Tras un largo paréntesis de casi una década, en el que frecuentó otros géneros como la poesía con Las identidades (2012) o el relato con Cada cual y lo extraño (Destino, 2013), Felipe Benítez Reyes regresa ahora a la novela. Para ser precisos, nueve años después de que recibiera el Premio Nadal 2007 por la celebrada Mercado de espejismos. Y vaya si valió la pena la espera, porque lo hace con una obra tan ambiciosa como lograda.
El azar y viceversa es la historia de Antoñito, Antonio, el Rányer, Padilla, Jesús o finalmente Toni –la variedad de los apelativos tiene que ver con identidad asumida en cada peripecia o etapa de su propia vida–. Un menesteroso, un buscavidas con algo de pícaro crecido en un entorno hostil que aprende a la fuerza a sacar partido tanto de los caprichos de la fortuna como de las adversidades y a adaptarse a una realidad que le fascina y le extraña a partes iguales.
Nacido, al igual que el autor, en Rota, un pueblo sureño de Cádiz marcado por la presencia de una base militar norteamericana, el héroe de esta novela desempeñará todo tipo de oficios, servirá a muchos amos, más o menos deshonestos, recurrirá a las trampas y a los trapicheos por pura necesidad e irá a la deriva tras los ensueños, a veces malogrados y a veces cumplidos. Todo eso sin perder jamás el rasgo que lo define mucho más que su cabello pelirrojo: un optimismo melancólico a toda prueba con el que se sobrepone al cualquier golpe adverso de la suerte.
Y, como trasfondo de ese largo e ininterrumpido proceso de aprendizaje, de prueba y error, que en definitiva es cualquier vida, se alzan los claroscuros de la penumbrosa España del tardofranquismo y los equívocos y aventureros años de la Transición, hasta llegar a nuestros días. Por momentos divertida y radiante, a ratos enternecedora, en ocasiones desoladora y siempre inesperada e incierta, la epopeya vital del Rányer, Antoñito, Toni, ese héroe que resultará difícil olvidar, plantea con maestría muchas preguntas de peso sobre los avances y retrocesos de nuestra historia reciente y sobre nuestra compleja realidad, sobre nuestras contradicciones, nuestros sueños y nuestros anhelos.
Un verdadero logro narrativo de Felipe Benítez Reyes, que acierta a crear una voz a través de la invención de una conciencia.
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