Ya de niño, Alfonso oía asombrado los relatos que su abuelo contaba a todos sus nietos. Con esos recuerdos y con una documentación que le ha llevado cerca de 20 años con algún que otro parón, el periodista ha conformado una historia tan humana y truculenta que la lectura hace que al lector se le ponga mal cuerpo con todas las peripecias que cuenta. Algunos pasajes recuerdan a los campos de concentración nazis. Un relato estremecedor de una historia que ha estado oculta durante mucho tiempo y que es conveniente conocer, precisamente ahora que las relaciones con la monarquía alauita no pasan por los mejores momentos de la historia. “Los acontecimientos que cuento no están para nada exagerados. Hubo episodios de una ruindad moral extrema. El coronel Araujo llegó a pagar por salvar su vida y la de los oficiales de la posición de Dar Quebdani, precisamente donde mi abuelo, el sargento Basallo, estaba destinado el día de la rendición. Araujo pagó por salvarse, lo cual es toda una traición”, cuenta el autor de “El prisionero de Annual”. El sargento Basallo escribió su experiencia en el libro titulado “Memorias del cautiverio”, según su nieto “no quiso cargar mucho las tintas sobre lo que ocurrió, pero su experiencia le cambió la vida y no quiso seguir con su vida militar. A la vuelta, le ofrecieron un trabajo en el Banco de España que aceptó”. En aquellos años se produjo una investigación que llevó a cabo el general malagueño Juan Picasso y que se conoció como el “Expediente Picasso”, dicho informe quiso depurar responsabilidades en los mandos militares. Desafortunadamente, con el advenimiento de la Dictadura de Primo de Rivera todo quedó en agua de borrajas. “En el libro contaba escuetamente su experiencia, sin darse mucho valor. No quiso hablar mucho de los aspectos negativos”, remacha el autor zaragozano. En el año 2000, el historiador Juan Pando Despierto publicó el libro “La historia secreta de Annual” que se basaba fundamentalmente en las declaraciones de los prisioneros liberados. Con ese material y con algunos diarios inéditos de otros prisioneros, además de los relatos de su abuelo, Alfonso Basallo ha compuesto su estremecedor relato, contado en primera persona en la voz de su abuelo. En su búsqueda de documentación, encontró un página web en internet donde estaba el acta de votación que realizó en coronel Araujo en Dar Quebadni. “Me ha ayudado mucho la relación de nombres del desastre que ha realizado Javier Sánchez Regaña, gracias a eso he podido hablar con otros descendientes de las víctimas del desastre. Además después de publicar el libro, me han escrito otros descendientes de los prisioneros. Ahora tengo mucha más documentación, pero de momento no voy a escribir más sobre el tema”, cuenta el autor. “No me invento nada. Es un fiel relato de los hechos”“En la novela, no me invento nada. Es un relato fiel de los hechos. Mi intención ha sido contar los acontecimientos reales de manera fidedigna. El suplicio que pasaron los soldados y también lo que sufrieron las mujeres que cayeron prisioneras, en especial el caso de Carmencita Úbeda que el jefe del campo quiso vender a un rifeño. Por lo tanto, todo es real, pero con recursos literarios”, cuenta Alfonso Basallo con emoción. Evidentemente, Alfonso no es su abuelo, pero lo conocía muy bien. “Me pareció que era mejor contar la historia con la voz de mi abuelo”, afirma. Y lo que cuenta, estremece. “Mi abuelo decidió defender a la gente cautiva, de ahí que fuese el jefe del campo, el interlocutor con el despiadado encargado de los prisioneros que a veces tomaba decisiones que no consultaba con sus mandos militares. Para Alfonso Basallo, “no he escrito una novela histórica al uso, creo que es más una crónica periodística, pero con elementos muy literarios. Salvando las distancias creo que es parecido a lo que hizo Torcuato Luca de Tena en su libro Embajador en el infierno sobre los prisioneros de la División Azul. “Decidí escribir en primera persona para darle más expresividad, implicar al lector y transmitir más emoción. No quise presentar a un superman porque mi abuelo era una persona humilde. Un joven que se vio metido en una vorágine increíble. Es más un héroe a la fuerza o por accidente que decidió ayudar al teniente médico Serrano para salvar vidas. Le costaba mucho todo. No fue un militar de carrera. El no comprende que haya jóvenes oficiales que quieran ir a África para que le peguen un tiro”, relata el escritor zaragozano. Basallo describe ciertas escenas macabras que son de una ruindad moral increíble, como son las escenas de los saqueos a los muertos perpetradas por los rifeños. “En ciertas ocasiones llegaban a desenterrar a los fallecidos para saquear sus pertenencias o quitarles los dientes de oro”, apunta. “Las cifras sobre el desastre de Annual que aconteció el día de Santiago de 1921 son muy inexactas. Se dice que hubo más de 13.300 muertos y desparecidos. Además de unos 500 prisioneros de los que fueron liberados 300. Algunos pudieron escaparse, y los fallecidos en el cautiverio lo fueron por las condiciones extremas que tuvieron que sufrir, hambre, sed y enfermedades, en especial el tifus que diezmo a los prisioneros”, expone de manera documentada.
Alfonso Basallo cree que se ocultó el número real de las víctimas. Había sido una derrota increíble por la negligencia de los mandos militares que tuvieron decisiones muy cuestionables como la retirada del general Navarro en el Monte Arruit. “El tema de los cautivos fue muy impopular porque no sabían que habían sido de esos soldados durante mucho tiempo. Hubo muy poca información. Se les dieron malos tratos por parte de los rifeños y el gobierno no quería pagar el rescate que, posteriormente, se cifró en cuatro millones de pesetas y que negoció el industrial vasco Horacio Echevarrieta, republicano convencido, pero amigo personal de Alfonso XIII”, explica el periodista. El sargento Basallo conoció personalmente al líder Abd el-Krim, “tuvo que reunirse con él en varias ocasiones. Era todo un líder, que puso en jaque al ejército español durante seis años. Fundó una supuesta república del Rif y llegó a ser portada en el Time. Tenía habilidades militares y políticas. Algunos líderes del Vietnam cuentan que copiaron a Abd el- Krim sus tácticas militares. A los prisioneros los quería para negociar. No quería dar una mala imagen. Quizá por eso no atacó a Melilla cuando estuvo desprotegida. Según mi abuelo era de trato correcto. Estudio el bachillerato en español y trabajó como periodista en El telegrama del Rif. Fue el responsable de la muerte de muchos españoles”, describe el autor. “El tema del Rif fue siempre muy impopular, una gran parte de la juventud española acabó allí, justo lo que no podían pagar las 2000 pesetas para librarse del servicio militar. Desde que existió el protectorado, se fueron conquistando los territorios del Rif. Pero la corrupción de los mandos militares y el tema económico supusieron un lastre para la guerra. Indalecio Prieto dijo en el Congreso de los Diputados que Melilla era un lupanar. Lo refleja muy bien Arturo Barea en su novela La llama, la segunda parte de La forja de un valiente”, desgrana Alfonso Basallo. Para el autor, “en la actualidad, quizá por razones políticas, no se ha tocado mucho el tema. A los gobiernos actuales no les ha interesado adentrarse en dichos acontecimientos. Prueba de ello es que el Regimiento de Alcántara recibió la laureada de San Fernando noventa años después en 2012, el único cuerpo del ejército que salvó el honor y apoyó de manera eficaz la retirada. Ahora no hay que molestar al vecino del sur dada la presión que está ejerciendo Marruecos sobre nuestro país”. Algo que siempre me ha intrigado es cómo unos mandos que actuaron de forma tan poco profesional luego pudiesen desempeñar un papel tan importante en nuestra Guerra Civil. “Los que fueron generales de Franco eran muy jóvenes en esos momentos y ocupaban lugares secundarios. Dávila fue uno de los consejeros del general Silvestre y le aconsejó que no avanzase hasta Alhucemas. Era sensato y competente. Llegó a ser ministro de Franco. Tanto como el general Varela, que era muy eficaz. Les sorprendió tanto el desastre como al coronel Morales, de la Policía Indígena, fueron buenos militares con mucha experiencia”, comenta Basallo. En su opinión, “tenemos como un cierto complejo con la historia. A diferencia de los franceses o americanos. Estas historias que cuento serían producciones de Hollywood si los protagonistas hubiesen sido los estadounidenses. La defensa de Igueriben por parte de comandante Benítez, la gesta del alférez Juan Maroto, son actos de una enorme dignidad y honradez. La historia de España está llena de cosas emocionantes. Son un filón”, sentencia Alfonso Basallo poniendo punto y final a la entrevista. Puedes comprar el libro en:
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