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Ariana Harwicz
Ariana Harwicz

:Rata_ publica "Precoz" de la escritora argentina Ariana Harwicz

jueves 17 de noviembre de 2016, 09:01h

Detonarse, estallar y después morir. Escribir y después morir. "Precoz" fue animada por los viñedos de noche, cuando nadie se atrevería a cruzarlos sin una pistola. "Precoz" fue impulsada por esas corrientes salvajes de agua que se llevan cuerpos y objetos para siempre. Eso es la maternidad en "Precoz". ¿Por qué el hijo debe crecer? ¿Por qué el hijo debe partir en scooter y hacerse punk o sátiro o drogadicto? ¿Por qué una zorra debe llevarse al hijo de mamá? ¿Por qué debe la madre envejecer antes que el hijo? ¿Quién dijo que eso es Ley? "Precoz" es esa visión de muerte en la cocina, de muerte entre las piernas. Y también ese fulminante amor.

Precoz
Precoz

"Precoz", como La débil mental, enfrenta una tormentosa y ambigua relación filial; una obra de apenas un centenar de páginas que despliega ante el lector la exuberancia y la avasalladora fuerza de los más grandes. Muchos han visto en Harwicz a la Virginia Woolf argentina, otros se han empeñado en ver ecos que recuerdan al mejor Joyce, otros, vestigios faulknerianos; sea como fuere, de lo que no hay duda es de que esta autora argentina, más allá de toda comparación, siempre odiosa, está llamada a renovar la literatura en lengua castellana.

Una madre, un hijo: ambos desheredados, nuevos pobres europeos. Una relación filial vivida al filo, al filo del amor, al filo de la obsesión y al filo de perderlo todo, el mundo, cuando este es el otro. Una torsión brutal de los roles más tradicionales que cuestiona el significado mismo de la maternidad, los deberes sociales conferidos a las mujeres y en concreto ese deber que tiene que ver con ser madre. Estas distorsiones hallan su reflejo en un estilo descarnado, despojado de todo ornamento, convulso como la vida misma, donde todo sucede sin razón aparente, solo sucede, sin más.

En Sobre el antimétodo y la escritura musical, texto inédito, Ariana Harwicz nos descubre su taller, sus herramientas y cómo las emplea. Un texto esclarecedor, que nos habla de cómo la música y la escritura se tornan en una misma cosa; nos acerca a la gestación de Precoz, ilumina los recovecos de esta obra a ratos oscura, a ratos elíptica, pero siempre personal, visceral en su escritura, desnuda, incluso cuando esto significa enfrentarse a la más cruda de las verdades, aquellas que siempre hemos querido ocultar, como si nunca hubieran formado parte de nuestro ser.

Así la autora afirma: «No hay método de escritura, no puede haberlo, como no hay reglas ni ley que reinen en la escritura. No podría haberlas para mí. Lo que anima la escritura breve, cortada en hachazos, a cuchillo filoso y oxidado de campo es el piano, ciertos pianos, ciertos momentos de sonatas de piano y luego silencio. En esa interacción, en ese vaivén de uno a lo otro se crea mi escritura. Probé a escribir bajo otros efectos y no resultó. La música de mis palabras son cazadas, son apresadas en los dedos de las manos de Glenn Gould, Bach, Beethoven o Chopin. Aunque a muchos les parece que él los destroza. Alguno ha dicho que a Chopin lo mea encima, lo machaca, lo tortura, que no lo entiende. Que Frédéric se debe revolcar en la tumba en el Père-Lachaise. Eso es todo, fijar los ojos y el pulso en una sonata, en un momento de revelación, de intensidad fuera del mundo conocido, y escribir».

Ariana Harwicz es una mujer argentina de prosa abismal, que escribe acumulando imágenes que superan y agotan al lector, con un estilo que ha sorprendido a la crítica más exigente.

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