosas son hechas por las "esencias", el laurel por Dafne, y las "esencias" por la consciencia, por Peneo.

El martillo, por ejemplo, no es martillo sin la consciencia, diría Zubiri, no tiene "actualidad" de martillo. No hay martillo si no se capta que éste sirve para martillear, esto es, si se ignora que hay un mundo lleno de cosas que pueden ser golpeadas por el martillo. ¿Pero es el "golpear" la "esencia" del martillo? No. Su "esencia" va más allá, va hasta el golpear para "algo". ¿Qué es dicho "algo"? Una intención. Toda intención es, y parecerá que hacemos un círculo, una idea. Las "esencias" se encuentran, luego, si damos vueltas, paseando por el mundo de las cosas que pensamos.

Un pensamiento no "esencial" es un pensamiento rectilíneo, uno que va, como el de Husserl, hasta las cosas para conocerlas, hasta su existencia. El "pensar esencial", al contrario, no va hasta las cosas, sino que las rodea, las merodea, las relaciona con otras. La diferencia entre ir y palpar y merodear es sencilla, tanto, que casi no se percibe. Quien va y toca acepta la existencia de lo tocado, mientras que el que merodea no acaba de aceptar que lo que ve existe. El merodeador, antes de palpar, si una vez palpa, construye una idea rica sobre el objeto que merodea, y así lo enriquece.

Un hombre, por ejemplo, puede merodear un laurel, pensar en él, imaginarlo y llegar a él dudando de su utilidad. Tal hombre se preguntará si el laurel es anterior al "laurear" o si el "laurear" es anterior al laurel. Apolo, merodeando incansablemente a Dafne, quería "laurearse" con ella, ninfa que dio forma al laurel, lo que prueba que las "esencias" se encuentran si damos rodeos. Se "laurea" al que hace un esfuerzo, al apolíneo tesón.

El capítulo XVII de la segunda parte del "Quijote" nos muestra a un Caballero de los Leones que usa el "pensar esencial" zubiriano, es decir, que rodea constantemente los problemas que enfrenta para no detenerse en ninguno, para avanzar, para saltar sobre las existencias y construir la "esencias". En el mundo, sabía el Quijote, se avanza moviéndonos constantemente y no sólo hacia "adelante", noción ésta harto relativista.

Don Quijote, recordará el lector, luego de ponerse la celada que Sancho le dio llena de requesones se preguntó: "¿Qué será esto, Sancho, que parece que se me ablandan los cascos o se me derriten los sesos, o que sudo de los pies a la cabeza?". ¿Qué hizo don Quijote? Dar rodeos, conjeturar que lo que le acaecía o era un ablandamiento de cascos o un derretimiento de sesos o un sudor ingente, mas no se detuvo a palpar los requesones, pues tenía, debía avanzar. Al final, cuando venció al león de "ojos hechos brasas", don Quijote entendió que los sudores y sesos antes eran notas de la "esencia" de la situación que requesones, agüeros bonísimos para su singular aventura. Tal es celebrar las "esencias", desfacer las substancias y laurear la "temeridad exorbitante".

Pueden leer más artículos del autora en: 

Blog personal: http://www.donpalafox.blogspot.com

Diario judío: http://diariojudio.com/autor/ezeind/

El Cotidiano: http://www.elcotidiano.es/category/columnistas/critica-paniaguada/

Leonardo: http://leonardo1452.com/author/eduardo_palafox/

Deliberación: http://www.deliberacion.org/?s=Eduardo+Zeind+

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