El título, en su traducción española, juega a evocar Misterioso asesinato en Manhattan (1993), film con el que coincide en la mezcla de crimen y humor. Por otro lado, Franck Dubosc, director, coguionista y también actor principal, ha explicado en alguna entrevista que adora a los hermanos Coen y a Fargo (1996), y que con el film quería hacer un guiño a este otro clásico. El realizador francófono ha parido un thriller policial con aroma a western ambientado en las invernales montañas del Jura, con una trama ingeniosa, muchas sorpresas y un equipo muy unido de comediantes cinematográficos consumados.
A todo esto, el título original francés es Un ours dans le Jura (Un oso en el Jura). Un oso sabemos qué es. Jura cuesta un poco más, por si acaso digamos que esta región francesa tocando a Suiza, muy montañosa y menos desarrollada que otras regiones vecinas. Jura, también es una cadena montañosa. Sí conocemos el adjetivo “jurásico”, directamente tomado del toponímico, por un naturalista francés del XIX.
En la película vemos a los jurassiens modernos: individuos desquiciados, familias recompuestas o extraviadas, en el momento de la verdad, es decir, en Navidad, cuando la festividad impuesta por el calendario nos obliga a dejar la rutina diaria y a confrontar nuestra satisfacción vital con nuestras expectativas. Por suerte, el club de swingers local atiende y da consuelo a media población.
Si algo destaca de tan singular propuesta es alguna línea de diálogos que haría las delicias del mismísimo Tarantino. Pra muestra un botón: “Hay tres cuerpos ahí dentro. Uno tiene cortes en la cara, los demás están cubiertos de miel. Uno fue empalado. Le perforaron el estómago. ¡Su abdomen reventó!”. Y es que los protagonistas se la van a ver y desear para deshacerse del marrón de las maneras más increíbles y desmelenadas que uno pueda llegar a imaginar.
Los amigos de resolver acertijos pueden ir relajados a ver la película: en todo momento el espectador sabe quien hace qué y el porqué. Hay más divertimento que misterio. En todo caso, la gran pregunta dramática sería: ¿podrán salir vivos Michel (Franck Dubosc) y Cathy (Laure Calamy) del entuerto en el que se han metido? El tono de la película nos hace pensar que sí, pero siempre hay que dudar de la buena fe de los guionistas. Michel y Cathy, su mujer, son criadores de abetos y a pesar de todos sus esfuerzos y desvelos solo tienen deudas. Pero un día un oso aparece por la zona y todo cambia. No faltan situaciones cómicas, construidas sobre la escatología, los despistes y la lógica interna de los personajes.
La veterana Emmanuelle Devos, en el papel de gerente del club de swingers, y el jovencísimo Timéo Mahaut (Les Pires, 2022), que interpreta a Doudou, el hijo de Michel y Cathy, podrían haber dado más juego. El oso también, es una pena que solo salga al principio.
Y refiriéndonos a la escena inicial del film podemos decir que nos hallamos ante uno de los casos más flagrantes de los estrenos de los últimos años en los que la premisa se come con patatas el posterior desarrollo. Parece como si los guionistas (el mismo Dubosc acompañado de Sarah Kaminsky, conocida por aquí por libretos como La Trenza, Adiós, señor Haffmann o Mi familia del norte) hubieran gastado gran parte de su energías creativas en un arranque que quita el hipo. La pena es que después la cosa tira por otro lado y todos los elementos que hicieron de ese momento iniciático un auténtico disfrute para el público se diluye en el costumbrismo más acomodaticio. En este sentido, es simplemente una pieza cinematográfica agradable y de humor negro que ofrece una diversión sumamente satisfactoria en el mejor sentido de la palabra.
Por último señalar que la película ha sido un éxito de taquilla en Francia y se llevó el premio del público en el Festival de Cine Francófono de Málaga 2024.
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