Karen Levine en La maleta de Hannah no solamente nos cuenta la historia de Hannah Brady, una niña judía asesinada en una cámara de gas en Auschwitz, también reúne en este libro la compleja investigación que llevó a cabo Fumiko Ishioka, directora del Centro Educativo sobre el Holocausto de Tokio.
Con la voluntad de hacerles comprender a los niños japoneses que visitaban el centro lo que fue el Holocausto, Ishioka empezó a pedir prestados objetos del Holocausto con tal de intentar facilitarles a los niños la comprensión de ese episodio histórico. Uno de esos objetos era la maleta de Hannah. Los niños empezaron a preguntarle a Ishioka por Hannah: quién era, cuántos años tenía, cómo era, dónde nació…; pero ella no poseía esas respuestas. Por ello, decidió descubrir quién era Hannah Brady: preguntó en museos, asociaciones e incluso viajó a Therezienstadt, lugar en el que la búsqueda de Ishioka dará un giro inesperado.
La maleta de Hannah resigue paralelamente dos viajes, dos historias: el fatídico viaje de Hannah Brady y la incansable búsqueda de Ishioka; todo ello con una clara voluntad pedagógica. Con un estilo sencillo y claro, Levine nos transporta a la Checoslovaquia en la que nació y creció Hannah a través de las numerosas imágenes incluidas en la obra. Por todo ello, es un libro muy recomendable para todo aquel que desee conocer una historia más de una víctima del Holocausto; pero, es especialmente recomendable para jóvenes lectores que quieran empezar a conocer qué fue el Holocausto.
Si no podemos cambiar el pasado, al menos conozcámoslo.
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