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Hecatónquiros

Los Hecatónquiros o cómo aprender a dejar de preocuparse y amar a la guerra

28/11/2024@16:16:00

Probablemente, el título de esta misiva te parezca un poco largo, levemente presuntuoso o exageradamente plagiado. Pero si alguna vez, en lo inconexo del tiempo o en los ríos del arte visual, conociste a un teúrgo (hechicero de magia blanca) que forjaba encantamientos de imágenes con los ojos cerrados, movimientos resplandecientes, aladas odiseas y relojes naranjas, entonces, sabrás que este título solo es una referencia a esa obra antigua, obra alguna vez exhibida en colores opuestos, obra de dicho genio, que, como si hubiera surgido de una lámpara, arribó a nuestros hogares para complacernos de dicha y magia.

La vanidad que se marchita, la flor que germina o El estanque del ánima: El último Eco de Narciso

“Me observé en el reflejo del agua sonámbula; mis ojos esmeraldas reflejaban mi alma taciturna y, sin más, caí en las profundidades del...”

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Antologías de invierno

Era lunes, todos los perros aullaban, los gansos graznaban y la luna se escondía por detrás de tu mirada. Siempre imaginé que el paraíso sería algún tipo de biblioteca alejandrina, de anagrama, o de coliseo pasional. Imaginé también un mundo donde no existiera el mito religioso que nos prometiera morir nunca, porque después de la muerte, nuestra alma sempiterna ascendería a, precisamente, un paraíso. Y me hace pensar sobre dicho mito ¿De verdad nos hace felices? ¿O solo nos hace ilusorios? ¿Es la muerte la causa principal de nuestras desgracias, o más bien nuestras desgracias nace de nuestros intentos de negar la muerte?