Por fortuna traigo a esta sala de lectura un interesantísimo libro de ensayo literario, “La huida de la imaginación”, autoría de Vicente Luis Mora (Córdoba, España, 1970). Esta incursión sobre la importancia del “yo” frente al imaginario nos adentra en un mundo apasionante, por ello el título de este libro, que nos muestra hasta qué punto lo autobiográfico puede influir negativamente en la construcción narratológica. Con una lucidez poco frecuente, el estudio riguroso y comparativo, Vicente Luis Mora ahonda en la creación literaria con verdadero conocimiento y sabiduría. Dispone ante el lector todos los recursos necesarios para comprender todos los hechos que rodean la cultura literaria: el relativismo, el mercado, realismos y autoficciones, literatura y periodismo, los ideales democráticos del arte, el elitismo, etc.
Ya desde las primeras páginas del libro Mora llama la atención sobre el relativismo estético posmoderno que subyace en la expresión “todo vale”, pero sobre todo incide en la labor de los críticos literarios al decir que esa labor consiste en: «analizar no sólo los libros, objeto principal de la labor crítica, sino también su envoltorio sociocultural, los contextos y paratextos que los rodean y con los que vienen presentados,, etiquetados, distribuidos, explicados en la prensa, reseñados y situados en los anaqueles de las librerías».
Respecto al mercado, Mora reflexiona y plantea algunas cuestiones como: “El mercado aspira a cubrirlo todo, a pautarlo todo, a desarrollar una costra de sentido por encima de todas las cosas”, también que “el mercado editorial invade el terreno que le está dejando franco la falta de crítica”, o, “el mercado también consolida su papel prescriptor del modo de escribir las ficciones”, y añade que “el mercado como crítico literario aparece también cuando los autores comerciales instrumentan sus propios medios para deslegitimizar o desplazar a la crítica. Un ejemplo de ello es la web Zenda…”, o la suplantación cuando “el mercado funciona como crítico literario a través de las empresas de reseñas”, para concluir como resultado final que “se aspira a que la crítica sea mercantilizada, para que pueda funcionar como igualadora, en vez de como discriminadora, que debe ser la verdadera función del crítico. Otro de los aspectos clave de este ensayo es la parte referente a esa “Huida de la imaginación” que a bien ha tenido Mora en llamar al continuo debate de realismo y ficción, autoficción, con el añadido del “copio y (p)ego”. La lectura de este capítulo central sorprende por rigor y coherencia, por su documentación y nítidos argumentos que acompañan al desarrollo de los temas que plantea, que viene a subrayar de forma extraordinaria el fuerte compromiso intelectual de Mora.
El descubrimiento en cada página de hechos y verdades viene a demostrar la capacidad analítica y el sentido crítico de Vicente Luis Mora. Para este viaje toma ejemplos de la narrativa actual española, para decirnos que, en algunos casos sonados de “novelas” (¡?), “El peso de lo real hunde la obra”. En cuanto al hecho ficcional, nos advierte Mora de que, “cuando el gradiente de ficcionalidad se desplaza hacia el polo de la menor fabulación, el resultado es un producto artístico de menor intensidad”, como también nos advierte del peligro en que puede caer el autor de una novela cuando existen en ella excesivos elementos autobiográficos; por ello dice que: “Dedicar páginas y páginas a las andanzas propias como escritor no sólo es onanista, risible y patético, sino que es un insulto a la inteligencia de los lectores”. Otro de los capítulos que se prestan todavía al debate es la necesidad de distinguir entre literatura y periodismo, por cuanto una y otro contienen elementos importantes de diferenciación, por existir una desmedida invasión de los hechos reales en lo literario.
Este es un aspecto importante en nuestros días por entender que entre una y otro no existe un deslinde claro. Así Mora escribe: «…ningún curso, ninguna formación, incluso continuada durante toda la vida, permitirá a un periodista escribir una buena novela o un buen libro de poemas. Para ello tendría que ser escritor. Porque de nada sirve engañarse al respecto: la imaginación compleja y en talento para vertebrarla en un discurso literario ambicioso no se aprenden; se tienen o no se tienen». Cierra Mora este ensayo con una referencia enriquecedora sobre el elitismo y un apéndice en el que se analiza y enfrenta desde un sentido crítico un poema de Valente y Cernuda, de temática similar. Me quedo con este aserto con el que, tal vez, podría servir de magnífico colofón: «…el verdadero conocimiento (incluso el autoconocimiento) y la adquisición de la verdadera sabiduría sólo tienen lugar cuando uno atraviesa el espejo y llega al otro lado, trascendiendo lo real y la imagen propia». En definitiva, y como nos tiene acostumbrados Vicente Luis Mora, una vez más, afronta desde el análisis riguroso y la selecta argumentación los problemas actuales de la literatura con esa visión abierta y rompedora, capaz de gestar un discurso coherente, y sincero llamando a las cosas por su nombre, y no dejándose contagiar o influenciar por las modas o la ortodoxia hegemónica del sistema o panorama actual de la literatura.
Así, este libro de ensayo “La huida de la imaginación”, cobra especial sentido en los tiempos que corren, por lo que considero imprescindible su lectura. El escritor, poeta, crítico, narrador y ensayista Vicente Luis Mora, en esta ocasión, lo aseguro tampoco defraudará al lector.
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