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El regreso del contador de historias

Xulio Formoso: Eduardo Mendoza
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Xulio Formoso: Eduardo Mendoza Puedes encargar un póster de este dibujo de Xulio Formoso a [email protected] (Foto: Xulio Formoso)

Eduardo Mendoza: la novela de los prodigios

Por Francisco F. Pastoriza

jueves 01 de diciembre de 2016, 12:05h

En los primeros años de la transición política convivían en España tres generaciones de novelistas que tenían cada una de ellas un público fiel, si bien sus seguidores comenzaban a diversificar sus gustos y a interesarse también por las obras de los nuevos narradores.

Los más viejos pertenecían a la generación que había hecho la guerra civil, como Cela o Torrente Ballester, quienes seguían publicando sus novelas simultáneamente a las de la generación del medio siglo (los Goytisolo o Sánchez Ferlosio).

Pero en aquellos años acababan de irrumpir en el panorama literario español una serie de escritores que habían vivido una infancia de posguerra y una juventud sometida a la censura en todos sus ámbitos, que presentaban una obra original e innovadora que rompía con las normas de la tradición anterior.

Uno de esos escritores era Eduardo Mendoza (Barcelona, 1943) que en 1975, el año de la muerte de Franco, publicó “La verdad sobre el caso Savolta”, su primera novela (la censura no permitió que se publicase con el título de “Soldados de Cataluña”), que fue sin embargo una obra que revolucionó el panorama literario español de aquellos años y fue galardonada con el Premio de la Crítica.

Se trataba de una obra con elementos de suspense y de novela negra anglosajona aderezados con registros literarios procedentes de la cultura de masas, como las narraciones folletinescas al estilo de “Los misterios de París” de Eugenio Satué, la novela rosa de Corín Tellado y la crónica de sucesos, en cuya acción se introducían elementos históricos de la lucha entre la burguesía industrial catalana y el movimiento obrero organizado en la Barcelona de los años 1917-1919.

El género ya había sido iniciado en 1972 por Manuel Vázquez Montalbán con “Yo maté a Kennedy”, pero Mendoza le dio una nueva dimensión. Por la trama de la historia que se cuenta, Mendoza prefiere calificarla como “novela de investigación” y también como el equivalente urbano a la novela de viajes, entendiendo como tal el “Quijote” o el “Lazarillo”.

En su lenguaje, “La verdad sobre el caso Savolta” incorporaba elementos formales de corte vanguardista, que el autor utilizaba entremezclados a la narración realista de corte histórico con connotaciones ideológicas. Los lectores acogieron con fervor aquella osadía que, en medio de un panorama literario en el que triunfaba un experimentalismo a veces exagerado, regresaba a la tradición cervantina de contar historias a la manera de Pío Baroja y Pérez Galdós.

La crítica acogió con entusiasmo esta primera novela de un autor hasta entonces desconocido (había ejercido de abogado, no frecuentaba los círculos literarios y vivía entonces en Nueva York trabajando como traductor en la ONU) que restauraba los modelos clásicos de la narratividad literaria, una narratividad al servicio del lector.

Son estos valores los que ahora premia el jurado del Cervantes, que en su acta destaca que Medoza “devolvió al lector el goce por el relato y el interés por la historia que se cuenta”

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